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Año XIX - Edición 350 17 de diciembre de 2020

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Un marco ético para la asignación global de vacunas

  • Notas

El pasado 10 de diciembre se realizó la actividad "Un marco ético para la asignación global de vacunas", organizada por el Seminario Permanente de Investigadores/as del Instituto Gioja.

En esta oportunidad, expuso Florencia Luna (doctora UBA, investigadora principal del CONICET y directora del Programa de Bioética de FLACSO). Marcelo Alegre (director del Instituto Gioja) ofició de comentarista.

“Acabamos de publicar un artículo en Science sobre una propuesta porque no había un esquema conceptual adecuado como para pensar la cuestión de la distribución global de las vacunas. Con distribución global quiero decir la distribución a todos los países del mundo y cómo debiera hacerse de una manera justa. En general, el tema de la distribución de recursos escasos se había planeado –y es un tema fundamental en lo que es la bioética y la ética en general– referido a recursos escasos institucionales o en un país determinado, pero no tanto a nivel global y pensando específicamente en la vacuna”, introdujo Florencia Luna. En este marco, indicó que “la idea fue ver si podíamos incidir de alguna manera en la propuesta que tuviera la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en propuestas más multilaterales al respecto. Para ello, tuvimos que ponernos de acuerdo, éramos 18 con distintas posiciones y backgrounds académicos, y finalmente coincidimos en cuáles iban a ser los valores principales que iban a estar involucrados”. Luego detalló que plantearon tres: “Beneficiar a las personas y limitar el daño, pensar fundamentalmente que si bien la distribución se iba a hacer por países había que pensar en las personas de cada país y pensar en priorizar a los más desaventajados y la preocupación por tratar a todos de manera igualitaria, es decir, no discriminar por diferencias moralmente relevantes”.

Asimismo, puntualizó: “Lo que planteamos fue un modelo en tres fases, cuya primera fase lo que hace es tener en cuenta cómo reducir las muertes prematuras y otros impactos directos que pueda haber en salud, como el daño permanente de órganos que pueda casar el COVID, o indirectos, que pueden ser aquellos que están causados por un sistema de salud colapsado”. En esta etapa, comentó que “la idea es priorizar a aquellos países que más necesitaran la vacuna y esta primera fase se termina cuando se puede salir de la emergencia sanitaria, en donde todavía se está frente a un problema de salud importante como puede ser una epidemia de gripe, pero no en una situación de emergencia tan fuerte”.

Seguidamente, planteó que “la segunda fase que nosotros proponíamos era brindar la vacuna para poder reducir los problemas de salud que podían continuar, teniendo en cuenta las privaciones económicas y sociales serias. Es decir, pensar en aquellos países en los cuales la pandemia generó más pobreza, como es nuestro caso, y pensar que esta segunda etapa se terminaba cuando podíamos volver a la brecha previa a la pandemia en relación con cuestiones de pobreza,  por ejemplo”.

Por último, señaló: “La tercera fase tenía que ver con reducir la transmisión comunitaria y el regreso a las libertades prepandemia”. “Apenas publicamos el artículo paralelamente salió la propuesta de COVAX, que es la plataforma internacional que está apoyada por la OMS y fue creada por Gavi, que es la alianza global de vacunas, y CEPI, que es otra ONG que trata sobre temas de innovación en vacunas”, contó y especificó que “el modelo que ellos plantean es un modelo que se basa en la proporcionalidad. Entonces, lo que hacen es plantear la distribución en tres fases, pero lo que se va a distribuir va a ser proporcional a la población de cada país. Lo que COVAX plantea es que se comienza con un 3%, esto después se eleva en una segunda fase a un 20% de la población hasta llegar en una tercera fase al 60% con lo cual se lograría la inmunidad de rebaño. Es a partir de la tercera etapa en donde se tienen en cuenta las diferentes necesidades y vulnerabilidades de los países”.

En este marco, aseveró: “Nosotros criticamos esta posición. Si bien a mí me parece que el modelo multilateral es el modelo más justo y va en la dirección correcta, esta propuesta que están planteando genera problemas. De hecho, nos acaban de aprobar un segundo artículo que hicimos con un subgrupo en The American Journal of Public Health en donde lo que proponemos es cómo mejorar la propuesta de la OMS con nuestra propuesta y criticamos el modelo proporcional de COVAX”. Y amplió: “Lo criticamos porque a primera vista parece justo ya que se va a distribuir en función de la cantidad de gente que haya en cada uno de los países, pero en realidad –y por eso es importante poner en contexto lo que se tiene que distribuir– la pandemia no golpea de la misma manera a todos los países. Entonces, esto genera desigualdades muy fuertes, y más que nada, necesidades muy fuertes”.

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