¡Seguinos!

Año XIX - Edición 349 26 de noviembre de 2020

Buscar

Sextas jornadas de jóvenes investigadorxs del Instituto Gioja

  • Notas

Los días 10 y 11 de noviembre se realizaron las sextas jornadas de jóvenes investigadorxs del Instituto Gioja.

El 10 de noviembre tuvo lugar el panel de apertura, titulado "Proyecciones de la investigación social y jurídica", que contó con la participación de Marcelo Alegre (director del Instituto Gioja), Pilar Arcidiácono (investigadora del CONICET y codirectora del Grupo de Trabajo Interdisciplinario Derechos Sociales y Políticas Públicas, UBA) y Leticia Vita (investigadora del CONICET y profesora adjunta con dedicación exclusiva de Teoría del Estado).

Moderaron María Eugenia Miguez y Camila Fernández Meijide.

En primer término, Marcelo Alegre manifestó: “Se aprobó el protocolo para el funcionamiento del Instituto y ya está aprobado el protocolo para el funcionamiento de la Facultad. Más que pensar en herramientas de investigación durante la pandemia, creo que tenemos que empezar a defender la idea de la presencialidad y de volver con todos los cuidados que hay que tener a volver a hacer investigación y docencia universitaria de manera presencial como sucede en otras partes del mundo civilizado”.

Por otro lado, se refirió al teletrabajo: “Se ha consolidado durante todos estos meses y creo que es algo que va a caracterizar el trabajo en el futuro. Vino para quedarse y está bueno que pensemos a partir de ahora formatos más híbridos de trabajo tanto en la investigación como en la docencia. Pienso que ahora todas las clases en el futuro, aun después de la vacuna, tendrán una computadora prendida para quien no pudo asistir o incluso si el docente tiene algún problema, o la mejor forma de dictar determinado tipo de clases puede ser de manera remota. Este es un primer desafío que va a marcar el futuro del trabajo de los investigadores. Hay que prepararse para eso en términos de equipamiento y de normas”.

Luego, sostuvo que “trascendiendo el problema de la pandemia, la investigación jurídica en general en Argentina lentamente se va fortaleciendo en la medida en la que aumenta el número de profesoras y profesores con dedicación exclusiva y los investigadores del Conicet con sede en las facultades de derecho. Esta sería la base material del crecimiento y la consolidación de una academia de investigadoras e investigadores en derecho y ciencias sociales”.

Seguidamente, Pilar Arcidiácono contó: “Entré en el Instituto en 2007, vengo de la carrera de Ciencia Política, hice mi maestría en Políticas sociales y el doctorado en Sociales, es decir, vengo de sociales (...). No me parece menor porque esto habla de cierta interdisciplinariedad que es básica y que hasta está en el nombre del instituto. Tiene que ver con las investigaciones sociales que forman parte de un acervo importante del instituto y que cada vez más va teniendo esa impronta”. Y agregó: “Me dedico a un campo que cruza las políticas sociales con otro campo, que es en el cual soy docente en la Facultad de Sociales, que es el campo de la sociología política. En el contexto del aislamiento, sobre todo en los primeros días, muchos y muchas de nosotros nos preguntamos qué hacer con la investigación por esa sensación de estar desahuciados por no poder hacer campo y tener armados proyectos en funciones de cosas que se han transformado y de un contexto familiar en muchos casos adversos”.

Además expresó que “hubo una preocupación metodológica de cómo hacemos para seguir con nuestros campos (...), cómo mantener la sensibilidad analítica frente a todo esto y cómo tener alguna distancia epistemológica en un contexto como este. Esto implicó adquirir destrezas con más o menos dificultad a los ponchazos porque implicó enfrentar campos desde acá adentro con una vida íntima y doméstica bien transformada. Implicó hacer campo y docencia con personas que entraban a nuestra casa y con nosotros metiéndonos en las casas de los otros”.

Hacia el final, contó que durante el aislamiento comenzó un trabajo con una colega de ver cómo se reconvirtió el trabajo de asistencia en un contexto de pandemia, sobre todo en los primeros días donde la mayoría de las oficinas no tenían las ventanillas abiertas: "Nos dimos cuenta, cruzando líneas de trabajo: la línea de burocracias con la línea de políticas sociales y los estudios sobre el estado, y empezar a ver cómo el Estado por primera vez tiene que dar respuesta masiva en temas de asistencia con una presencialidad limitada y en algunos casos cerrada".

