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Año XII - Edición 220 24 de octubre de 2013

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Ciclo de almuerzos académicos para profesores de la Facultad
“Instrucciones para el uso del Derecho”

  • Nota de Tapa

En el marco del ciclo de almuerzos académicos para profesores de la Facultad de Derecho, el pasado 24 de septiembre tuvo la palabra el profesor Ricardo A. Guibourg, director del Departamento y de la Maestría en Filosofía del Derecho.

Tras la presentación de la Decana Mónica Pinto, el expositor, a modo de introducción, elaboró una comparación humorística del Derecho como un remedio social. Consideró necesario buscar soluciones prácticas postulando que “no hay nada más práctico que una buena teoría”. En este sentido, afirmó que una teoría que no sirve para la práctica no es buena, como tampoco lo es aquella que no puede ser comprendida por quienes tienen que aplicarla, ya que no cumple su propósito de manera adecuada.

Hizo referencia también a la evolución metodológica de las ciencias y destacó como “trampa” del Derecho el lenguaje con el que razonamos y exponemos las ideas, dado que estamos habituados a pensar que el significado de una palabra es una cosa. A su vez, señaló como segunda trampa considerar los valores como realidades que pueden conocerse e investigarse de manera aproximadamente similar a la que se emplea con los hechos. Se refirió al problema del método axiológico y a la cuestión de que para aplicar los valores con eficacia intersubjetiva frente a los juicios concretos, sería necesario ponderarlos, es decir, ordenarlos en una escala, medir el grado en que cada valor esté involucrado y despejar las diferencias de perspectivas con las que un mismo conflicto es percibido por observadores que están afectados de forma diferente. “La actividad valorativa carece de condiciones teóricas adecuadas para integrarse a un discurso científico”, aseguró.

Además, subrayó que resulta más fácil el consenso acerca de la descripción que acerca de la valoración. Planteó asimismo que el Derecho está indisolublemente unido a la moral pero se expresa en los textos normativos, que la moral es objetiva y asequible a la razón, que las leyes que violan principios morales esenciales no son Derecho pero esto no ocurre casi nunca en la práctica cotidiana, y que el alcance de la ley es limitado porque es imposible prever las infinitas variaciones que pueden producirse.

A su vez, mencionó la controversia entre iuspositivismo e iusnaturalismo que ocupó gran parte del siglo XX, advirtiendo que si bien no se ha resuelto, languidece por la creciente presencia de la interpretación de principios constitucionales. “La tarea profesional del hombre de Derecho es la persuasión, necesita convencer a su adversario que tiene la ley a su favor, al juez de que la posición de su cliente es la única razonable, y a su cliente de que sus alegaciones fueron adecuadas”, expresó. Invitó entonces a que en el comienzo del tercer milenio, se inicie también la transformación del Derecho con solo modificar nuestra actitud acerca de los objetivos y de los métodos de la actividad jurídica.

Consideró necesario realizar un análisis del lenguaje jurídico y la desmitificación de la dogmática para eliminar las trabas ideológicas, clarificar las bases del pensamiento, examinar críticamente uno por uno los presupuestos filosóficos que usamos para pensar. Para finalizar, observó que “el tiempo y las posiciones políticas van variando pero mantienen el uso de los mismos instrumentos discursivos”, destacando que casi todas las ciencias se han liberado de la esclavitud ideológico-discursiva, algunas de forma más avanzada que otras.

“No hay nada más práctico que una buena teoría”, advirtió el profesor Ricardo Guibourg.