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Año III - Edición 50 24 de junio de 2004

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Conferencia sobre Seguridad y Criminalización

  • Nota de Tapa

El pasado 11 de Junio, en el marco de la “Semana contra la Criminalización” celebrada en distintas instituciones de la Ciudad, tuvo lugar en el Aula Magna de la Facultad una conferencia sobre “Seguridad y Criminalización” en la que disertaron el Dr. Sergio Torres (Juez Federal en lo Criminal y Correccional Federal), el Dr. Francisco Mugnolo (Procurador Penitenciario de la Nación) y el Dr. Eugenio Zaffaroni (Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación). El evento contó con el auspicio del Departamento de Derecho Penal y Criminología.

En un recinto totalmente colmado, el eje central de las exposiciones versó sobre las últimas reformas legislativas en materia penal y la creciente tendencia a exigir mayores penas para ciertos delitos.

El primero en tomar la palabra fue el Dr. Sergio Torres, que comenzó describiendo al delito como un fenómeno común a todas las sociedades. Así, sostuvo que para realizar un análisis agudo es necesario ver al delito como una consecuencia “policausal”, es decir, como un hecho que incorpora variables culturales, económicas y políticas. Siguiendo esta línea, el disertante explicó la crisis de seguridad sobre la base de un proceso de “pérdida del entramado social”, a partir del cual, el individuo sin empleo o con un trabajo precario sufre una baja deplorable en su autoestima, mientras los jóvenes experimentan una pérdida de expectativas al detectar que “el ideario del progreso social ligado al secundario completo es una mentira”. Al redondear esta idea fue terminante: “...el pobre no interesa porque no consume”. En ese sentido, manifestó que el Estado abandona sus roles sociales al punto de ceder el poder de policía y ve en el derecho penal la histórica herramienta para entramar la pérdida del tejido social.

Tratando de comprender el fenómeno actual, argumentó que existe desde hace un tiempo un “discurso de la urgencia”, que según él es aprovechado por el poder político para apuntalar su autoridad a través de leyes improvisadas y simbólicas. Así, lamentó que las reformas penales se lleven a cabo de manera desprolija, ambigua y desproporcionada, abriendo paso a tipos penales especiales y leyes en blanco que hacen perder armonía al sistema de garantías. Finalmente, admitió que el Código Penal debería actualizarse pero, a su vez, reclamó una formulación de políticas públicas basada en estudios sociales profundos de mediano y largo plazo, que logre hallar soluciones consensuadas. De este modo reafirmó el poder del discurso para cambiar la realidad.

A continuación, el Dr. Francisco Mugnolo intentó mostrar la visión del problema “desde la cárcel hacia afuera”. Comenzó diciendo que “la legitimación del poder punitivo del Estado se basa en que todos aceptamos que cuando alguien comete un daño a otro debe recibir un castigo por ello”.  Sin embargo, sostuvo que la cárcel constituye la “institucionalización de la indignidad humana” donde se afianza de manera hipócrita la idea de que el preso sigue perteneciendo a la sociedad porque se le protegen sus derechos primordiales. Según él, la lucha no debe ser tanto contra la criminalización como contra la marginación, y agregó que debemos partir de la base establecida por la Constitución y los tratados internacionales que disponen que la ejecución de las penas debe servir para la reinserción.  No obstante, aclaró que ésta no debe ser impuesta sino que debe conllevar la libre aceptación de los presos. Rechazó la represión como forma de contención social y reivindicó la “utopía de la resocialización” como motor de cambio. Insistió en la inoperancia de una cárcel que “hace todo al revés” y que no genera ningún tratamiento. A su vez, indicó que todo intento de resocialización debe ser analizado desde la realidad socio-económica.  Luego, se refirió a una serie de estadísticas sobre el fenómeno delictivo, haciendo notar claramente cómo los porcentajes se condicen con el aumento de tendencias discriminatorias. Así, concluyó que la lucha por los derechos humanos “es una lucha permanente de toda la vida y de todas las generaciones”.

Por último, el Dr. Eugenio Zaffaroni comenzó aseverando que “parecería que estamos asistiendo en el mundo a una sucesión de disparates e incoherencias”. Sin embargo, advirtió que el fenómeno no carece de lógica sino que responde al avance de una globalización que nos propone un “Estado espectáculo” al que le importa más lo que parece que se hace que lo que en verdad se hace, vaciando a las políticas de discurso y transformándolas en slogans publicitarios. Aquélla es la misma globalización que, según interpretó, ha producido la deshabilitación de los poderes nacionales, la polarización de la riqueza y una exclusión social que ni siquiera admite la dialéctica del explotado-explotador. Ello genera un fenómeno de anomia en el que faltan pautas de conducta y se altera la propia identidad potenciando los conflictos. Frente a esto, demostró que las sociedades siempre reaccionan utilizando el sistema penal porque éste tiene una estructura innata que es selectiva. Sostuvo que si bien esta característica jamás puede ser eliminada sí es posible reducirla. Asimismo, aseguró que el sistema penal no sólo selecciona victimarios sino también a las víctimas, dualidad ésta que hace entrar en contradicción a los sectores excluidos enfrentándolos entre sí.  Opinó que vivimos en un mundo donde se pretende superar lo moderno a través de lo postmoderno pero lo que se hace es volver al siglo XV de la mano de algunos organismos internacionales que “nos dicen que tenemos que hacer lo que nadie hace en realidad”. Finalmente, concluyó que la única salida es aplicar el principio republicano de gobierno y su racionalidad. Propuso la creación de un organismo criminológico que planee medidas de Estado a través de técnicos especialistas, y aconsejó el cuidado de la autoestima de una policía que para funcionar debe dejar de ser corrompida.
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Derecho al Día agradece a Daniel Levi por la cobertura de esta nota.