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Año XX - Edición 353 29 de abril de 2021

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Poesía y derecho XIII: a María Elena Walsh

  • Notas

Con la organización del Departamento de Ciencias Sociales y el Departamento de Posgrado, el pasado 8 de abril tuvo lugar la decimotercera edición del ciclo "Poesía y derecho". En esta oportunidad, versó sobre María Elena Walsh.

Participaron en calidad de expositores/as: Andrea Laura Gastron, María Rosa Ávila, Julián Axat y Guido Leonardo Croxatto. Coordinó Ricardo Rabinovich-Berkman.

En primer lugar, Ricardo Rabinovich-Berkman destacó la relevancia dela obra de María Elena Walsh:“Me llamó la atención que me escribió gente de otros países que me dijo la importancia que María Elena Walsh había tenido en la vida de ellas o de ellos. O sea, uno por ahí creyó que María Elena Walsh era un fenómeno fundamentalmente argentino. Pero resulta que estábamos en un error enorme. Porque no es así. De manera que la verdad es que me parece que un homenaje en una Facultad de Derecho a esa colosal mujer se hacía necesario”.

Por su parte, Guido Leonardo Croxatto recordó cómo surgió la idea de trabajar sobre la obra de poetas y poetisas latinoamericanos y latinoamericanas en el ciclo “Poesía y derecho” a partir de una sugerencia del profesor Ricardo Rabinovich-Berkman. “No solo fue muy importante para un ciclo sobre poesía y derecho concentrarnos en la historia de América Latina, en todo lo que todavía no se dijo o no se dice sobre América Latina, sobre los poetas latinoamericanos y sobre las graves violaciones de derechos humanos que sucedieron y suceden todavía en América Latina que ni siquiera tienen un nombre. Un ciclo de poesía y derecho es el lugar donde estas preguntas tienen que aparecer. Me parece decisivo porque lo poco que han dicho algo que no dijeron los historiadores o los abogados han sido los poetas”, sostuvo.

Asimismo, enfatizó que “el ciclo Poesía y Derecho tiene que ver con la palabra oral y con poner el cuerpo, que es un poco lo que hacen los hijos, que son con su cuerpo testimonio vivo de lo que fue arrasado. De hecho, cuando fundamos este ciclo con Ricardo pensábamos que fuera disruptivo y que interrogara un poco qué tipo de vida académica hacemos, qué tipo de abogado formamos, qué tipo de abogados preparamos y qué compromiso tienen esos abogados cuando salen de la Facultad. Porque, evidentemente, leer un poema no es repetir una norma. El compromiso es distinto, no es lo mismo. Yo creo que todo el compromiso que perdió el derecho, el abogado, que ya casi se olvidó de que estudia, por qué le importa la justicia”.

Para finalizar, planteó que “cuando Nussbaum dice en Justicia Poética –algo que dice Derrida también– esto de la juridicidad subversiva, que la literatura inevitablemente para el derecho termina siendo incómoda o subversiva. Nosotros queremos ser hijos de la subversión para construir un derecho mejor que esto que tenemos”, concluyó.

María Rosa Ávila compartió algunos datos bibliográficos de la vida de María Elena Walsh y se detuvo en determinados momentos para aludir a su obra. “María Elena publica su primer poema a los 15 años en la revista El Hogar. Tiempo después comienza a colaborar –siendo tan joven– con La Nación y con la revista Sur de Victoria Ocampo. A los 17 años, en 1947, con sus ahorros se autofinancia y edita su primer libro de poemas Otoño imperdonable. (...) Este libro recibe el Segundo Premio Municipal de Poesía, pero no recibe el primero, porque el jurado consideró que por tan corta edad no podían darle el primer premio”, señaló. Y sumó que “desde el inicio fue muy alabada por la crítica, por los escritores hispanoamericanos como Rafael Alberti, Mallea, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Mujica Lainez”.

