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Año VIII - Edición 154 03 de diciembre de 2009

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Presentación del libro “La profecía del Criminal”

  • Notas

El Departamento de Derecho Público II y la Cátedra Libre sobre Holocausto, Genocidio y Lucha contra la Discriminación organizaron conjuntamente la pesentación del libro “La profecía del criminal”, cuya autoría corresponde a Daniel Izrailit, y que relata la historia de Moisés Borowicz. La actividad, auspicidad por el Museo del Holocausto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se desarrolló el 6 de noviembre en el Salón Azul y contó también con la presencia del Dr. Daniel Rafecas.

En primer término, Daniel Izrailit entendió que la Cátedra Libre sobre Holocausto, Genocidio y Lucha contra la Discriminación permite atenuar y dignificar el dolor de tanta gente “hoy representadas por Moisés, y que la tragedia de su vida familiar permite que otros sepan lo que sucedió, conocer las coordenadas históricas y políticas que lo permitieron y, de algún modo, sembrar alguna semilla de conciencia para evitar que esto vuelva a replicarse”.

Finalmente, comentó que en el material que quedo fuera del libro hay dos micro relatos, que responden “a dos situaciones que me provocaron intensa conmoción en el relato que minuciosamente desplegó Moisés en la gestación de éste libro, cuando vivieron con sus padres y sus hermanos en el bosque polaco, bajo la tierra, esperando la noche para salir a conseguir alimento, hacer sus necesidades y contactarse con algún campesino que le diera alguna señal del resto de los familiares o con motivo de hacer alguna transacción para seguir viviendo”.

A su turno, Moisés Borowicz dijo que nació en Polonia, en un pequeño pueblo, su familia estaba compuesta por sus padres y dos hermanos mayores, pero “al estallar la guerra, los nazis ocuparon el país haciendo una guerra de relámpago cuando los polacos no tenían ejército, intentando hacer frente con caballos a los tanques alemanes, y así ocuparon Polonia y comenzaron los problemas para los judíos”.

Del mismo modo, agregó que vivió en su pueblo hasta que decidieron hacerlo libre de judíos. Por ende, los trasladaron a campos de concentración de trabajo forzado o a campos de exterminio y es por ello que se escaparon al bosque, a una casa de un campesino que conocía su padre y los ayudaría.

Declaró que al retirarse de ese bosque, buscaron a otro campesino de confianza que les dijo que la única solución era enterrarse bajo tierra y los asesoró cómo hacer un escondite, en el que permanecieron un tiempo gracias a la comida que éste les facilitaba, hasta que un día vieron de lejos que llegaban nazis con un montón de campesinos y tuvieron que escaparse nuevamente.
Asimismo, remarcó que dentro del gueto en el que estuvo pasó hambre, sufrió golpes y fue obligado a realizar trabajos forzados.

Consecuentemente, enfatizó sobre los trenes con vagones de carga de madera en que, luego de una selección en la que a la derecha iban hombres jóvenes aptos para el trabajo y a la izquierda hombres grandes, mujeres y niños, los trasladaron hasta que pasó por el campo Treblinka, donde desengancharon los vagones traseros en el que iban los no aptos para el trabajo forzado y los introducían en dicho campo, del cual nadie salía porque era uno de los campos de exterminio más grande.

No obstante, aseguró que cada vez que “nos decían que teníamos que ir a bañarnos nos generaba un miedo terrible porque había rumores que de las duchas en vez de agua salía gas, pero por suerte en el campo en el que estuve no había duchas ni gas, por ende nos bañaban con mangueras y agua helada”.

Expresó que ha trabajado arreglando mochilas, porta-armas, cinturones hasta que estalló una epidemia de tifus: “desgraciadamente el primero en enfermarse fue mi hermano; lo llevaron a un galpón donde los tiraban ahí hasta que se curasen, sin embargo, con el tiempo yo también me contagie la epidemia y me tiraron en la misma barraca, pero yo tuve la suerte de sobrevivir”.

Entretanto, señaló que en otro de los campos de concentración en que estuvo encontró a un sastre que le arreglaba la ropa a su familia, éste lo ayudó a escapar en un momento que lo iban a trasladar como enfermo, y esa misma noche se enteró que a los demás enfermos no los trasladaron sino que los ametrallaron.

Para concluir, resaltó que cuenta su historia para que sea conocido lo que un loco llamado Hitler hizo a la humanidad y concluyó pidiendo que “se tiene que contar en las casas, a sus padres, hijos y nietos para que el mundo sepa que somos todos iguales, nacimos de una madre y tenemos derecho a vivir”.