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Año IV - Edición 71 14 de julio de 2005

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Presentación del libro La razón ausente, de Julio Virgolini

  • Notas

José Simonetti introdujo brevemente la estructura del libro. Explicó que la primera parte trata la relación entre la criminología y el orden político; la segunda parte es una suerte de historia intelectual amplia de la criminología; y, finalmente, el autor analiza la relación del paradigma orden-trasgresión. Allí, en donde Simonetti ubica el punto más interesante, Virgolini dedica un lugar especial al tratamiento de los crímenes de cuello blanco y el crimen organizado. “¿Qué es orden y qué es trasgresión?” son las preguntas que subyacen a lo largo del texto.

En el prólogo del libro se sostiene que la criminología es insensata por sus contradicciones y por no tener razón de ser. Sin embargo, Simonetti consideró que la criminología y la sociología se vuelven insensatas no tanto por no tener razón de ser sino por no saber detectar bien cuál es esa motivación que existe. “Las cuestiones sociales no se dan espontáneamente y la ley no aparece así como así”, advirtió. En respuesta a tan brusca afirmación, explicó que hay es un grupo dominante que inventa un orden social, impone sus leyes y se arroga el derecho de romperlo a su conveniencia. El texto invita a pensar el porqué de la criminología y, a partir de ello, a ver la Historia desde otro ángulo, como una sucesión inacabada de crímenes.

Roberto Gargarella aportó una visión constitucionalista. Ante todo, celebró las iniciativas propuestas por la obra hacia el ejercicio de un pensamiento diferente.

En ese sentido, compartió la preocupación con el autor por la aparición de un derecho penal anormal. También comentó que a través del libro, Virgolini nos permite reconocer nuestra sociedad observando sus fundamentos de derecho penal.

Por otra parte, explicó que hoy nuestro país presenta un debate entre dos filosofías políticas en pugna. La primera es la filosofía política dominante en el derecho penal, que considera al individuo como un ser egoísta que intenta sacar ventajas a partir de los huecos del sistema. Esta corriente confía en que una elite populista lidere e imponga un orden a cualquier costo.  De esta manera, se opera pensando que el ciudadano es un ser calculador al que se debe responder con su misma moneda. Para Gargarella, el derecho penal que tenemos no surge tanto a los “ponchazos” –como se cree– sino que allí se encuentra su lógica: una apariencia de desorden que es dirigido hacia cierta dirección.

El libro cuestiona entonces: ¿cómo se le explica al excluido que no puede hacer algo contrario al derecho? Es allí donde, para Gargarella, se debe buscar una filosofía política alternativa; es decir, un derecho en el que el sujeto pueda verse reflejado, que pueda entender y entenderse en la norma. “Simplemente es un ideal del que uno puede acercarse o alejarse”, agregó. No se trata de pensar un sujeto altruista, pero tampoco se trata de comprender a la persona como egoísta. El análisis del ser humano debe ser siempre mucho más complejo.

Más tarde, Raúl Zaffaroni destacó el peso que va adquiriendo la persona de Julio Virgolini en el mundo de la criminología. En el trabajo presentado, Zaffaroni rescata un recorrido constante donde preocupan el poder, el cuello blanco y la corrupción. No sólo se trata de un ensayo, sino que también es un panorama amplísimo con un alto valor didáctico y docente. En el sentido de la obra, Zaffaroni se preguntó hasta dónde la criminología es una lectura política con el hilo de lo penal.

Siguiendo las propuestas del prólogo, sostuvo que el problema es que el pacto social creíble en América Latina nunca es muy manifiesto ni muy coherente. Pareciera ser para Zaffaroni que ha habido un período de esplendor de la criminología en nuestro país que coincidió con el esplendor de la elite, del auge positivista spenceriano. Sin embargo, a partir de allí, se produjo un ocaso gradual en donde se fueron quemando etapas hasta llegar al momento actual. “Yo creo que el derecho penal siempre es anormal, pero hoy se está agudizando terriblemente”, añadió. No puede pensarse al sistema penal en términos del mercado, puesto que ello es absurdo no sólo en materia penal sino también dentro de la propia economía. Este hecho se trata de una negación grosera de cualquier razonamiento criminológico que brinde datos ciertos de la realidad. El poder, en ese sentido, se ha vuelto tan irracional que su discurso se vuelve absolutamente absurdo y explotador de los prejuicios más bajos.

Finalmente, habló el autor del libro, quien manifestó que se trata de una obra producto de sus insatisfacciones como estudioso de la criminología. Su trabajo apunta a conformar un pacto elegible que nos permita optar de nuevo por querer vivir en este mundo. También intentó demostrar con la publicación cómo a través del castigo podemos ver toda nuestra lógica social y política. Además, según el autor, el libro tiene una suerte de visión nostálgica de lo que se ha ido perdiendo y de lo que con optimismo se está intentando recuperar.