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Año XX - Edición 358 08 de julio de 2021

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Actualidad del Discurso de Parque Norte

  • Nota de Tapa

El 24 de junio la Cátedra Libre Democracia y Estado de Derecho Dr. Raúl Alfonsín y el Programa "Cuestiones de Estado" organizaron la actividad “Actualidad del Discurso de Parque Norte”.

En este marco, expusieron Martín Farrell (profesor emérito de la UBA), Maricel Asar (UBA, Programa de Estudios Institucionales del Instituto Gioja), Nathalie Goldwaser Yankelevich (CONICET-IEALC-UBA/UNDAV) y Daniel Larriqueta (economista e historiador). Coordinó Raúl Mariano Alfonsín.

En primer lugar, Martín Farrell comenzó diciendo que “las palabras de Raúl Alfonsín en Parque Norte deben analizarse desde una doble perspectiva. La primera es el propósito del discurso y la segunda es el contenido del discurso”.

En este sentido, desarrolló: “El propósito del discurso es muy importante porque explícitamente muestra que su preocupación por modernizar el país va de la mano con su preocupación por la ética. No quiere separar, de ninguna manera, una consideración modernizadora, por una parte, de las consideraciones morales por la otra. Este es un rasgo que no aparece por primera vez en diciembre de 1985 en el discurso de Parque Norte, sino que es un rasgo ínsito en la personalidad de Alfonsín”.

En cuanto al contenido del discurso, se refirió a la perspectiva ética y la perspectiva de la filosofía política del mismo. “Hay más de una teoría de ética normativa contenida. Por un lado, Alfonsín tenía una estructura de pensamiento deontológico de tipo kantiano. Su preocupación por los derechos humanos es una preocupación deontológica y su política de derechos humanos era también una política deontológica, pero en el discurso explícitamente hay una consideración utilitarista cuando él dice ‘me propongo lograr el bienestar general’.”

Sobre la filosofía política, sostuvo que es más fácil de encontrar porque es unívoca: “Acá hay una clara filosofía política y, si bien depende de alguna manera de alguna ética deontológica, se puede independizar y considerar por separado. Me parece que es un discurso típicamente rawlsiano”, observó y especificó que esta perspectiva rawlsiana la incorpora al discurso a través de la idea de la solidaridad.

Por su parte, Maricel Asar introdujo que “este discurso refleja el horizonte que Alfonsín tenía en mira y que es superador de un programa de gobierno”. Luego comentó que el gobierno de Alfonsín enfrentó grandes desafíos. “Por un lado, la reconstrucción de una comunidad después de violaciones atroces a los derechos humanos y, por el otro lado, la reconstrucción de una práctica constitucional de modo de acercarla a exigencias de legitimidad objetiva”.

En este marco, explicó que “resulta comprensible que el tema común de los discursos del presidente Alfonsín sea el consenso, entendido común acuerdo de voluntades en torno a objetivos y principios comunes”. Y expresó: “El presidente estaba convencido de que era necesario poner fin al enfrentamiento entre los diversos sectores sociales y que no podía superarse a través del acuerdo sobre ciertas reglas básicas para canalizar sus desacuerdos, lo que conducía a una desintegración social y la inestabilidad del sistema institucional”.

Más adelante, analizó que “para consolidar la democracia era necesaria la vigencia del constitucionalismo, la formación de un amplio consenso, pero, a su vez, en este discurso y a lo largo de los sucesivos discursos de Alfonsín, se distinguen diferentes niveles de consenso”. Dentro de este marco, detalló tres niveles. El primer nivel de consenso estaba dado por la aceptación de todos los actores políticos de las reglas de juego básicas del sistema democrático, el Estado de derecho y el respeto por los derechos humanos; el segundo nivel de acuerdo estaba dado por lograr el consenso en torno a un modelo de cooperación social; y el último gran acuerdo tenía como base los presupuestos valorativos, pero estaba dado por los cursos de acción a adoptar para materializar estos presupuestos. “No podemos afirmar que logramos este modelo de cooperación social con base en este tríptico que el presidente nos proponía por lo que la propuesta tiene una plena vigencia y configura los objetivos que debieran inspirar el debate racional que tenemos que dar como sociedad en el corto plazo”, concluyó.

