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Año VIII - Edición 142 22 de mayo de 2009

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Seminario Internacional sobre Globalización y Efectividad de las Reglas Mínimas de la Organización de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Presos

  • Notas

El Salón Rojo de la Facultad de Derecho fue el lugar escogido por el Comité Permanente de América Latina para la Revisión de las Reglas Mínimas y por la Fundación Internacional Penal y Penitenciaria para la realización, entre los días 27 y 29 de abril, del Seminario Internacional sobre Globalización y Efectividad de las Reglas Mínimas de la Organización de las Naciones Unidas para el Tratamiento de los Presos.

El 27 de abril se efectuó el acto inaugural del evento. El panel de apertura estuvo compuesto por el Vicedecano de nuestra Casa de estudios, Dr. Tulio Ortiz; el Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y Profesor Emérito de la Facultad de Derecho, Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni; el Vicepresidente del Supremo Tribunal Federal de la República Federativa del Brasil, Dr. Antônio Peluso; el Juez de Cámara del Estado de Sao Paulo, Dr. Marco Nahum; el Embajador de Brasil en nuestro país, Mauro Vieira; el Procurador General de Justicia del Estado de Pará, Dr. Geraldo Rocha; y el Profesor de la Universidad de Neuchâtel (Suiza) y Director de la Fundación Internacional Penal y Penitenciaria, Dr. Pierre Henri Bolle.

En primer término, el Dr. Tulio Ortiz dio inicio al acto académico afirmando que la Facultad es un espacio para el debate de temas profundos y vitales como aquellos que ponen en juego la libertad y el orden. Con el enfoque moderno de esta institución, deseó el mayor de los éxitos a los participantes.

A continuación, el Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni señaló que revisar las Reglas Mínimas es una tarea que para algunos puede significar remar contra la corriente. En tal sentido, opinó que asistimos actualmente a un momento de vaciamiento político, de destrucción del Estado Social de Derecho y de la tentativa de compensar, virtualmente, la inseguridad que este quiebre produce con campañas de ley y orden permanentes que sólo empuñan un discurso de carácter vindicativo con potencial de destrucción de los derechos humanos por su base.

Por otra parte, señaló que para los argentinos el contexto resulta profundamente tocante y recordó que mientras estaba desarrollándose en Ginebra la reunión internacional que diera origen a las Reglas Mínimas en el año 1955, en nuestro país se produjo un golpe de Estado.

A su turno, el Dr. Antônio Peluso agradeció en nombre de la delegación brasileña a las autoridades y profesores de la Facultad.

Acto seguido, hizo uso de la palabra el Dr. Pierre Henri Bolle. En primer lugar, subrayó que la reforma de las Reglas nunca se tentó en el seno de las Naciones Unidas por razones de índole político y jurídico. Luego, entendió que la prácticamente nula aplicación de las Reglas en algunos países implica un problema fundamental. Posteriormente, consideró que las prisiones, en estos últimos tiempos han conocido una verdadera revolución, por lo que no pueden ser administradas como hace cincuenta años; “resulta un servicio público moderno que exige del Estado múltiples inversiones”, sintetizó.

En otro orden de ideas, argumentó a favor de la necesidad de reformar las Reglas Mínimas regionalmente, proceso al que definió como una responsabilidad hacia Naciones Unidas, los países y la región, pero fundamentalmente hacia los detenidos. Seguidamente, reseñó los dos motivos principales por los cuales el principal foro multilateral se oponía a las reformas de carácter regional. Uno de ellos, de carácter práctico y político: “evitar una reforma lentamente de un país y del otro”. El restante, fundamentalmente jurídico: dada la universalidad de los derechos humanos; su regionalización implicaría debilitarlos. No obstante ello, agregó, en 2008, la ONU aceptó las reformas para las Américas y el Caribe. “La argumentación convincente se basa sobre una idea: los derechos humanos son universales y deben crearse así, pero los medios para su salvaguarda deben ser regionales”, concluyó.

Hacia el final de su exposición, se refirió a los Principios y Buenas Prácticas sobre la protección de las personas privadas de libertad en las Américas elaborados por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. “La reforma es innovadora y audaz, se trata de hacer entender al mundo la voz de América Latina y el Caribe en materia de derechos humanos”, finalizó.

Por último, el Dr. Geraldo Rocha tuvo a su cargo el cierre del acto inaugural. Tras manifestar la satisfacción con la que el Ministerio Público de Pará se haga presente en el Seminario, expresó el interés del organismo que representa en cuestiones relativas al mejoramiento de la infraestructura, condiciones físicas y psicológicas de los encarcelados. Destacó la importancia y relevancia de los temas y asuntos que se discutirán en el encuentro, así como también la participación de hombres ilustres de la ciencia del Derecho. Para finalizar, sostuvo que los establecimientos carcelarios deben estar en condiciones para que los presos tengan mejores posibilidades de ser tratados con dignidad.

