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Año IX - Edición 170 19 de noviembre de 2010

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Seminario: “El legado de Raúl Alfonsín”

  • Notas

En el marco del Seminario “El legado de Raúl Alfonsín”, el 4 de noviembre se realizó en el Aula 1 de Extensión Universitaria de la Facultad, una nueva reunión a cargo de los politólogos Fabián Bosoer y Luis Tonelli, quienes se refirieron a “Estado, Globalización e Integración Latinoamericana” y “Partidos Políticos”, respectivamente.

Dando comienzo a la jornada, el periodista y politólogo Fabián Bosoer, hizo uso de la palabra para aludir a las ideas y a los procesos históricos en los cuales Alfonsín se vio inmerso y de los cuales fue protagonista.

En primer lugar, señaló que las circunstancias de la historia en nuestro país y la época que nos ha tocado hacen que haya pensado en este momento como una suerte de aproximación a lo que se podría llamar tradición y transformación en la democracia argentina. En ese sentido, explicó que con “tradición” aludía a continuidades, que hacían perdurables las conquistas, y con “transformación”, al cambio que nos permitía aprender y avanzar en el camino de construcción de una Nación.

Así, abordó el legado de Raúl Alfonsín en lo referido a su política exterior y a sus ideas sobre la inserción de la Argentina en el mundo, destacando que conforman un cuerpo de pensamiento político que en otras épocas hubiéramos llamado doctrinario, sobre el lugar de la Argentina en el mundo.

En tal sentido, mencionó que su legado doctrinario se configuraba por la relación necesaria entre el desarrollo de la democracia, la búsqueda de un Estado integrado y la democratización de las relaciones internacionales, subrayando de qué manera desde el principio prefiguró que no había posibilidad de construir una democracia arraigada y enraizada, si no era abordando de lleno la idea de la reconstrucción del Estado Nacional.

De esta manera, abordó tres dimensiones de este legado: en primer lugar, una dimensión biográfica, referida a la vida del hombre político y estadista, con su trayectoria personal; en segundo, la dimensión propiamente política, que se compone con su obra de gobierno, los pilares y caminos que marcó en la construcción de la democracia en la Argentina y en su proyección latinoamericana; y en tercero, una dimensión filosófico intelectual, que remite a sus ideas como hombre político, como hombre de Estado, como ex presidente, que no dejó de pensar, escribir y reflexionar y debatir tanto a propósito de su propia acción, como de los cursos de la política nacional e internacional.

En cuanto al núcleo de las ideas sobre política internacional y la política exterior, señaló que inicialmente tenía como principal objetivo insertarse en el mundo; y este era el desafío de la transición democrática después de la Guerra de las Malvinas. Agregó que “Argentina debía incorporarse activamente al concepto de las naciones, superar la insularidad, su condición periférica y subalterna, o sea, el movimiento de inserción activa suponía esta actitud de apertura y de activismo internacional”.

A su turno, el politólogo Luis Tonelli se refirió a la cuestión de los partidos políticos y marcó que Raúl Alfonsín no tuvo que lidiar con una transición sino con varias de ellas, sumamente complejas, de las cuales ni siquiera los especialistas académicos testigos de su época tomaban noción de lo que ocurría.

Identificó que entre los pocos recursos con los que contaba en su haber, se encontraban los partidos políticos, sobre los cuales estimó que hubo una consonancia muy fuerte entre lo que pensaban los politólogos y lo que pensaba Alfonsín, dado que entre esos haberes, uno daba casi por una cuestión lógica que la Argentina iba a tener en su centro político a los partidos políticos; y agregó que había algo de eso quizá en la forma en que el radicalismo veía la historia del desarrollo ciudadano, pues era algo natural pensar que se contaba con los partidos políticos, porque en última instancia, habían atravesado y sorteado todas las expresiones dictatoriales de las que uno pueda pensar desde la imaginación más frondosa.

Prosiguió explicando que esos partidos, con diferentes grados de posicionamiento frente a las diversas formas que toma en la Argentina el fenómeno autoritario, habían logrado persistir, y se colocaron institucionalmente frente a la dictadura, lo cual marca la transición argentina de un modo muy peculiar.
Por otra parte, indicó que frente al mito de la imbatibilidad del peronismo, Alfonsín inauguró un escenario donde la alternancia es posible., el papel de los partidos políticos se tomó como el de una natural evolución, hacia partidos más estructurados y organizativos, hacia un gobierno de partidos y hacia un sistema de partidos consolidados. Esto estaba en el corazón del pensamiento institucional de Alfonsín, que uno podría decir está por un lado dominado por la moderación del hiperpresidencialismo, y del otro, en conexión directa, ligado a la idea de un gobierno democrático de partidos políticos. De este modo, los partidos políticos eran el instrumento de democratización privilegiado.

Hacia el final de su ponencia, aludió a la fragmentación y debilidad política del sistema, de la cual consideró todavía no hemos salido; y añadió que si bien es innegable que ha habido recuperación en muchos ámbitos de la vida argentina, es para discutir si ha habido una reconstrucción institucional de la vida política.