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Año XIV - Edición 250 18 de junio de 2015

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SEMPITHIDIA: Teoría e Historia del Derecho Internacional de la Antigüedad a la actualidad

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El 18 de mayo pasado en la Sala Vélez Sarsfield tuvo lugar un encuentro del Seminario Permanente de Investigación sobre Teoría del Derecho Internacional de la Antigüedad a la Actualidad (SEMPITHIDIA). En esta oportunidad, se realizó la conferencia de Filippo Battistoni, Doctor por la Universidad de Pisa e Investigador de la Graduate School "Distant Worlds" de la Universidad de Munich, cuya temática fue “Embajadores, jueces, proxenoi: formas de comunicación diplomática entre ciudades griegas”.

Para comenzar, Emiliano Buis, Director del Seminario, destacó la presencia del expositor y, entre otras cuestiones, mencionó que realizó una tesis doctoral que defendió en 2007 sobre Roma, mito troyano y diplomacia. “De esta tesis derivó un libro que se publicó en Bari en 2010. Dentro de este texto, nos interesa porque trabaja muy particularmente el vocabulario de las relaciones internacionales en el mundo antiguo y la relación con la terminología del parentesco aplicable a esos nexos entre ciudades-Estado”, describió Buis.

Acto seguido, Filippo Battistoni propuso debatir un problema general. “¿Puede decirse que la Antigüedad existía una diplomacia comparable con la moderna? Respecto a eso hay dos líneas de pensamiento antitéticas, que parten de perspectivas muy diferentes”, consideró. Por un lado, encontramos a los investigadores del mundo antiguo que por supuesto creen en la existencia de una diplomacia antigua. Por el otro, se cuenta con los teóricos de las relaciones internacionales para quienes en la Antigüedad había una diplomacia de emergencia, de ninguna manera preventiva. Entre otras consideraciones, Battistoni mencionó el estudio de Arthur Eckstein, quien sigue a los teóricos de las relaciones internacionales modernas y acaba proponiendo una visión anárquica de los vínculos entre estados antiguos. “Aunque a mi criterio el libro está equivocado en sus conclusiones, contiene reflexiones estimulantes”, remarcó Battistoni. Asimismo, algunos aspectos que no pertenecen únicamente al trabajo de Eckstein merecen ser analizados. “En particular, un gran déficit de la diplomacia antigua sería la falta de delegaciones permanentes en el extranjero, que podrían garantizar una relación constante y duradera”, aclaró. Como esto no existía y los medios de comunicación no permitían una transmisión veloz de las noticias, la diplomacia antigua era totalmente diferente de la de hoy, en la medida en que solo podía reaccionar frente a situaciones en la que ya se había provocado una crisis. “Los diplomáticos eran muy a menudo diletantes, elegidos para cumplir con una misión específica, más en razón del favor del que gozaban en su propia ciudad al momento de la votación que de la experiencia que tenían en el campo diplomático”, añadió. Para validar esta tesis, los investigadores deben necesariamente restar trascendencia a la figura de los próxenos. Además, sostuvo que resulta claro que las poleis mediterráneas estaban interconectadas y que estos vínculos se producían a través de personas físicas. “Si pensamos en cuáles son los personajes involucrados, los comerciantes claramente ocupan el primer lugar. Ellos viajaban continuamente entre su propia ciudad y aquellas en las que tenían intereses comerciales”, resaltó. No obstante, hizo referencia a que los comerciantes creaban un vínculo entre dos ciudades, pero este era solo fáctico y carecía de toda forma de reconocimiento oficial, no representaban a su ciudad en el extranjero, “las actividades que realizaban eran exclusivamente de orden personal, de modo que no podrían ser incluidas como parte de la esfera diplomática”, agregó. Diferente es el caso de los theoroi, enviados sagrados que solían visitar otras ciudades con el fin de obtener el reconocimiento de un culto e invitar a representantes extranjeros a las celebraciones. “En el sistema de valores del mundo griego, este reconocimiento era muy importante”, comentó. Las informaciones disponibles dependen sobre todo de las inscripciones que registran las respuestas positivas y las listas de los theorodokoi, las personas que se encargaban de recibir a los theoroi en su respectiva ciudad. Sin embargo, declaró que, aunque la actividad de los theoroi era diplomática, su permanencia en cada ciudad era probablemente muy breve.

Posteriormente, Battistoni señaló que en el caso de que en una ciudad la administración de justicia no pudiese desarrollarse según su curso regular, una de las soluciones posibles consistía en convocar a un grupo de jueces de otra ciudad. De esta manera, el expositor explicó que se conoce bastante bien qué ocurría en estos casos. Al elegir la ciudad a la cual se le iban a pedir los jueces, entre los factores relevantes cabe señalar las buenas relaciones entre las dos poleis. Incluso, es posible que las poleis cercanas hayan quedado excluidas a fin de evitar peligros de parcialidad o sectarismo. “Al desarrollar esa labor, los jueces se metían en el corazón de la vida política y cívica de una ciudad extranjera”, subrayó.

Respecto de los próxenos, el expositor indicó que la proxenia puede ser dividida en dos etapas: en la primera, la más antigua, el próxeno era un testigo, un garante en procesos civiles. En la época helenística, el próxeno representaba el principal punto de referencia de la polis que lo había elegido en su propia ciudad. “No se trata de un cónsul en sentido moderno ni tampoco de un embajador. Su desempeño estaba reconocido por la ciudad extranjera que lo había elegido y no por su ciudad de residencia”, enfatizó. Con relación a esto, Battistoni consideró que la aparente falta de participación de los próxenos en la mayoría de las tratativas diplomáticas oficiales no quiere decir que no hayan jugado un papel importante en el ámbito diplomático. Hacia el final de su ponencia, afirmó: “Podemos aseverar que hubo contactos, canales y agentes diplomáticos. Aunque estaban relacionados con personas físicas, estos lazos eran aceptados en un nivel quizás institucional y siempre social”.

“(El próxeno) no era un cónsul en sentido moderno ni tampoco un embajador. Su desempeño estaba reconocido por la ciudad extranjera que lo había elegido y no por su ciudad de residencia”, enfatizó Filippo Battistoni.