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Año XX - Edición 354 13 de mayo de 2021

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Perspectivas tras la Cumbre de Líderes sobre el Clima

  • Notas

El Programa de Derecho del Cambio Climático y el Centro de Derecho Ambiental organizaron el pasado 29 de abril la jornada "Perspectivas tras la Cumbre de Líderes sobre el Clima".

Contó con la participación de Marco G. Monroy (EE.UU.), CEO de MGM Innova Group, emprendedor global de proyectos climáticos; Inés Manzano (Ecuador), CEO de Estudio Jurídico Manzano, especialista en derecho ambiental e innovación; Pablo Cortínez (Argentina), miembro observador en Climate Investment Funds, experto en finanzas; y Martín Fraguío (Argentina), director de Carbon Group Agroclimatic Solutions, experto en agroindustria. Moderó Claudio J. Lutzky, director del Programa de actualización de posgrado en Derecho del Cambio Climático.

A su turno, Marco G. Monroy hizo referencia a la importancia del pronunciamiento del presidente Biden: “Estados Unidos, si bien fue donde se identificó que el programa del cambio climático existía, ha sido siempre el gran ausente en la solución que el mundo le ha tratado dar al cambio climático”. Por otro lado, indicó que “es el primer emisor de emisiones de gases de efecto invernadero del mundo, por lo tanto, nos toca darle la importancia que merece al reconocimiento que pueda tener, pero realmente sí es muy importante, es una aproximación muy optimista que han dado al discurso”. En ese sentido, comentó que “el presidente Biden dijo que la acción climática es necesaria no solo para enfrentar la crisis ambiental climática, sino también para aprovechar la oportunidad económica que se presenta”.

Luego indicó que es necesario interpretar estos pronunciamientos: “Y no es que a partir de hoy vayan a reducir al 50 por ciento las emisiones para el 2030, es basado en las emisiones que había en el 2005, es decir, en el 2030 las emisiones van a ser la mitad de lo que eran en el año línea base que es el 2005 y entre el 2005 y el 2020, los últimos 15 años, ya se han reducido 17 por ciento las emisiones”. Biden propuso volver las redes eléctricas más resilientes. “Hubo problemas en Texas con el frío en el mes de febrero. Los pozos evitaron emisiones de CO₂ de los pozos exhaustos ya de petróleo y gas natural, de las minas de carbón, de emisiones de metano importantes y le dan una gran importancia a la sustitución de combustible a electricidad en el transporte”, planteó.

Asimismo, aludió al caso de las energías renovables. “Se dieron cuenta de que el cambio climático es efectivamente una oportunidad y no simplemente un costo, ya lo internalizaron y ya lo pueden comunicar mejor. El problema aquí ha sido que ha sido algo ideológico, político y que lo ven como un costo. (...) Pero ahora ya se han dado cuenta de que es un buen negocio. Y para ejemplo encontré lo que hicieron del 2017 al 2020 en el estado de Illinois en que se han propuesto tener el 40 por ciento de energías renovables”, expuso.

Otro aspecto que explicó fue el enfoque que le dio el gobierno de Estados Unidos al cambio climático vinculado a la seguridad nacional. “Porque los problemas climáticos pueden generar migración, puede crear crisis geopolíticas en otros lugares, puede haber problemas muy graves de los provenientes de los desastres naturales y en las relaciones internacionales de Estados Unidos se convierten en una parte central”, señaló. “Noto un cambio muy concreto y que lo vamos a ver en nuestra industria con más dinero hacia las finanzas climáticas, no solo al gobierno, sino también del sector privado, fundaciones comprando bonos verdes. Esto está creciendo exponencialmente porque se han dado cuenta de que también es un buen negocio”, puntualizó.

A su turno, Martín Fraguío aseveró que la Cumbre debe ser analizada desde la percepción y lo concreto. “Desde el punto de vista de lo comunicacional, lo intangible o la percepción desde el resto de la sociedad hay un elemento muy importante porque participaron en una reunión única cuarenta presidentes de países y el día que los cuarenta hablaron dijeron más o menos lo mismo y transmitieron una idea de preocupación con relación al cambio climático y de compromiso para su solución”, enfatizó.