El día 29 de abril, el Profesor de nuestra Facultad y ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni presentó su exposición en el panel relativo a “Globalización y el futuro de la ejecución penal”.

Señaló que la globalización ha traído como consecuencia el aumento y surgimiento, en muchos países, de una categoría social, reducida anteriormente y bastante notable ahora que son los excluidos del sistema de producción, que actualmente es de carácter estructural y permanente. También aseguró que este fenómeno ha producido un debilitamiento del poder de los operadores de los Estados Nacionales y ha provocado una considerable polarización de riqueza.

De acuerdo al expositor, este debilitamiento de los Estados lleva a que sus operadores no tengan espacios para modificaciones estructurales ni para tomar medidas tendientes a contener el fenómeno de exclusión social que se produce a nivel mundial.

“Nos encontramos frente a un escenario poco entendible: van renaciendo viejos racismos, se agudizan contradicciones que generan violencia y producen que se vea al excluido como el otro”, expresó el Dr. Zaffaroni, agregando que “tenemos la sensación de que todo está cambiando porque estamos entrando en una nueva etapa de poder planetario diferente y el sentido de las cosas en el mundo cambian”. De esta manera, destacó que el viejo Estado de bienestar entró en crisis y, de la inseguridad que crea la pérdida del Estado providente, surge una política de proyección, no de realidad. Por consiguiente, manifestó que la sensación de inseguridad de la gente se trata de compensar con otra seguridad, la seguridad frente a la amenaza del otro, del diferente, del excluido, y esa sensación de inseguridad que se manipula políticamente para tratar de compensarla, toma como instrumento el sistema penal, provocando una general demagogia defensiva, plagada de prejuicios y operando como el sustituto de la seguridad que daba el Estado providente.

Por otra parte, afirmó que el presente de la ejecución penal en América latina es terriblemente problemático ya que en todos los países aumenta el porcentaje de presos procesados, es decir sin sentencia definitiva y la ejecución penal está reducida a un porcentaje mínimo de presos.

Puntualizó que el modelo que se está asumiendo en el mundo es la cárcel de carácter retributivo y sostuvo que la vieja ideología de la resocialización es autoritaria en el fondo porque si se tiene que reinsertar y reeducar, lo que se quiere hacer es modificar la conducta y los valores a un grupo de personas prisionizadas. Por ello, consideró que en términos prácticos, esta posición es inviable.

Posteriormente, el disertante remarcó que el objetivo de la ley penal es neutralizar al sujeto para que en el futuro no pueda realizar esa conducta y observó que en este modelo de cárcel, la tortura es blanca, no es sangrienta, deteriorando al sujeto mentalmente hasta llegar a una inocuidad por degradación. Aseveró que toda la comunicación social de nuestra región está exclusivamente orientada hacia la idea de que el único riesgo de vida que tenemos es el delito callejero.

Cerca del final de su exposición, distinguió tres escenarios posibles si se mira el futuro con la perspectiva del siglo XXI: “un escenario negro o rojo sangre”, el cual continuaría con la tradición genocida del siglo XX y tendría más presos y más muertos, acentuándose el deterioro de las cárceles que tenemos como verdaderos campos de concentración, con un fraccionamiento en nuestras sociedades, las cuales se tornarían más violentas.

No obstante, propuso un camino distinto basado en un escenario donde se podría bajar el número de presos, sacar del ámbito de la decisión punitiva una cantidad de conductas y se podría dar marcha atrás en cuanto a la administrativización del Derecho Penal. De esta forma, opinó, aumentaría la seguridad jurídica de la ciudadanía. Destacó también que la masa prisionizada no puede ser objeto de un tratamiento sino de un trato.

Como tercer escenario, se refirió al tecnocrático, aquel que proporciona la tecnología de la revolución tecnológica, la cual es una tecnología de comunicación pero que al mismo tiempo es una enorme tecnología de control, afirmando que “si pensamos en el avance de la electrónica en los últimos 40 años, no es impensable que en el curso de las próximas décadas la cárcel pueda desaparecer, no de manera utópica, la desaparición sería tecnológica”. Esto podría suceder, explicó, en el caso en que con la tecnología no tengamos más necesidad de encerrarlo porque podamos obtener la misma seguridad sin encerrarlo, sobre todo si ese medio resulta más barato. Esta alternativa hoy no está disponible, pero hizo mención a una nueva generación de chips.

Por lo tanto, declaró que el futuro dependerá del camino que tome la humanidad, “si se opta por el camino sangriento, será mucho más terrible”; en cambio, “si se opta por el camino positivo, la tecnología amplía ámbitos de libertad, nuestras posibilidades de realización, dependiendo de cómo se la emplee”, finalizó.