Seguidamente, compartió algunas apreciaciones sobre los limericks: “Su padre era ferroviario y pianista y le recitaba limericks ingleses cuando ella todavía era una niña. Dicen que esta forma poética anglosajona formada por cinco versos en rima tuvo una fuerte influencia, dicen algunos biógrafos o biografías, sobre María Elena como parte de esa inspiración para escribir sus poemas y componer las letras de sus canciones”.

A continuación, aludió a su enfoque feminista. “Frente al régimen de facto en 1973, en plena dictadura de Lanusse, a pocos días de las elecciones, María Elena Walsh escribía el artículo Carta para una compatriota. Ella decía: ‘Las feministas no tenemos odio, tenemos bronca, el odio con los fierros, sean armas o moneda, es cosa de hombres. Estamos hartas de odio, aunque venga empaquetado en sublimaciones y piropos. No hemos declarado la guerra, sino que señalamos que existe y tiene los años de nuestra civilización. Nos defendimos como pudimos, a veces con malas artes. Por lo tanto, es mejor que ahora parezca una guerra abierta, limpia esta que declaramos contra todas las formas de arrogancia machista. La guerrilla de la artimaña, el repliegue y la comodidad no hace sino reproducir series de esposas o chanchadas o madres castradoras’”. Y enfatizó el valor de “esta reflexión de ella, valiente, disruptiva, frente a una dictadura y con una fuerte crítica al patriarcado, a la violencia, a la guerra”.

En ese sentido, comentó que “fue una mujer independiente que se enfrentó a la dictadura y porque además le pidió al presidente Raúl Alfonsín que legislara el aborto con lo que significaba en esa época”. Con respecto a su legado, señaló que “nos ha dado, nos ha enseñado, nos ha mostrado desde su creatividad disruptiva, innovadora y sobre todo, valiente. Con todo este bagaje de su gran obra a defender los derechos, a defender los derechos humanos y a creer con coraje y convicción que otro mundo es posible”.

En tanto, Julián Axat caracterizó a María Elena Walsh como una trovadora. “Me parece que como cantante popular era una trovadora, cuentista, cineasta, decía de alguna manera María Rosa, intelectual, polemista, siempre recordando aquella confluencia entre ella y Leda Valladares, juntando voces en el interior del país, juntando las voces de los cantantes populares”, aseguró Y estableció una analogía con la figura de Violeta Parra en Chile: “Recogiendo esas voces perdidas de las comunidades originarias, donde se escucha esa vieja musiquilla perdida que hay que ir a rescatar para reconstruir la voz nuestra América Latina perdida que es también una voz de una infancia, que es la voz de los niños, pero también que es la voz de los olvidados, de los humillados, de la historia, de los desheredados, pero que es la voz que hay que volver a reencantar, de alguna manera, para devolverle al mundo adulto esa voz transformada en el presente y en otra cosa”.

En relación con la poesía de María Elena Walsh explicó que se encuentra bastante oculta. “Es una poesía maravillosa, una poesía para descubrir incluso desde el mundo de los poetas. Pero cuando uno la palabra justicia con María Elena Walsh aparece, por supuesto, la Oración a la justicia: ‘Señora de ojos vendados, que estás en los tribunales sin ver a los abogados, baja de tus pedestales, quítate la venda y mira cuánta mentira’. Obviamente, la Oda a la burocracia, ese gran poema que haría reír a Max Weber”, afirmó.

Seguidamente, se refirió a las influencias de Lewis Carroll y Alfred Jarry, pero antes citó una frase de Friedrich Nietzsche: “De algún modo ella piensa en esa frase de Nietzsche que dice: ‘La madurez del hombre es haber vuelto a encontrar la seriedad con la que jugaba cuando era un niño’. La madurez es encontrar la niñez, decía y eso es ella”. En el caso de Carroll, puntualizó en las inversiones. “La lógica de la inversión en Alicia en el País de las Maravillas es una fuente permanente de María Elena Walsh. María Elena Walsh escribe todo el tiempo con la lógica del sinsentido como dice Giles Delleuze al hablar de Lewis Carroll. Es la inversión justamente de las lógicas matemáticas del niño-adulto”, explicó. En el caso del poeta francés, indicó que “María Elena Walsh es nuestra patafísica por excelencia. En la lógica de Jarry, de la patafísica, aparece justamente la lógica de la inversión farsesca, de los elementos de las composiciones de María Elena Walsh”.

