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Año XX - Edición 360 26 de agosto de 2021

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Teletrabajo. Vida laboral en transición. Entre lo público y privado

  • Notas

El pasado 30 de junio se realizó la actividad "Teletrabajo. Vida laboral en transición. Entre lo público y privado. Rutina, comunicación y eficiencia", en cuyo marco expuso Felipe Fucito. Presentó Laura N. Lora y organizó el Seminario sobre Sociología Jurídica del Instituto Gioja (directora: Lora Laura N. Lora. Coordinación: Laura Vanesa Medina, UBA, y Sergio Andrés Delgadillo, UBA).

En primer lugar, Laura Lora introdujo la actividad y presentó al expositor. “Podemos decir que el mundo atraviesa un nuevo contexto social y laboral sin precedentes. El COVID-19 nos obligó a cambiar las relaciones laborales en forma abrupta e inmersos en esta nueva modalidad laboral. Necesitamos acelerar el regreso al trabajo en forma eficiente y segura, así como dar continuidad al teletrabajo. Por ello es que reunimos a expertos de reconocida experiencia para conocer el punto de vista de la administración pública”, señaló.

A su turno, Felipe Fucito comentó que "este es uno de los temas que invita a la profecía. Saben que todas estas cuestiones permiten que grandes profetas sociológicos y filosóficos nos digan cómo va a ser el mundo dentro de 70 u 80 años. El general, ninguno vive como para saber cómo se equivocó”. Y continuó: “Pero si ustedes recuerdan los que anunciaron que la aviación no iba a tener futuro, que la televisión es un invento tonto y luego que suprimiría a la radio, etc. Es decir, siempre los profetas se equivocan. El único que no se equivocó tanto fue Orwell, lamentablemente, en cuanto a las tecnologías que imagino que efectivamente pueden llevar a la sociedad cerrada”.

En esa línea argumental, sostuvo que “esto es evidentemente algo que ya teníamos antes de la situación pandémica y con la cual tenemos que convivir y que se va a agravar en algunos puntos porque yo no soy un gran entusiasta de las tecnologías. (...) Tengo una cierta preocupación de las situaciones de control que generan estas nuevas tecnologías que en la cuestión del teletrabajo se notan”. Y aclaró que “el teletrabajo no es solamente lo que marca la ley, porque muchos de nosotros estábamos en el teletrabajo desde antes. Y esta tecnología va a continuar. Para bien en parte y para mal en otras actividades como la abogacía, la medicina, etc., donde la presencialidad es importante”.

En primer lugar, explicó las definiciones de trabajo a domicilio de la Organización Internacional del Trabajo. “El trabajo a domicilio está pensado en cuanto a relaciones del trabajador con el empleador, la distancia, el lugar de trabajo, etcétera, y muchas de estas cuestiones están incorporadas al teletrabajo con la incorporación de las tecnologías. Entonces, tenemos ese convenio que no hay que perder de vista y tenemos también la ley y el reglamento que damos por conocidos”, señaló. “Lo importante, en este caso para el trabajador sería el eventual supuesto y por supuesto, vamos a ver cómo se va a ejercer el derecho a la desconexión, el derecho a no recibir mensaje fuera de tiempo, el derecho a la intimidad y algunas cuestiones voluntaristas que siempre le llaman la atención a uno cuando mirando de la sociología del decreto”, puntualizó.

Luego hizo referencia la cuestión de la capacitación: “Es para sectores que tienen una educación media aceptable, personas que superan ya el nivel de alfabetización común y además que quien sabe, no necesita ser capacitados con el programa concreto que se utilice en caso de que esa capacitación ya la tenga en general, por ahora, está pensado con un trabajo de clase media”. Y reconoció que “la situación de teletrabajo en general nunca incluye cuando estamos hablando del tema a los usuarios o a los clientes, a las personas que son, a los destinatarios del trabajo, que también habría que incluirlos en un análisis social”.

Seguidamente, explicó el concepto de trabajo a domicilio desde sus orígenes. “Si uno piensa en el trabajo a domicilio tendría que decir que el trabajo siempre fue domiciliario hasta que la revolución industrial hizo que el capital necesario para realizarlo quedara fuera del alcance del artesano”, planteó y sumó que “nosotros pasamos del trabajo a domicilio a la centralización en una sede laboral y simultáneamente posterior a la revolución industrial con los Estado-Nación, la burocracia, entes más o menos dispersos que aparecen como centrales en las nuevas sociedades. Entonces tenemos la administración pública y la actividad privada centralizadas como un fenómeno moderno, pero que pasa a todas las etapas de la modernidad”.

En este escenario de teletrabajo, Fucito se preguntó sobre las ventajas o desventajas del mismo. En primer lugar, indicó que la primera ventaja general tiene que ver con el no traslado. “No solo para los transportistas. Evidentemente mejora el ambiente y ahorra tiempo”, expresó. No obstante, hay diferencias en torno a las características de los diversos ámbitos laborales. “Por ejemplo, pienso que en la administración privada este hecho de que hay que mantener espacios disponibles para la reversibilidad del trabajo a domicilio cuando el trabajador lo quiera. (...) Es decir, habrá algún espacio, algunos espacios administrativos para la vuelta y el resto no existirá más, porque ninguna empresa va a mantener oficinas gigantescas para que vaya después, eventualmente, un diez o veinte por ciento que ha cambiado de idea”.

