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Año VII - Edición 133 30 de octubre de 2008

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Sartre/Merleau-Ponty: una ruptura política

  • Notas

El Centro Franco-Argentino de Altos Estudios de la Universidad de Buenos Aires invitó el pasado 1 de octubre a la profesora Judith Revel (Universitè Paris III) para brindar una conferencia titulada “Sartre/Merleau-Ponty: una ruptura política”. El encuentro contó también con la presencia del Director Ejecutivo de la institución organizadora, Dr. Patrice Vermeren (Universitè Paris VIII). La traducción fue efectuada por Laura Lambert.

“La ruptura intelectual, filosófica y política que se produjo entre Jean Paul Sartre y Maurice Merleau-Ponty en julio de 1953 fue borrada de la historia de la filosofía”, señaló preliminarmente la profesora Judith Revel, quien luego aseveró que prácticamente nunca fueron analizadas las razones de aquel alejamiento, pero cuando se lo hizo se dijo que se trató de una cuestión filosófica. En este sentido, recordó una explicación brindada por una especialista en fenomenología, según la cual fue Sartre quien, por su propia confesión, reconoció que hubo entre ambos una incompatibilidad fundamental de pensamiento sobre la cuestión del estatuto de la negatividad.

No obstante, tras recordar que Sartre siempre recubrió la ruptura con interpretaciones extrañas, propuso una interpretación política del acontecimiento, que tuviera lugar en torno a concepciones diferentes relativas a tres puntos críticos. En primer término, el acontecimiento y la historia; en segundo, la subjetividad en la historia; y, por último, la libertad y la revolución. De esta manera, sostuvo que detrás de todo ello se encubren diferentes concepciones de lo político en general, de la relación con Marx en lo particular y de lo intelectual en su relación con lo político, respecto a lo cual Merleau-Ponty anticipó figuras prácticas que se explicitarían en Francia después de 1968.

A continuación, resaltó la existencia de varias misivas que dan cuenta de la situación de ruptura entre ambos filósofos. A su vez, deploró el hecho de que toda la producción de Merleau-Ponty luego de la ruptura fue subestimada totalmente y sólo comentada por un discípulo que tuvo un importante rol en la ruptura; “como si se le negara todo discurso político y filosófico, como si se lo hubiera hecho estallar bajo la figura dominante de Sartre”.

Por otra parte, la profesora Revel afirmó que resultó fundamental la publicación en “Los tiempos modernos” del texto “Los comunistas y la paz”, de Sartre. Para ese entonces, mientras Sartre se acercaba al Partido Comunista, Merleau-Ponty se alejaba, lo cual no es anecdótico en tanto define dos tipos de indagatorias filosóficas y de prácticas políticas. Luego, describió minuciosamente la sucesión de hechos producidos como consecuencia de la publicación de aquel texto y subrayó que, tras un largo silencio, Sartre escribió la primera carta. Asimismo explicó que en esa época, este filósofo pensaba la libertad, y entendía que el primer paso para reconquistarla era saber reconocer en la contingencia de las existencias la marca de la universalidad de la condición humana, para lo cual se hacía menester la intervención de alguien que “despertara a los oprimidos”: el intelectual comprometido. Además, observó en Sartre tres niveles de discurso: uno político, según el cual la función del intelectual sería hablar en lugar de los otros; un segundo vinculado a la insistencia sobre la idea de la conciencia y sobre el hecho de que tomarla hace pasar de un espíritu subjetivo e imperfecto a otro objetivo, realizado; y un tercero enraizado en la concepción de la historia a la vez dialéctica y teleológica. De la misma manera, explicó que, sobre esos niveles, Merleau-Ponty se ubicó en una posición diferente.

Posteriormente, examinó la misiva escrita por Sartre y estimó que a través de ella acusó a su otrora compañero por abandonar la política a favor de la filosofía. En un mismo nivel de análisis, comentó que el receptor de aquella carta, en su respuesta, nunca intentó justificarse, sino que simplemente expuso que su concepción de la historia no es la misma. También en su escrito, Merleau-Ponty diría a Sartre que el espíritu objetivo no existe porque “tu propia concepción de la historia sigue siendo idealista”. Con ello, la conferencista puntualizó el primer punto de desacuerdo: para Merleau-Ponty “el mundo objetivo no existe, lo que existen son relaciones de fuerza, de poder, determinismos, pero nada está por fuera de la historia”. Siguiendo con su análisis, la profesora Revel entendió posible observar en aquél una relación con lo político y con la historia que es a la vez subjetiva, determinada y arraigada en el presente. “No puede pensarse la historia sino a partir de ella misma, uno mismo es un producto de esa historia, por eso no existe la objetividad y la realización total del espíritu objetivo es para Merleau-Ponty metafísica o ideología”, sintetizó.

Entretanto, declaró que uno de los temas más importantes que emerge de aquel filósofo y permanece ignorado por la historia de la filosofía es una distancia respecto a una historia a la vez dialéctica y teleológica, que en él se transforma en una historia extraña que conserva el motor dialéctico, pero sin la teleología.

En otro orden de ideas, realizó un breve examen del epílogo de una obra, escrito por Merleau-Ponty después de la ruptura y observó que en él tiene un concepto de la historia, sin fin, en el doble sentido de la palabra -sin término ni finalidad-; “hay perspectivas que se abren entre sí, cuya única unidad es la experiencia”, opinó. Para concluir, analizó nuevas citas relativas a la libertad y la relación entre la revolución y la actividad crítica, para examinar la lejanía de la dicotomía que Sartre planteó entre el Partido y los contrarrevolucionarios.