Leticia Vita, por su parte, expresó: “Si hablamos de proyecciones de la investigación en este contexto, el diagnóstico en sí es negativo. No estoy diciendo nada nuevo con esto. La pandemia ha puesto de manifiesto desigualdades que ya existían. En el ámbito científico y académico que más nos toca se ha constatado una clara disminución de la productividad científica, sobre todo de las mujeres en comparación con los varones en todos los ámbitos, no solo en el jurídico”.

En este marco, especificó que “uno de los principales parámetros por el cual se nos evalúa como investigadores e investigadoras son las publicaciones y las publicaciones de alto impacto, no cualquier publicación. Y estos estándares son parámetros para futuro porque van a determinar aspectos centrales de nuestra carrera: las chances de conseguir o promover en un cargo más alto, obtener subsidios, avanzar en nuestras investigaciones. Mujeres o personas a cargo de cuidados en general publicamos menos y entonces vamos a tener menos oportunidades”. En esta línea, añadió que “las razones de la inequidad apuntan siempre al incremento de las tareas de cuidado y domésticas en este tiempo de pandemia a cargo sobre todo de mujeres aunque en este contexto muchos hombres creo que han realmente descubierto lo que es trabajar con un niño subido a la cabeza o lavar platos y cocinar en un ciclo infinito que no se acaba nunca, pero igual el mayor peso de esto sigue cayendo sobre las mujeres”.

Luego se refirió al acceso a la conectividad como una barrera. “Parece que lo damos por sentado, pero no todes realizamos investigación en las mismas condiciones. Hay becarios y becarias con estipendios congelados hace años, que tienen que afrontar sus gastos de conectividad y tecnología con lo que cuenten para realizar sus investigaciones. El Gioja nos brindaba un espacio confortable donde había acceso a tecnología, internet y materiales que hoy no podemos utilizar”, analizó.

El 11 de noviembre expusieron Karen Miranda (becaria UBACyT estímulo, estudiante de Abogacía), Julieta Lobato (becaria UBACyT de Maestría y doctoranda en Derecho, UBA), Nahuel Maisley (investigador del CONICET y doctor en Derecho, UBA) y Laura Clérico (investigadora del CONICET y doctora en Derecho por la Universidad de Kiel, Alemania) en el panel de cierre titulado “Trayectorias, recorridos y experiencias personales investigando en derecho”. Moderó Sofía Aguilar.

Para empezar, Karen Miranda contó su trayectoria personal como becaria de investigación. “Cuando tomé la decisión personal, profesional y laboral de dedicarme a la investigación trabajé en pos de ello: me incorporé a proyectos, asistí a congresos y traté de buscar y encontrar todos los espacios extracurriculares que diera la Facultad y también en el ámbito externo. También me pareció muy importante encontrar temas que me interesaban más que otros para trabajar y profundizar y muchos temas los fui tomando de la cursada en la carrera, pero la mayoría de los temas que después pude trabajar los obtuve fuera del ámbito curricular”, expuso y expresó: “Tuve algunas frustraciones, pero tuve muchas recompensas y más de las que esperaba. Tuve el placer y el privilegio de irme de intercambio, pude publicar mis primeros artículos, obtuve más de una beca y también fui seleccionada en varios proyectos en la Facultad por mis antecedentes”.

“Es importante destacar que hay muchas instancias tanto de investigación como instancias de beca en la Facultad y fuera de la Facultad en organizaciones y otras instituciones educativas o a través del Estado nacional para todas aquellas personas a quienes les interese, no de manera exclusiva, pero sí para ir formándose en el área de la investigación”, sostuvo y reconoció: “Creo que es importante presentar esta rama de trabajo y de desempeño profesional en derecho porque desde que pisamos nuestra Facultad no se nos presenta particularmente a nuestra carrera en derecho muy afín a la dedicación exclusiva en la investigación”.

Por su parte, Julieta Lobato expuso: “Mi carrera académica no es lineal. No empecé a investigar desde la carrera de grado, sino que desde los primeros años de cursada de la carrera me inserté en el mundo laboral y trabajé siempre en estudios jurídicos y en sectores de legales de empresas vinculados a derecho del trabajo. Desde inicios de la carrera tuve una fuerte inclinación por el derecho del trabajo, que es el campo donde investigo hoy por hoy, porque se me representaba como un punto de fuga o un derecho que se hacía cargo de ser una ciencia social y de regular relaciones sociales y, sobre todo, de intervenir en determinadas correlaciones de esfuerzo”.