Otro aspecto a considerar es el hecho de que el/la trabajador/a se convierte en su propio/a jefe/a. “En primer lugar, no sé si esto es así, si compensa el hecho de tener que hacerlo en el ámbito de la familia, estás suponiendo a una familia, un ámbito familiar permisivo, amplio, acorde a las circunstancias del trabajo. Pero dejémoslo de lado ahora. Cuando uno va a ser su propio jefe, tiene que tener ciertas particularidades aprendidas en la historia personal, en la disciplina escolar”, enfatizó. Además, hay otra cuestión que fue analizada por la sociología organizacional asociada a la idea de evaluar si los/as trabajadores/as quieren ser sus propios/as jefes/as. “Porque el que no es su propio jefe y delega la supervisión de alguna manera alivia un poco su responsabilidad. Que me digan lo que hay que hacer y yo estoy cumpliendo órdenes, por lo tanto no soy responsable. Uno tiene que pensar también que el empleado de calificación media que tampoco quiere ser el jefe ni quiere hacerse cargo de las responsabilidades inherentes a su trabajo”, aseveró.

Por otro lado, aludió al control de los límites de la jefatura. “Este autoritarismo de la conducción va a dar lugar a un gran liderazgo, mucho más blando, más motivado; un liderazgo más distante, más tranquilo”, subrayó. En relación con lo anterior, manifestó que “sirve para otro tema que también hay que hablarlo que es la presunta infalibilidad de los sistemas informáticos. Muchas veces nos damos cuenta de que a pesar de que para los informáticos los programas son infalibles, los programas fallan y ellos mismos a veces no saben por qué fallan. Alguien tiene que desenchufar el aparato en algún momento y ver qué es lo que está pasando. Yo espero que el ser humano no cometa la estupidez de entregarse a las máquinas que está creando”.

Volviendo al control, aclaró que “es obvio que las técnicas tayloristas podrían ser usadas con mayor rigor, con elementos disponibles más allá de que esté permitido o prohibido. Imagino que en la administración pública está prohibido, pero no por la empresa privada. Vamos a ver si la usa. (...) Entonces, hay muchas cuestiones que en las leyes se legislan, pero después las condiciones sociales particulares hacen que ese derecho que se tiene no se puede ejercer porque no hay dónde o cómo ejercerlo por ley”.

En cuanto a la eficiencia, señaló que está muy vinculada al tipo de trabajo. “Ya están las cuestiones sobre si el trabajo presencial es mejor que el grupo de teletrabajo. Depende del tipo de trabajo. Evidentemente hay trabajos que se pueden hacer en soledad, pero el trabajo que es la presencia física hace al trabajo mismo”, comentó. Sin embargo, hizo referencia a que cuando hay que obtener resultados concretos la presencialidad es fundamental por muchos temas. “Por supuesto que vamos a concluir respecto de esto, cómo se está concluyendo ahora, que la solución híbrida de horas de presencialidad o días de presencialidad y días de trabajo en el domicilio va a ser la más adecuada con el tipo de trabajo”, expresó. Y se interrogó sobre el problema del aburrimiento. “Las personas no son nada iguales y que también hay posibilidades de que tengamos que analizar las preferencias de las personas respecto de la posibilidad de estar trabajando solo o de estar trabajando en grupo”, indicó.

El expositor analizó qué sucede con la justicia. “La justicia está ya digitalizada y teletrabaja. En buena medida, estamos de acuerdo. En realidad, uno se ha pasado décadas diciendo que la justicia debía ser presencial. El juez tenía que estar con las partes, que los abogados, el juez y la parte tenían que formar parte de un sistema de interacción directo, que las cuestiones tenían que discutirse en forma personal. (...) Pero lo que estamos viendo es que, para el usuario, hasta para el abogado, se está alejando cada vez más el sistema judicial de la gente”, enfatizó.

Para finalizar, reconoció que el teletrabajo representará una ventaja para las personas que tengan mayor calificación profesional, mayor motivación, mayor independencia, mayor autocontrol, mayor espacio físico personal. “Si la persona tiene un trabajo aburrido en un ámbito deprimente, le da lo mismo solo en su casa porque está tan mal en un lugar como en el otro, se ahorra viaje. Es probable que le resulte útil en la medida que igualmente cuente con un lugar para hacerlo. Realmente pensar en horas de viaje para un trabajo aburrido donde no va a encontrar nada bueno en la oficina le puede servir”, explicó. “Hay muchas cuestiones que va a haber que manejar para que esto sea no solo útil para la eficiencia de la empresa, sino útil para la calidad humana de los trabajadores”, concluyó.

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