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Año XVI - Edición 292 05 de octubre de 2017

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Mujeres maltratadas: un recorrido por la violencia en el Río de la Plata, 1750-1850

  • Notas

El pasado 15 de septiembre en el Aula 1 de Extensión Universitaria se realizó la actividad “Mujeres maltratadas: un recorrido por la violencia en el Río de la Plata, 1750-1850”, organizada por el Departamento de Ciencias Sociales y coordinada por Natalia Stringini.

Participaron de la misma Brenda Espiñeira y Elizabeth Silva.

En primer lugar, Ricardo Rabinovich-Berkman realizó la apertura formal del encuentro. En este marco, remarcó que “es importantísimo que los que trabajamos en historia jurídica demos la visión desde la perspectiva de pasado de fenómenos sociojurídicos y antropolóticos que continúan estando”.

Natalia Stringini, por su parte, contó que en el marco de la investigación que está llevando adelante (Proyecto DCT1627) se leen expedientes criminales: casusas criminales y denuncias criminales indiciadas en muchos casos por las propias mujeres y, en muchos casos, por sus padres, donde se reclama y se denuncia algún tipo de maltrato.

Para contextualizar su ponencia, la oradora explicó que en el período de tiempo seleccionado para estudiar había una sociedad de dominación masculina, donde la violencia cometida hacia una mujer estaba, en ciertos términos, autorizada.

Además, se refirió a qué autoriza la violencia. En este sentido, citó el libro La dominación masculina, de Pierre Bourdieu, en el cual el autor analiza cómo desde la diferencia objetiva y natural de cuerpo entre el hombre y la mujer se socializa y se va construyendo en términos de subordinación todo un arquetipo de diferencias en el plano social. “Estas diferencias se van a traducir en toda una serie de conductas que cumple el hombre por su condición de hombre y toda una serie de conductas que tiene que cumplir la mujer por su condición de mujer”, describió. En esta línea argumental, desarrolló que los conceptos de virilidad, fuerza, espacio público y guerra van a estar asociados a lo masculino y los del espacio privado, la sumisión y el silencio van a estar asociados a lo femenino.

Por otra parte, sostuvo que la religión católica ha fundamentado esta dominación en pasajes bíblicos. También, expresó que el castigo que el hombre podía darle a la mujer estaba permitido y asociado a la idea de corrección. “Se impone algún castigo físico o moral con la idea de corregir algún defecto que se le imputa a la mujer”, afirmó.
Hacia el final, reconoció que cuesta mucho someterse al estricto rigor y al pensamiento de la época.

A continuación, Elizabeth Silva señaló que trabajó un expediente sobre una esclava negra que se llamaba María del Pilar. En este marco, aseveró que “si en esta sociedad entre 1750 y 1850, donde el marido estaba autorizado y legalizado para aplicar correctivos a su esposa, a la mujer blanca, qué era lo que no le podía hacer a una mujer negra que encima era su esclava”. Asimismo, explicó que los esclavos solo podían llegar a la justicia para obtener su carta de libertad o para intentar cambiar de amo.

En cuanto a los hechos del caso, indicó que cuando María del Pilar llega a la justicia, llega con las pruebas de los malos tratos de su amo en su cuerpo. Cuando se presenta con el defensor de pobres y ausentes, dice que quiere su carta de libertad o cambiar de amo por los malos tratos a los cuales es sometida (golpes, mala alimentación y falta de vestimenta, y tampoco ganó en habilidades). “El amo no entiende por qué plantea la denuncia si él lo único que hizo fue aplicarle un ‘correctivo’ porque la esclava se negó a hacer una compra. El castigo había sido ponerle grilletes y engrillarla a la pared”, contó Silva. El caso lo resuelven haciéndola volver con su amo y lo único que le hacen a él es una advertencia de que no la vuelva a maltratar con la fiereza con la que la había maltratado antes y si lo hace, recién ahí le van a sacar la propiedad de la negra y la van a mandar a una subasta pública. “La moraleja de esto es que podían acudir a la justicia pero hasta qué punto la justicia era justa para con los esclavos”, concluyó.

Finalmente, Brenda Espiñeira se refirió a la obra de Mary Wollstonecraft. “Fue una mujer nacida en Inglaterra en 1759 y es considerada una de las precursoras del feminismo moderno o feminismo de la primera ola, entendido en clave histórica ya que no se consideraba a sí misma feminista”, reseñó. Seguidamente, realizó una breve síntesis de su biografía.

“Para entender la obra hay que entender la época en la que ella escribe, en 1792, es decir, en la época de la Ilustración entrando en la edad romántica”, especificó.

En el marco de la educación hacia las mujeres, Espiñeira expresó que Wollostonecraft sostenía que “el gran problema es que las mujeres están sumidas en trampas por todas partes. Lo que tienen las mujeres es un sistema de educación falso, que lo único que hace es inducirlas a la debilidad y a la dependencia masculina” y que la educación debe propender a cultivar la razón. “Ella reconoce que el hombre es superior en cuanto a la fuerza, hay una cuestión física ineludible para ella. Lo que reclama es que la situación objetiva sea utilizada en detrimento cuando se le asigna una cuestión social”, describió.

Además, recordó que Wollostonecraft publicó una obra criticando a Edmund Burke.

Espiñeira concluyó citando a la autora feminista: “Deseo, señor, sacar al a luz en Francia algunas investigaciones de este tipo y si condujeran a confirmar mis principios cuando se revise vuestra Constitución, los derechos de la mujer deberían ser respetados si se aprueba enteramente que la razón exige este respeto y demanda en voz alta justicia para la mitad de la especie humana”.