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Año VIII - Edición 156 30 de diciembre de 2009

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Seminario de Ética Profesional

  • Notas

El 30 de noviembre tuvo lugar en el Salón Rojo la última reunión del Seminario de Ética Profesional. En la ocasión los Dres. Ricardo A. Guibourg, Noemí Nicolau y Juan Cianciardo expusieron sobre “Ética de la Docencia y la Investigación en Derecho”. El moderador fue el Abog. Roberto Campos.

En primer lugar, el Dr. Juan Cianciardo entendió que la perdida de la noción de la verdad tuvo consecuencias tanto para la universidad como para el abogado. En cuanto a las primeras, “el profesor no es visto como aquel que tiene como vacación la búsqueda y la transmisión de la verdad porque no hay verdad que encontrar, pero como todo trabajo es una praxis orientada por una finalidad, la perdida de la noción de verdad condujo a una mutación de la finalidad”, que tuvo lugar en la reducción del trabajo universitario excluyendo la investigación y en la sustitución de la docencia en aras de la verdad por la mera búsqueda de utilidad.

Con respecto a las consecuencias para el ejercicio de la profesión del abogado, declaró que una de sus manifestaciones se pueden encontrar en el lenguaje jurídico forense, contaminado de ficciones, oscuridades, vaguedades e imprecisiones deliberadas, por ende “el discurso sobre el derecho se ha encerrado en un tecnicismo jurídico esotérico y enrarecido, que condiciona la legitimidad democrática de las leyes y las sentencias”, porque sólo los muy iniciados entienden lo que dicen y escriben los abogados.

Por otra parte, manifestó que el profesor universitario tiene un trabajo con tres partes: la docencia, la investigación y la gestión estratégica y operativa de la universidad, aunque “el eje debe ser la investigación porque permitirá que se enseñe en un rato lo que cuesta mucho tiempo aprender, y será la fuente de la que brotará el aporte más genuino y enriquecedor de su trabajo”.

Del mismo modo, subrayó que el trabajo del profesor deberá apuntar a la formación del estudiante, más allá de los aspectos técnicos, “inculcando amor por el saber en general, por el filosófico y la cultura, como parte integrante del mismo”, pero lograr esto exige que no se tenga más estudiantes de los que sean posibles atender, debe existir un encuentro personal entre el profesor y sus alumnos, una formación de cada uno de los discípulos en libertad y responsabilidad, y la formación profesional técnica en el dominio de la disciplina en que cada uno de los profesores se dedica.

A continuación, el Dr. Ricardo A. Guibourg aclaró que la ética puede significar algo distinto para cada persona, porque aún cuando muchas personas estén de acuerdo, por ejemplo, en que el homicidio es algo malo, es probable que cada una de las personas que están de acuerdo en esto, debidamente interrogadas, opinen que es malo por alguna razón diferente, ya que no están de acuerdo en el contenido de la palabra justo, malo o bueno.

En tal sentido, afirmó que antes de la introducción de la imprenta, el método medieval consistía en que el maestro daba su lección, que era leer públicamente los libros de pergaminos mientras que los estudiantes tomaban notas, y tenían que ser capaces de repetir lo aprendido. Actualmente se habla de aprendizaje porque “la medida de la eficacia docente no depende del cumplimiento de un programa por el profesor, sino del resultado que éste proceso tenga en la mente del alumno”.

Finalmente, resumió que la investigación no solamente tiene que ofrecer ideas nuevas, sino además debe presentar las descripciones, con uso de un lenguaje y con sujeción a un método, que permitan a cualquier interlocutor interpretarlas y verificarlas, prescindiendo de sus opiniones, y posteriormente, que logre presentar sus opiniones valorativas, mediante argumentos que el interlocutor comprenda.

En último lugar, la Dra. Noemí Nicolau resaltó que la Universidad tiene la industria de la información y del conocimiento, aunque acarrea problemas éticos desde el punto de vista macro, “en realidad va a ser la generadora del conocimiento, va a tener el riesgo de caer en grandes problemas éticos, por eso algunas universidades han pensado en su propia autorregulación en materia ética”.

Luego, comentó que en el ámbito universitario, hay una ética institucional y una individual, en la primera se colocaría la intervención cuantitativa de la Facultad, el problema se encuentra al momento de la elección, aunque lo más grave es cuando se interviene para cercenar, es decir, querer tapar el avance científico.

Por ende, analizó que es un desafió, para las autoridades que controlan la universidad y la investigación, el pensar en cada supuesto concreto, a quien beneficia y a quien perjudica lo que se investiga.

De esta manera, resaltó la importancia de controlar el perfil ético y de integridad de los investigadores, relacionado a la búsqueda de la verdad y del empleo de medios éticos, además de propiciar la formación ética de los que se están iniciando en la docencia, en la investigación y en la extensión.

Para concluir, afirmó que la ética en la extensión universitaria, por ser la industria del conocimiento, vincula a la misma tecnológicamente con las empresas, imponiéndosele la obligación de vincularse, “ojalá hiciéramos extensión al medio por la extensión al medio, lo que pasa es que hacemos extensión al medio por la contraprestación económica, porque estamos necesitados de fondos”, y es una gran perversidad que las altas casas de estudios queden atrapadas en lo que las empresas quieren.