A su turno, Nathalie Goldwaser Yankelevich expuso que “una posible definición no banal de ponerse a la moda implica remitir al pasado mediato como inmediato para diagnosticar un presente en vistas de un estado de situación futura que se pretende al cabo convertir en costumbre. Parece una banalidad, pero Alfonsín como estadista está actualmente de moda”. Y sostuvo: “Entonces, la moda como aquella fuerza que al interior de un discurso o de una acción apela al pasado para contrarrestar la tradición a través de la introducción de una innovación de lo nuevo que, si es moda, debería convertirse en una práctica cotidiana. El discurso de Parque Norte en 1985 tiene todas esas cualidades, ya que su alocución está atravesada por la idea de modernización”.

“Su postura nunca negó el pasado, más bien describió y explicó la patología para que su articulación con el diagnóstico del presente tenga un resultado en el futuro en una costumbre, es decir, en una ética de la solidaridad, en un sistema democrático estable, aunque a sabiendas de que la propuesta de Alfonsín iba a tomar muchos años para que sea adoptada como tal para que deje de ser una moda discursiva y pase a hacer una habitud”, expresó e indicó que “este parecer democrático cumple con la frustración de una tradición que siempre tuvo soluciones antidemocráticas. En este sentido, la transitoriedad y trascendencia del contenido del discurso del presidente Raúl Alfonsín es uno de los elementos propios de un intento por poner a la moda lo que se proyecta en su propuesta política. Su discurso, mirando la actualidad, fue exitoso por los valores que allí logró plasmar”.
Para concluir, aseveró que “el panorama aún no perfecciona y pone en práctica lo que hace más de 30 años avizoró para nuestro país”.

Por último, Daniel Larriqueta compartió cómo era la situación en el Gobierno en torno al discurso del Parque Norte y su elaboración. “El año 1985 fue muy decisivo para el Gobierno, fue un año de avance en el juicio a las Juntas y todas las condenas, fue también el año del Plan Austral, lo que significaba haber derrotado algo que parecía históricamente incontrolable, fue una política de gobierno que recibió un enorme apoyo concreto de la gente (...). También fue el año de un resultado electoral muy favorable para el partido”, contó y expuso: “Alfonsín tenía como preocupación inmediata que el éxito electoral provocara una relajación en la vida del partido porque el partido era una organización muy frágil, poco modernizada y desarrollada. Durante los largos años del proceso lo que hubo fue una lucha heroica para tratar de defender a la gente y recuperar las libertades básicas y los derechos que vienen de muy atrás. La Argentina es una democracia antigua y sólida, lo que no ha funcionado bien es el sistema republicano”.

Asimismo, planteó que “el presidente buscaba los elementos para darle a la sociedad un camino de desarrollo hacia adelante y este documento es una de las formas que encontró para plantearnos que íbamos a seguir por ese camino, sabiendo que teníamos muchos obstáculos por delante y que algunas cosas no se comprendían”. Y reflexionó: “Para nosotros que nos bancamos todas las dictaduras militares y todos los golpes el sueño de tener una sociedad que funcionara en democracia era un sueño inalcanzable y ese sueño inalcanzable lo estamos viviendo ahora en parte, fundamentalmente, por los trabajos de Raúl Alfonsín y por estos pensamientos que son muy refrescantes porque nos vuelven a poner en el camino de que tenemos que hacer política porque es una construcción humana de la máxima categoría”.

A modo de cierre, Carlos Mas Velez manifestó: “Hoy tenemos consolidada la democracia en gran medida por los esfuerzos colectivos que Alfonsín expresó como un emergente de una demanda social, pero de los desafíos que él planteaba en esa convocatoria todavía quedan muchas cuentas pendientes”. Y finalizó: “Esa construcción de lo colectivo sobre la base de la solidaridad, sobre el entender el valor que le asigna al sistema democrático el pluralismo, el respeto por el otro y por el disenso, valores de un sistema democrático que están, a mi entender, en crisis y que requieren de profundas transformaciones culturales y de la vida institucional”.

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