Desde el punto de vista concreto se comprometieron a trabajar para reducir las emisiones a cero. Frente a esta situación, el sector agropecuario y los ecosistemas alrededor tiene una doble responsabilidad. Por un lado, la disminución de emisiones en aquellas actividades que están vinculadas con la producción o con la gestión de estos ecosistemas que incluyen las emisiones de la producción animal pero también los residuos orgánicos cloacales y en domicilios particulares. Por otro lado, la necesidad de sacar de la atmósfera una cantidad muy importante de CO₂. “Ahí es donde entra un segundo rol del sector agropecuario o de los ecosistemas en general, porque sabemos que todas las plantas de nuestro jardín hasta los bosques tropicales, mientras que tengan luz y cierto nivel de humedad, están tomando CO₂ de la atmósfera. Es necesario hoy hacer que todos estos ecosistemas puedan tomar de la atmósfera el volumen lo más importante posible en el menor tiempo posible”, postuló.

Luego se refirió al sistema de ayudas económicas para los productores o quienes viven en los ecosistemas. “Ahí es donde el secretario Agricultura de Estados Unidos coordina un panel desde una visión del agro -que es la visión de la adaptación al cambio climático- presenta toda una serie de instrumentos con todos cientos de millones de dólares de aportes a los productores en esas zonas, desde las zonas más inhóspitas de Estados Unidos, pero muchos otros países también plantearon lo mismo”, afirmó.

En ese marco, remarcó que “la Argentina es un país de pastizales con lo cual desde esta visión moderna del funcionamiento de los ecosistemas estaría en condiciones de recibir ayuda para la recuperación de ecosistemas como la Patagonia que son más o menos cien millones de hectáreas u otras zonas áridas o semiáridas”. Por último, indicó que “hay un tema que no se mencionó y que un país como la Argentina debe estar atento, que es la posibilidad que todos estos sistemas de financiamiento a los productores agropecuarios se terminan transformando en nuevos elementos de proteccionismo frente al comercio internacional de productos agropecuarios”.

Seguidamente, Inés Manzano instó a poner atención al papel geopolíticos de Estados Unidos. “El compromiso más importante fue liderar estas nuevas promesas de los países aliados en lo que se espera sea una lucha de todos para que el planeta pueda vencer o reducir el impacto del cambio climático, o sea, que ese tiene que ser el mensaje claro. Ellos quieren liderar después de que no han hecho más que liderar la negación. Ahora quieren liderar la acción”, sostuvo. Y añadió que “también hay que reconocer que aquí hay un tema de alianzas. Me gusta mucho el tema geopolítico porque es la manera en que uno puede ir viendo cuáles son las afectaciones, por ejemplo, para los países de Latinoamérica o por los países africanos”.

En relación con las alianzas, mencionó el caso de Noruega. “Este aliado lo que ha querido es que haya una colaboración más profunda en el tema de bosques y cambio climático. Y en ese año 2016 ya estaban hablando porque venían del Acuerdo de París y estaban hablando acerca del sector privado que debe de unirse. Cuatro años después con este mismo socio que o aliado que es Noruega en el 2021, se une ya no solo Noruega, sino que se une también el Reino Unido, pero se unen empresas”, señaló y sumó que “se unen para lanzar esta iniciativa de mil millones de dólares para proteger los bosques tropicales como parte de un esfuerzo común más amplio de lo anterior para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”.

La oradora explicó que además de asumir el liderazgo y reforzar la alianza con otros países, el presidente Biden también fijó como meta comprometer nuevos objetivos. “Hay dos países que no han comprometido nuevos objetivos, pero que Estados Unidos necesitaba como que darle en la nuca para que vuelvan a hablar y que vuelvan a decir en voz alta sus objetivos. Entre los países tenemos Japón, que es la tercera economía del mundo y ellos apuntan a reducir cuarenta y seis por ciento para el 2030, una meta mucho más cercana”, puntualizó. Agregó que “en el caso de Canadá, por ejemplo, anunció una baja de emisiones entre el cuarenta y cuarenta y cinco por ciento para el 2030 también respecto del 2005”. En relación con Brasil afirmó que “es de los que estaban tratando de escucharles la voz después de que hemos visto unos incendios forestales de horror, Jair Bolsonaro fija el objetivo de neutralidad de carbono que no lo había hablado antes y que en esta ocasión lo habla para el 2050”.

