¡Seguinos!

Año VIII - Edición 147 27 de agosto de 2009

Buscar

Seminario de Ética Profesional “Perspectivas Éticas de las Profesiones en general”

  • Notas

En el marco de la Cátedra Libre de “Ética profesional” coordinada por el Dr. Miguel Ángel Ciuro Caldani, el 10 de agosto se realizó la segunda reunión del seminario que versó sobre las “Perspectivas Éticas de las profesiones en general”. La actividad se desarrolló en el Aula 361 de nuestra Facultad y contó con la exposición de la profesora Dra. María Isolina Dabove.

Para comenzar, la disertante explicó que la ética es una disciplina compleja, ya sea por su composición, por su dinámica o por su función ambivalente, como también, presenta su enclave en realidad, en las costumbres, en las actividades cotidianas, en los humores.

De esta manera, aseguró que la ética “mira las acciones, las recoge como materia de análisis, para ver en que medida son legítimas, y las antepone contra un espejo que es ideal”.
Por ende, señaló que el objeto de la ética son las conductas humanas, lograr el fin mismo de alcanzar la felicidad, de construirla, con el precio de moldearla bajo ciertos cánones. Sobre la felicidad, dijo que hay una coincidencia histórica por muchos pensadores y filósofos, de distintas épocas, que la consagran como meta fundamental de la ética, sin entrar en la discusión, también histórica y filosófica, de definir el término.
En cuanto a la relación que tiene la ética con el Derecho, explicó que está constituida por tres componentes: conductas, valores y normas. Estas últimas, una vez que se formalizan “no son tan relevantes como en el Derecho, y es esta una de las grandes diferencias que presentan”.

En lo atinente a la dinámica que presenta, remarcó que existe una duplicidad de procesos, ya que al ponerla en marcha se produce un desdoblamiento de estos, por un lado se muestra como un proceso reivindicativo de la voluntad, expansivo y vital, y por otra parte, se presenta como un proceso apolíneo, retrogrado y defensivo. 

Por otra parte, mencionó la evolución histórica que ha sufrido la ética, “evolución pendular”, y sobre todo la ética profesional, que presenta un carácter complejo y bipolar, tomando el mandato generalizado e igualitario del bien y la felicidad, y sin embargo “pone su atención, simultánea, sobre rasgos, intereses, facultades peculiares de una parcela de agentes morales que se distinguen y diferencian por su superioridad técnica o científica dentro de algún ámbito”, y como consecuencia inevitable, genera contradicciones en la gente y en el propio profesional.

En consecuencia, agregó que existen dos clases de sujetos: los profesionales, diversos y mejores, poseedores hegemónicos de ciertos saberes y ciertas habilidades, y el resto de la población que ignora y no domina las artes de ese campo, resultando dependiente y vulnerable.

No obstante, subrayó el escenario complejo de la ética, que “se multiplica y agiganta cuando lo miramos a la luz de las nuevas relaciones humanas que ha dado lugar esta era de la globalización-marginación, donde hay elegidos y parias, especuladores y consumidores”.

Luego, se refirió a los interrogantes que surgen del carácter paradojal y bipolar que presenta la ética profesional, como es considerar a la abogacía como un medio de subsistencia, un medio laboral, o como una vocación; si bien los códigos de ética profesional remarcan la supremacía del carácter vocacional de la disciplina, la práctica habitual denota lo contrario. Del mismo modo, destacó el interrogante sobre el papel que juegan los sentimientos ambivalentes que nutren cada una de las acciones, para poder construir una ética posible y legitima en la profesión, y afirmó que “una ética viva debería tomar el guante de estas emociones para poder hacer un análisis honesto, auténtico, de lo que nos va sucediendo en el ejercicio de nuestras profesiones”.

Por su parte, aclaró que se ha dado un escaso tratamiento filosófico a la relación existente entre la ética profesional aplicada con el Derecho, ya que “se trata de dos ámbitos inconexos que funcionan en paralelo o, más bien, ocurre que la ética aplicada, por sus componentes y su dinámica, no es más que una rama del Derecho, que podría denominarse derecho disciplinario profesional”.

En tal sentido, remarcó que la ética se articula sobre una concepción del abogado, adoptada de los códigos vigentes, que lo han diseñado bajo el paradigma del ejercicio unívoco, disciplinar, liberal, independiente y solitario de la profesión, mientras los conflictos jurídicos que se le presentan a un abogado, le reclaman abordarlo de manera multívoca, interdisciplinaria, interdependiente, social y de trabajo colectivo.

Para finalizar, concluyó que la ética es una disciplina compleja y paradojal, por su composición tripartita, por su dinámica desdoblada y por su función ambivalente en la cultura, pero también se nota que a causa de ese carácter complejo y bipolar, en la ética, “se genera una cantera enorme de preguntas que movilizan para la acción”.