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Año XX - Edición 358 08 de julio de 2021

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Presentación del libro Ciencia de la sostenibilidad, pobreza y desarrollo en la Argentina del siglo XXI

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El pasado 8 de junio el Seminario Permanente Derechos Sociales y Políticas Públicas y el Eje de Acceso a la Información, Indicadores y Educación en Derechos Humanos de la Red de Investigaciones en Derechos Humanos de CONICET organizaron la presentación del libro Ciencia de la sostenibilidad, pobreza y desarrollo en la Argentina del siglo XXI, coordinado por Alberto D. Cimadamore, Jorge Paz, Laura Pautassi y Fortunato Mallimaci.

Expusieron Carla Arévalo (investigadora post-doc CONICET en el Instituto de Estudios Laborales y del Desarrollo Económico, Universidad Nacional De Salta), Alberto Cimadamore (investigador CONICET en el Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad de Buenos Aires), Alberto Minujin (director ejecutivo de Equity for Children y profesor en The New School, New York).

Alberto Cimadamore comenzó señalando: "Detrás de este libro hay más de 15 años de necesidades que tienen que ver con la transgresión (...) porque muchos de nosotros que hemos trabajado en investigación, en temas de desigualdad y de pobreza sentimos esta profunda frustración que sienten muchos científicos que tienen que ver y medir la pobreza. Lo que es más angustiante aún es no ver que se encuentren soluciones a este tema cuando la ciencia nos marca caminos que pueden llevar a solucionarla". Añadió: "La transgresión está implícita en esta necesidad de buscar un nuevo tipo de ciencia, que nos ayude a montarnos en toda la enorme acumulación de conocimiento científico que se ha hecho a través de décadas y de siglos". Y precisó: "Con esta nueva visión de lo complejo, con las novedades no muchas veces buenas que el siglo XX nos ha aportado y con las nuevas necesidades del siglo XXI, donde la amenaza del cambio climático y a la biodiversidad se suman con mucha mayor urgencia que la que tuvieron en su momento".

En este sentido, explicó: "La idea del libro es contribuir desde la ciencia a las transformaciones requeridas frente a las amenazas climáticas ambientales y sociales que enfrenta el mundo. Es una idea de avanzar en la construcción colectiva de puentes entre ciencia y políticas transformadoras hacia la sostenibilidad". La ciencia de la sostenibilidad, "es una ciencia orientada a la resolución de problemas", determinó. Asimismo, detalló: "No tiene un camino fácil en Argentina (...) y no lo ha tenido en ninguna parte del mundo. Porque, de hecho, lo que hace es proponer un nuevo tipo de ciencia posnormal. Por ejemplo, para producir conocimiento lo que hace es tratar de incorporar aquellos que son los beneficiarios del conocimiento, en este caso la sociedad o las organizaciones de esta, en la coproducción del conocimiento que va desde la concepción del diseño de investigación, la definición del problema, la instrumentación de los recursos metodológicos que uno requiera. Y, a partir de ahí, empezar a desarrollar este nuevo tipo de ciencia".

En su turno, Alberto Minujin se refirió, dentro del marco de la sustentabilidad en su vector social, a la pobreza y las familias, más específicamente dentro de este contexto: la infancia. Primero, determinó: "La pobreza es multidimensional, ya que hay una suerte de acuerdo general (...) Dentro de eso, la pobreza infantil también es multidimensional, pero no es lo mismo que un derivado de la pobreza adulta y que un derivado de la pobreza de los hogares. Las niñas, los niños y los adolescentes tienen necesidades específicas, ya sean materiales o sean subjetivas, hay que tomarlas en consideración".

Además se refirió al capítulo del libro llamado "Desigualdades en las condiciones habitacionales y brecha intraurbana en el bienestar infantil de América Latina", cuyos autores fueron Diego Born y el expositor. A modo de explicación sobre la metodología utilizada para crear el índice de precariedad habitacional urbana, comentó: "Tomamos tres grupos de indicadores. Uno tiene que ver con dónde viven, es decir, la vivienda. Otro con los servicios que reciben. Y, finalmente, cómo está el grupo familiar o el hogar constituido. Se definieron condiciones habitacionales sin déficit, con déficit leve y con déficit grave".

En cuanto a los resultados, detalló algunos: "Cerca del 50% de las niñas, niños y adolescentes vive en hogares con algún tipo de precariedad habitacional. El 20% sufre precariedad grave, quiere decir que tienen al mismo tiempo alguna situación grave en vivienda, más alguna situación grave en hacinamiento y alguna falta de los servicios. Están en una situación de obstáculos muy serios". También resaltó que se observó que "un adolescente que vive en un hogar con precariedad grave tiene el doble de probabilidades, por interpretarlo de una manera simple, de no asistir al sistema escolar, que en los hogares sin precariedad".

Por último, explicó: "Comparamos la desigualdad intraurbana versus la desigualdad rural-urbana, y algo que fue impactante fue que la desigualdad intraurbana en casi todos los indicadores es más fuerte que la disparidad rural-urbana. Esto no quiere decir que las mayores situaciones de pobreza no sigan existiendo en las áreas rurales aisladas (...). Y la otra cosa es que la totalidad de la población infantil urbana en hogares graves es mayor que el total de todos los niños, niñas y adolescentes que viven en América Latina en áreas rurales. Entonces esto pone un peso en el tipo de políticas que tenemos que pensar".

Finalmente, Carla Arévalo expuso sobre el capítulo “Los patrones de consumo no sustentables en la Argentina”. En cuanto a la motivación de la investigación, detalló: "Hay una necesidad todavía mayor porque el consumo excesivo tiene un efecto multiplicador: las personas consumen cada vez más y todos queremos consumir cada vez más para formar parte de esa sociedad y para responder a los estándares que requiere". Entonces, explicó que como consecuencia no responder a los a estándares de la sociedad de consumo, “se genera una pobreza subjetiva, una sensación de exclusión y frustración". Asimismo, mencionó el consumo abusivo y la falta de conservación de los recursos naturales como conductas humanas productoras de problemas ambientales, que también fueron motor para la redacción de este capítulo. "Es interesante cómo desde una visión ética de la sustentabilidad se llama a ser responsables de una manera prospectiva, hacia adelante, ser responsables del cuidado y la protección de los seres vulnerables (...), dejando de lado una responsabilidad retrospectiva sobre las consecuencias de nuestras acciones pasadas", señaló respeto a la cuestión de responsabilidades.

A modo de ejemplo sobre cómo los países en desarrollo sostienen muchas veces los consumos excesivos de los países industrializados, comentó: "Entre 1994 y 2004, en América Latina se duplicó la superficie de producción de cultivo de soja para satisfacer las demandas de otros países como China". Continuando, abordó la pregunta “¿Qué es lo que está bajo el control de los consumidores?”. Y explicó: "En este trabajo me propuse identificar cuáles son los grupos y los sectores que tienen un impacto mayor sobre el ambiente, observando y midiendo su consumo; identificándolos como consumidores excesivos, y como una forma de identificar donde se deberían focalizar ciertas estrategias". Para esto, observó el consumo de los siguientes elementos: combustible fósil, carnes rojas, electricidad, comidas en restaurantes. A partir de esta investigación, "se buscó identificar cuáles son los grupos con mayor consumo excesivo, como una forma de ver quiénes son los que tienen menos conciencia ambiental", puntualizó. Y como el resultado de esta se observó que los principales consumidores excesivos son los no pobres. Entonces, concluyó: "Siempre se apela a la educación, pero vemos cómo las personas más educadas no son las que necesariamente tienen mayor conciencia".

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