A continuación, se refirió a las oportunidades que presenta este escenario. “Una es en el comercio internacional con las empresas. (...) Pero ahora acaba de despertarse otro gigante. En un momento se despertó China, ahorita se está despertando el gigante en todo lo que es transacciones de mercado de valores y hay que considerar que este es un valor, pero es un valor especial. Entonces ahí hay que también saber que tenemos que comenzar a hacer nuestros propios contratos, a volver a ver de qué se trata, cómo lo vamos a hacer”, sostuvo. Además comentó sobre el papel de las ciudades. “Hoy en día, cada vez que uno ve los sistemas de las ciudades que le van delegando autonomía independiente de acuerdo al Estado, vas viendo que van adquiriendo también otras competencias. Entre esas competencias ambientales para biodiversidad, para ocupación de ciertas áreas de bosque, subnacionales, sub locales, etcétera. Ahí las ciudades, los cantones o los municipios, van a tener que comenzar a tener también esa expertise que solo se las dábamos a nivel nacional”, finalizó.

Por último, Pablo Cortínez aludió a los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su financiamiento. “Una de las cuestiones super interesantes que se suele mezclar con el Acuerdo de París y que también fue mencionado la semana pasada, es el cumplimiento de los 17 ODS. Dentro de esos 17 ODS hay algunos que están más vinculados con la financiación del sector privado. Ahora bien, para cumplir con las ciento sesenta y pico metas específicas de los ODS es importante financiarlas, caso contrario, termina siendo algo como tantas promesas incumplidas”, aseguró.

En ese sentido, afirmó que “muchos de los países en desarrollo, la inmensa mayoría, tienen su NDC, su contribución en el marco del Acuerdo de París condicionada o una parte al menos a tres cuestiones que le deberían proveer los países desarrollados. Uno es capacity building; el segundo tiene que ver con transferencia tecnológica y el tercero tiene que ver justamente con financiación. En consecuencia, una muy buena parte de los compromisos de las contribuciones que hacen los países en desarrollo están sujetas a recibir fondeo”.

Asimismo, comentó sobre las iniciativas que a través de las finanzas sostenibles se han venido creando desde hace veinte años y explicó la más conocida pero no la única: los bonos verdes. “Un bono verde básicamente es un instrumento de renta fija, es un préstamo nada más que cotiza en la Bolsa, que tiene como destino beneficiar al ambiente, que tiene que cumplir una serie de requisitos dentro un framework determinado y aprobado normalmente por una second party opinion. Lo que tiene que haber es una descripción del destino de los fondos, de cuáles van a ser los proyectos elegibles, un criterio respecto de cómo se van a administrar esos fondos hasta tanto se utilicen”.

Si bien los bonos verdes están presentes en todo el mundo todavía representan una pequeña porción del total de las inversiones. “Si uno suma todos bonos verdes emitidos en 2020 y los compara con lo que es el total de bonos generales en el mundo estamos hablando solamente entre el 4 y el 5 por ciento”. En este marco, aludió a las blended finance. “Dado que tenemos estas necesidades de financiación y que los países no tienen ahorros suficientes, menos aún después de la pandemia, dado que los organismos multilaterales de crédito tampoco dan abasto, menos aún después de los gastos sociales relacionados con la pandemia, es necesario unir a los países desarrollados, a las compañías a las que se llama ECAs, las compañías de exportación de los distintos países, a quienes dan garantías, a los inversores privados, a los mercados de capitales, a la banca, desarrollo, etcétera, para que a través de distintos productos, según el nivel de riesgo de cada uno de estos sectores, se puedan armar productos que puedan llegar a financiar este gap gigantesco que existe”.