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Año V - Edición 86 18 de mayo de 2006

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Propiedad Intelectual y Salud Pública

  • Reseñas Bibliográfica

Podríamos decir, sin pretender ser originales, que las universidades son en alguna forma la usina legitimada de ideas de un país. O, para decirlo en términos más jurídicos, la fuente más formal del patrimonio intelectual de una comunidad. De este modo, luego de advertir que todo patrimonio está inserto en algún mercado (dentro del cual es valorado), deberá admitirse que entonces las ideas circulan por el suyo propio.

Precisamente, lo que el Dr. Carlos Correa viene a decirnos con su reciente libro, “Propiedad Intelectual y Salud Pública”, es algo de eso: el conocimiento es un bien preciado, que como tal otorga poder —y, por tanto, somete—; pero a la vez posibilita la creatividad y el desarrollo.

Esta obra fue editada por el Departamento de Publicaciones de la Facultad en conjunto con editorial La Ley. No obstante su novedad, este libro es el resultado de un arduo y constante trabajo de maduración que el Dr. Correa, a través del Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico (CEIDIE), ha llevado a cabo con la intención primera de situar la problemática de la propiedad intelectual en el ámbito donde justamente corresponde su discusión: la academia científica.

Doctor en Derecho y Licenciado en Economía, Carlos Correa es investigador y docente en nuestra Facultad, desde donde ha participado y organizado numerosas jornadas, congresos y seminarios alrededor del tema de la propiedad industrial, la transferencia de tecnología y el derecho de la competencia, como factores preponderantes en la determinación del bienestar de la población. Además, tiene una vasta experiencia como consultor y representante por nuestro país en importantes organismos internacionales como la UNCTAD, el GATT y la OMPI.

Su libro no es ni más ni menos que el trazado de la experiencia, tal vez enfocado hacia el área más sensible y que más ha evolucionado en términos de disputa, como lo es la salud pública. Yendo de lo general a lo particular, la obra comienza explicando el fenómeno de la internacionalización del sistema de patentes, como disparador de un nuevo mercado de circulación tecnológica. La reducción de costos y la aceleración en la obtención de permisos como sus principales objetivos. Duda, sin embargo, sobre la posibilidad de armonizar el sistema en su conjunto debido a la poca competencia e innovación generada hasta ahora, ligado esto a los constantes cuestionamientos de los países en desarrollo que ven perpetuarse una asimetría insalvable. 

“¿Cómo conciliar los objetivos de la propiedad intelectual, que ofrece incentivos a los innovadores al restringir el uso de la innovación?”, se pregunta el autor, resaltando la obligación social y ética de poner los inventos al alcance de quienes más los necesitan. Así, trae a consideración el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) como una posible puerta para lograr una mayor competencia y evitar la exclusividad nociva en el uso y usufructo de las innovaciones. Posición ésta que se vería plasmada en un documento sin precedentes que los miembros de la OMC adoptaron en la famosa Declaración de Doha en relación con los ADPIC y la Salud Pública del año 2001. Este quiebre político es analizado por el autor con absoluto detenimiento en cada detalle, evaluando su viabilidad económica y jurídica, a la vez que mostrando sus antecedentes en la posición de cada país y cada solución propuesta.

Ya en tema, vuelve el estudio hacia la repercusión en los sistemas nacionales, destacando el desafío, la oportunidad y la importancia de la integración de la salud pública en la legislación de patentes de los países en desarrollo. En el centro se ubica el acceso a los medicamentos (sobre todo en casos urgentes como el HIV/SIDA), pero también su producción, la manipulación de genes y todo el procedimiento, paso por paso, de cómo llega a descubrirse, transformarse químicamente y registrarse un nuevo invento farmacéutico. El problema se traslada entonces hacia el momento de mayor tensión, donde confrontan los efectos terapéuticos secundarios de los medicamentos, el uso de genéricos y la protección exigida por el Acuerdo TRIPS: ¿hasta dónde deben protegerse los datos presentados para el registro de productos farmacéuticos?

Finalmente, el autor sube la apuesta al análisis y presta suma atención a las nuevas estrategias convencionales de los países desarrollados. Pone especial cuidado en los tratados bilaterales de inversión, donde se pactan protecciones TRIPS plus, que agravan las garantías acordadas de manera multilateral. Se cita así el caso chileno y el alto precio que se debe pagar para lograr un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. El libro cierra preguntando si la Medicina Tradicional debe protegerse o no, dada su necesidad y su utilización a través de los tiempos.

El trabajo se complementa con cuadros estadísticos, jurisprudencia y una extensa bibliografía que enriquece el valor agregado de este aporte. A lo largo de 300 páginas, no cabe duda de que se trata de un estudio riguroso, atento y realista pero, por sobre todo, comprometido con el valor político, cultural y económico de las ideas.