El expositor sostuvo que los imaginarios lúdicos de María Elena Walsh son imaginarios satíricos de un mundo infantil pensado para los adultos: “Porque la lógica de María Elena Walsh está dirigida a impactar sobre el mundo de los adultos. Los niños en realidad son los referentes o los receptores directos, pero ahí están los padres que funcionan con la lógica del juez adulto y del derecho aburrido y el derecho triste. Es decir, hay que invertir la lógica niño-adulto y poner a los adultos en el lugar de los niños. Y esa es la lógica subversiva de María Elena Walsh. Es ese trastocamiento en las lógicas del poder de las relaciones en el sentido de Foucault”.

Para finalizar, afirmó que “María Elena Walsh en algún momento no vivió bien durante la dictadura militar y en algún momento de la dictadura cuando quemaron sus libros”. Y recordó una nota en la página cultural del diario Clarín que publicó Walsh en 1979 en la que se atrevió a enfrentar a la dictadura. “Hay que decir que María Elena Walsh fue criticada en principio por aceptar la ‘Teoría de los dos demonios’ en algún momento, de la que ella después asumió ciertas críticas. Me parecía importante rescatar esta carta porque habla del coraje o de la parresía de María Elena Walsh en tanto coraje de utilizar la poesía. Si la poesía no tiene coraje y no enfrenta al poder, en este caso la dictadura militar, el poeta pareciera que no asume la palabra en el lugar de intelectual que porta”, concluyó.

A su turno, Andrea Laura Gastron reconoció que María Elena Walsh formó parte de mi vida y la acompañó las distintas etapas de la vida. “Hoy hablábamos con los alumnos sobre esta teoría de las ciencias sociales, que es el curso de la vida, que se encarga de analizar estas relaciones entre las biografías individuales y el contexto social e histórico. Y a mí me tocó, por esta cuestión de que uno nace en un momento determinado y en un lugar determinado, nacer cuando María Elena Walsh cantaba canciones infantiles. (...) De manera tal que yo estoy hablando de María Elena Walsh, pero también estoy hablando de mi propia abuela y de mi propia historia de vida”, señaló.

Por otro lado, reflexionó acerca del destino de los poetas y las poetisas que además son músicos y músicas. “Yo no sé si María Elena Walsh es una música que escribe poesía o es una poeta que además estudió composición musical. Pero lo cierto es que cuando uno escucha una poesía acompañada por la música, la poesía se transforma. Y Ricardo hablaba hace un rato, se deconstruye, bueno, se resignifica”, comentó.

En ese marco, aludió a la canción La cigarra. “Es tan premonitoria esa canción cada vez que la escucho, lloro, porque esta canción habla de las Madres de Plaza de Mayo y habla de los desaparecidos porque dice textualmente: ‘Hice un nudo en el pañuelo, pero me olvidé después que no era la única vez y seguí cantando’. Es terrible”, describió. “‘Tantas veces me borraron, tantas desaparecí, a mi propio entierro fui sola y llorando’. Si estas no son las Madres, ¿dónde están las Madres? Es impresionante que esta mujer tuvo la sensibilidad, la exquisitez, la capacidad de haber vislumbrado lo que fue la dictadura militar tres años antes de que se produjera y cuatro años antes de que se reunieran este grupo de locas porque así se las llamó ‘Las Locas de la Plaza de Mayo’”, explicó.

Por último, destacó su carácter universal: “Cada vez que vos leés la letra, la letra vuelve a ser actual y vuelve a estar vigente. (...) Y a mí lo que me impacta de María Elena Walsh es que ella canta desde la Argentina porque es muy argentina en los temas que trata. Es decir, es verdad que es latinoamericana, pero al mismo tiempo es argentina y es universal. Por eso trasciende el tiempo y por eso trasciende las fronteras”.

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