En este contexto, contó que dio su primer paso en el campo académico de la mano de la docencia. “Me incorporo en una cátedra en la que al día de hoy sigo dando clases y ahí doy mi primer paso hacia la academia. Después me recibo y unos meses después de terminar la carrera un querido amigo y compañero del instituto me invita a formar parte del proyecto UBACyT de Leticia Vita”, comentó.

En cuanto a los principales obstáculos en el trabajo de investigación en el marco del derecho laboral, indicó que “se vinculan con que en el ámbito del derecho del trabajo no hay tradición de investigación. Solamente dos profesores, un profesor emérito de la casa, Adrián Goldín, y más contemporáneamente, Juan Pablo Mugnolo, son las únicas dos personas que se dedican exclusivamente a la investigación. Dejando esas dos excepciones, la investigación no es una profesión dentro de lo que es el laboralismo, al menos en Argentina. Esto a mí me representa algunos obstáculos porque hay muchas veces en las que tengo que armar mi propio marco teórico”.

A su turno, Nahuel Maisley expresó: “Reflexionar sobre este tipo de cuestiones de forma colectiva está bueno para discutir algunas cuestiones profundas que se deben poner sobre la mesa pero también para conocer historias y trayectorias que a veces no son públicas y para quienes están del otro lado de la mesa recién iniciando sus trayectorias en investigación son una incógnita porque esta es una vía profesional que no siempre está tan publicitada como debería”.

Seguidamente, compartió: “Decidí estudiar derecho sabiendo desde el comienzo que no me interesaba la práctica profesional como se la suele entender en la Facultad: el litigio. Me interesaba el derecho como fenómeno. Llegué a la investigación casi de carambolas. Cuando entré a la Facultad una de las cosas que hice fue ir a averiguar sobre qué oportunidades daba la Facultad para distintas actividades, sobre todo en el exterior y fui a una oficina que en ese momento era de Cooperación Internacional”. Y explicó: “Tuve una beca UBACyT, estuve de intercambio en Nueva York en la Universidad de Columbia, participé dos veces en una competencia de derecho internacional representando a la Facultad y todas esas experiencias me fueron permitiendo construir un perfil y un interés que, cuando terminó la carrera, ya tenía claro a qué me quería dedicar. Lo que no sabía era cómo hacerlo exactamente y pese a estar en la Secretaría de Investigación tampoco tenía idea de cuáles eran los mejores pasos a seguir”.

Para concluir, sostuvo: “Creo que verdaderamente nuestra generación es la primera que va a poder tener académicos y académicas verdaderamente globales desde el sur. Mi miedo cuando me volví de Nueva York fue quedar aislado (...) y de repente me di cuenta de que gracias a la tecnología podemos participar de un montón de cuestiones verdaderamente globales desde acá y creo que hay un valor en que nuestras voces de acá se escuchen allá y que podamos traer también las discusiones que se están dando afuera acá”.

Finalmente, Laura Clérico compartió sus trayectorias y las posibilidades institucionales que se dieron en esas trayectorias. “Empecé en el año 1984. Ese era un momento muy interesante porque era justo la recuperación de la democracia y cuando entrabas a la Facultad los pasillos estaban llenos de afiches hechos a mano con las siluetas de las personas desaparecidas en forma forzada que habían sido estudiantes de la Facultad. Y había mucha movilización política”, contó.
En este marco, recordó: “Me inscribí a muchas materias donde las profesoras hacían investigación en aquel entonces. La profesora de Derecho Constitucional era María Angélica Gelli que estaba escribiendo con Susana Cayuso un estudio sobre la acordada del año 1930 con mucho trabajo de sociología del derecho y análisis de contexto”. Y sumó: “Mi profesora de derecho administrativo fue quien me incentivó a iniciarme en la investigación. Y se presentó a una beca de DAAD que es una beca del Servicio Alemán de Intercambio Académico. Entonces, de Quilmes pasé a Kiel. Y ahí hice un LLM y mi doctorado”. Luego reflexionó: “Soy producto de las posibilidades institucionales que me dio la educación pública y gratuita en Argentina. No lo siento como algo tan personal, sino que se dieron esas oportunidades y las aproveché”.

Video