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Año VII - Edición 133 30 de octubre de 2008

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Seminario Permanente sobre la Historia de la Facultad de Derecho “Las Heras 2214. Un sueño inconcluso”

  • Notas

El 15 de octubre pasado el Seminario Permanente sobre la Historia de la Facultad de Derecho invitó a disertar a la Lic. María del Carmen Maza, quien brindó una conferencia titulada “Las Heras 2214. Un sueño inconcluso”. Tras la introducción brindada por el Vicedecano de nuestra Casa y coordinador del seminario, Dr. Tulio Ortiz, la Lic. María del Carmen Maza comenzó indicando que “la historia del edificio empieza a fines del siglo XIX; el espacio ofrecido por la sede de la calle Moreno era insuficiente y las autoridades comienzan a pensar en hacer otra Casa”, para luego puntualizar que, en 1896, se consiguió un predio en Av. de Mayo.

A continuación, señaló que, en el concurso celebrado para determinar a quien se le encargaría la construcción de la nueva sede participaron afamados arquitectos, y que al proyecto ganador se decidió realizarle algunas reformas. Sin embargo, recordó que al peticionar al Ministro de Instrucción Pública el desalojo del predio, éste respondió que sería inoportuno que los alumnos estuvieran en la zona proyectada, por lo que otorgó un terreno ubicado en las calles Paraguay y Libertad. Sobre el nuevo terreno -prosiguió-, había una litis pendiente, lo cual salió a la luz al momento de procederse a la licitación. En este contexto, relató que se volvió a pensar en el terreno de Avenida de Mayo, lo cual se truncaría con la conformación, en 1906, de la primera Comisión del Centenario, que incluiría entre sus proyectos la ampliación de Plaza Lorea.

Seguidamente, evocó la negociación entre la Facultad y la Municipalidad fruto de la cual ésta otorgaría el uso sobre el terreno de Av. Las Heras a aquella, que debería devolverlo cuando finalizara su utilización. Paralelamente, se formó una Comisión en la Facultad, que discutió a qué arquitectos convocar, muchos de los cuales se negaron a participar porque nuestra Casa quería la gratuidad de los proyectos. “Una vez que tiene todas las propuestas de los aceptantes, la Comisión del edificio evalúa, elabora un informe y lo remite al Consejo Directivo, que señalaría que ninguna le complacía”, comentó. No obstante ello, aclaró que desearon quedarse con algunas cosas de la propuesta de Arturo Prins, dado que era la contemplaba mejor las necesidades espaciales, aunque dando por tierra la fachada y el Salón de Actos.

A continuación, explicó que, tras la colocación en 1912 de la piedra fundamental del edificio, se pensaba que el Estado aportaría el dinero necesario para afrontar la construcción pautada para efectuarla por mitades, primero la delantera. Asimismo, opinó que para 1914, con los costos en aumento, para la empresa era muy difícil poder continuar la construcción si la Facultad no pagaba, por lo que empezaron a suscitarse conflictos. La llegada de la Primera Guerra Mundial implicó una demora generada por el encarecimiento de los materiales de construcción importados, lo que trajo como consecuencia la necesidad de comenzar a realizar obras para tratar de proteger al edificio, pero los fondos no llegaban. “Además de cambiar de cúpula a torre, se necesitó hacer un subsuelo más amplio y con otras necesidades”, sintetizó la expositora, quien argumentó que éstos diversos elementos, junto a la necesidad de reforzar los cimientos en las columnas, irían conformando el mito.

En otro orden de ideas enfatizó que pasada la Primer Guerra Mundial y reactivada la construcción, pudieron conseguirse algunos fondos por parte del gobierno nacional para 1919, con el fin de habilitar el sector administrativo y de aulas. De manera tal, comenzó a acelerarse la prosecución con los dibujos. “Se pensaba que con la partida de 2,5 millones de pesos podría habilitarse la parte principal, el frente sobre Las Heras y construir la biblioteca en la esquina de Azcuénaga y Pacheco de Melo, pero la suma no alcanzó”, aseveró.

Hacia el final de su ponencia, recordó que el 17 de noviembre de 1925 se realizó la inauguración oficial del edificio, dentro de un contexto de opinión pública que traducía la idea de que la obra nunca se concluiría.

Por último, reflexionó acerca del proceso al cual calificó como un sueño de las autoridades y del arquitecto. En este sentido, opinó que los argentinos tenemos muchos sueños inconclusos porque no podemos continuar obras institucionales y reclamó que no se siga pensando en proyectos monumentales y cuasifaraónicos cuando no se dispone de fondos para ello. “De todas maneras, es un edificio que debe preservarse y consolidarse”, finalizó.