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Año IX - Edición 166 16 de septiembre de 2010

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Seminario Permanente sobre la Historia de la Facultad de Derecho - "Lucio Vicente López. Su trágica muerte y enseñanza"

  • Notas

En el marco del Seminario Permanente de Historia de la Facultad de Derecho, el pasado 25 de agosto se realizó la conferencia “Lucio Vicente López. Su trágica muerte y enseñanza” en el Salón de Usos Múltiples del Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio Lucas Gioja”, en la que se invitó a reflexionar sobre la violencia y la corrupción. Durante la actividad, hicieron uso de la palabra el coordinador del seminario, Dr. Tulio Ortiz; y el expositor invitado, Dr. Omar López Matos.

A modo de introducción, el Dr. Tulio Ortiz definió al profesor de Derecho Constitucional, Lucio Vicente López, como un hombre de la ciencia, la cultura y la historia. A su vez, recordó que murió en un duelo, asesinado por un oficial a quien había acusado de actividades ilícitas en la gestión pública.

A su turno, el Dr. Omar López Matos se refirió a los duelos y analizó la procedencia de la idea de defender el honor a expensas de la propia vida. De esta manera, aludió a los enfrentamientos singulares que se desarrollaban durante las batallas, a través de una contienda limitada, donde dos representantes de los ejércitos en pugna dirimían sus diferencias. Mencionó también la presencia de esta práctica en la era de la caballería, los códigos de los caballeros templarios, los señores teutones y todas las demás órdenes guerreras que fueron rescatadas en los tiempos del romanticismo. Indicó, asimismo, que la Iglesia interpretaba al duelo no como una defensa, sino como una venganza.

En cuanto a nuestro país, señaló que las guerras civiles, la anarquía y la dictadura de Rosas pusieron fin a esta primera época duelística. “No hacía falta retar a combate; constantemente se combatía o peleaba por estar a favor o en contra, por pertenecer a un bando o a otro; sólo mediaba la ley del más fuerte”, expresó. Observó entonces que el duelo quedó relegado al campo, donde cualquier actitud era suficiente para dejar brillar el filo de los facones. “A campo abierto, con el poncho de escudo y Dios como juez y padrino, se batían hasta que uno de los dos quedase tendido sobre la pampa”, manifestó. Aclaró también que el vencedor se encargaba de enterrar al contrincante con algunas palabras de reconocimiento a su valor. La lucha era siempre a muerte, ya que lucir una cicatriz en el barbijo significaba no haber aceptado terminar el duelo. Por lo tanto, era un insulto al coraje portarla. De tal modo, comentó que después de Caseros volvieron los unitarios, liberales y masones, que trajeron los nuevos ritos del duelo, a los que el Dr. Samuel Sánchez puso normas. A ellas se adhirieron los generales Vega, Pedernera, Rufino Guido, Evaristo Uriburu, Emilio Mitre, Gelly y Obes, el legendario Edelmiro Mayer, otros oficiales como Rudecindo Roca y Eduardo Massot, funcionarios de la talla de Marcos Paz, Domingo Faustino Sarmiento, y periodistas como Héctor Varela, Miguel Cané y Adolfo Massot, entre muchos otros. “El duelo se convirtió en la civilización de la venganza, como diría Leopoldo Lugones”, aseveró.

Con respecto al Dr. López, advirtió que siempre ejecutó actos de la más severa administración, sin importarle los intereses de quienes estuviesen inmiscuidos. Explicó entonces las investigaciones que realizó sobre ventas indebidas de tierras en tres partidos de la Provincia por el Coronel Carlos Sarmiento (Secretario privado del Ministro de Guerra, el General Luis María Campos). Remarcó además que el Dr. López dejó su cargo al asumir el Dr. Guillermo Udaondo y volvió a su cátedra, al Derecho y a sus libros. Mientras tanto, el Coronel Sarmiento se presentó a las autoridades que requerían su presencia, ya que existía un auto de prisión contra él. En virtud de ello, el Dr. Alcorta de La Plata lo remitió detenido al Departamento de Policía donde permaneció tres meses preso, mascullando su venganza, hasta que la Cámara Segunda de Apelación dictó sentencia en los asuntos hipotecarios del coronel Sarmiento, revocando el auto de prisión y ordenando la libertad del acusado. Agregó entonces que éste publicó una carta acusadora en “La Prensa”, que finalizaba lacónicamente con un “proceda”. En este sentido, resaltó que el Dr. Lucio López jamás había enfrentado un duelo y sus conocimientos sobre el uso de las armas eran más que insuficientes, pero estaba dispuesto a no dejar manchado su honor, por lo cual aceptó el desafío que se realizó el 28 de diciembre de 1984.

Hacia el final, hizo referencia al diario de Mitre, donde la mañana siguiente al duelo opinaron que “es absurdo admitir que el funcionario deba responder ante la vindicta y no ante la ley. De lo contrario nadie podría ejercer la autoridad que se entrega para defender la sociedad, porque siempre estará expuesto a encontrar una susceptibilidad lastimada que lo llamase al terreno de las armas”.