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Año XIII - Edición 243 25 de diciembre de 2014

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Ciclo de almuerzos académicos para profesores de la Facultad
"Los Cien días que no conmovieron al mundo"

  • Nota de Tapa

Un nuevo encuentro del ciclo de almuerzos académicos para profesores de la Facultad tuvo lugar el pasado 2 de diciembre. En esta ocasión, la expositora fue Inés Weinberg de Roca, profesora titular regular de Derecho Internacional Privado, Directora del Centro Germano-Argentino de Altos Estudios de la UBA y miembro del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien se refirió a "Los Cien días que no conmovieron al mundo" (Su experiencia en el Tribunal Penal Internacional para Ruanda).

La Decana Mónica Pinto dio la bienvenida al último almuerzo académico del año y presentó a la expositora. En primer término, Inés Weinberg de Roca describió el contexto histórico del Tribunal de Ruanda. De esta manera, afirmó que a partir de la Segunda Guerra Mundial y los Juicios de Núremberg, quedó la idea de juzgar a los responsables de los delitos de lesa humanidad y crímenes de guerra en forma individual de una manera similar a los casos comunes, es decir, no por la justicia militar ni por tribunales de los vencedores, sino por tribunales creados específicamente al efecto, con normas procesales propias. Asimismo, la comunidad internacional, primero con la Carta de Derechos de las Naciones Unidas, luego con la Convención contra el Genocidio y otros acuerdos, se abocó a la tarea de legislar, pero no pasó a la práctica. “Eran normas que tenían gran consenso en la comunidad internacional, pero no se pasaba a la práctica de efectivizar estas normas en casos concretos”, recordó. Esto se mantuvo hasta que ocurre la guerra de la ex-Yugoslavia. “Mientras estaba finalizando el conflicto, crean un tribunal internacional para juzgar los crímenes cometidos en el territorio de la ex-Yugoslavia, básicamente crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad”, remarcó. Luego, evocó que a partir del 6 de abril de 1994 se produjo la guerra en Ruanda. “Son 100 días en los que es asesinado el 10% de la población de Ruanda. El Consejo de Seguridad, que no había podido evitar el conflicto, recurre a la misma receta que en la ex-Yugoslavia, que es la creación de un tribunal para juzgar los crímenes cometidos, en este caso, a los crímenes de lesa humanidad se agrega el genocidio y baja de expectativa el juzgar crímenes de guerra porque era un conflicto interno y una guerra internacional como en la ex-Yugoslavia”, detalló.

Asimismo, Weinberg de Roca resaltó que Naciones Unidas decide que el tribunal no se puede crear en el territorio donde ocurrieron los hechos, pero debía ser lo más próximo posible. “En el caso de Ruanda, el tribunal se crea en Arusha, Tanzania”, expresó. Además, declaró que primero le tocó integrar la sala de apelaciones del tribunal de la ex-Yugoslavia y de Ruanda, que es común. “También se creó en el caso de Ruanda un tribunal con dos salas, que luego pasaron a ser tres salas, de primera instancia y una cámara de apelaciones común con el tribunal de la ex-Yugoslavia. Todos los mandatos duraban 4 años”. En este marco, consideró que no fue por mérito que ella comenzó en el tribunal de apelaciones, sino por una cuestión de género. Recordó que el tribunal de Ruanda ha cumplido 20 años, y está cerrando sus puertas, pero ha juzgado únicamente a algo más de 70 personas, lo cual resulta muy poco para 20 años. Weinberg de Roca aseveró que cuando el tribunal se establece en 1994 en Arusha, se crea en un lugar donde no había infraestructura y tampoco había idioma: las lenguas oficiales del tribunal son el inglés y el francés. Nyerere había promovido que en los colegios se estudiara el suajili, porque no quería que se enseñara la lengua de los conquistadores, por lo que el inglés recién se enseña en la secundaria. Consecuentemente, se debieron importar muchos empleados. “Tampoco había sistema de telefonía ni de internet. Naciones Unidas tuvo que instalar satélites para las comunicaciones del tribunal”, remarcó.

Un tema concreto que se presentó cuando ella estuvo en el Tribunal de Ruanda a partir de 2005, es decir que habían pasado muchos años, tenía que ver con que los testigos habían declarado muchas veces en muchos juicios, por lo que ya sabían exactamente qué quería escuchar cada parte. “La frescura, la inmediación y poder evaluar al testigo estaba muy sobrevalorado, el testigo ya era un testigo profesional”, advirtió. Además, con relación a los testigos, analizó que se dependía mucho del gobierno de Ruanda, siendo esta una de las diferencias más marcadas con el tribunal de la ex-Yugoslavia. “En el caso de la ex-Yugoslavia, el Estado desapareció, nadie estaba protegido por su Estado. En el caso del tribunal de Ruanda, una de las críticas más grandes que se le hacen y que compartimos muchos que integramos el tribunal, era que solo se podía investigar a una parte, a los hutu que habían perdido el poder. Era una guerra interna, había muchos tutsi responsables de delitos de lesa humanidad”, recalcó. Hacia el final, añadió que una cuestión no resulta, además del procedimiento, que merece alguna vuelta de tuerca, se vincula con qué hacer con los condenados y los absueltos. “En Ruanda, si son condenados deben cumplir la condena en una cárcel africana porque son las únicas que tienen convenio con el tribunal y una condena de cumplimiento en una cárcel africana no es lo mismo que en una cárcel europea, porque la libertad anticipada no existe y las condiciones son menos favorables”, aseguró. En caso de que sean absueltos, no hay donde albergar a estas personas. “Las personas absueltas por el tribunal de Ruanda están dando vueltas por Arusha”, expresó.

“En el caso del tribunal de Ruanda, una de las críticas más grandes que se le hacen y que compartimos muchos que integramos el tribunal, era que solo se podía investigar a una parte, a los hutu que habían perdido el poder. Era una guerra interna, había muchos tutsi responsables de delitos de lesa humanidad”, recalcó la profesora Inés Weinberg de Roca.

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