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Año XX - Edición 361 09 de septiembre de 2021

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Los adultos mayores en Japón, tradiciones y desafíos

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El 26 de agosto el Observatorio sobre Derecho de la Vejez y Adultos Mayores y el Proyecto de Investigación UBACyT "Adultos mayores en situación de violencia: acceso a la justicia en defensa de sus derechos. Nuevos interrogantes: Primera y Segunda brecha digital. Adultos mayores LGTB" organizaron la jornada "Los adultos mayores en Japón: tradiciones y desafíos". Contó con la participación de Mariana Varela (especialista en temas de Japón y Diseñadora Gráfica) y Nakamae Takahiro (embajador del Japón en Argentina). La presentación estuvo a cargo de Hilda Eleonora Vallet, directora del Observatorio sobre Derecho de la Vejez y Adultos Mayores.

Nakamae Takahiro, dio inicio a las exposiciones en esta jornada. Primero, comentó sobre la situación demográfica de Japón: "Nuestra nación tiene 126 millones de habitantes, del cual casi el 30% son personas de más de 65 años de edad. Es una sociedad más envejecida y a causa de la baja tasa de natalidad se está achicando cada vez más la población. Casi medio millón cada año. Así que para nosotros el mayor desafío es mantener ese vigor de la sociedad mientras que se sustenta la calidad de vida de los adultos mayores". Por ejemplo, respecto a la crisis sanitaria del COVID-19 y la vacunación, detalló que iniciaron la campaña en el mes de abril y antes del fin del mes de julio se logró vacunar a todos aquellos de este grupo de riesgo (más o menos 30 millones de personas lo componen) que querían recibir la vacuna.

"La atención que tenemos que dedicar a la gente mayor es algo cada vez más enorme, pero, por otra parte, sabíamos que nuestra población se iba a envejecer, ya que la porción de la edad mayor empezó a crecer a partir los años de 1950", señaló subrayando que es una cuestión prevista desde hace décadas atrás. Por esto, se dedicó mucho esfuerzo en diseñar esta sociedad que íbamos a enfrentar. Asimismo, destacó: “No se trata solo de bienestar, sino también de macroeconomía, la política industrial y la política en el empleo. Se trata de una perspectiva interdisciplinaria”. Sin embargo, esta cuestión actualmente es un tema ya compartido entre países porque muchos ya están envejeciendo. En este sentido, el embajador resaltó: “Creo que nosotros tenemos algunos recursos para compartir con ustedes y para una cooperación a nivel internacional”.

Por su parte, Mariana Varela expuso desde la experiencia adquirida a partir de una investigación que realizó en Japón para su Maestría. En un principio, recuperó algunas de las cuestiones demográficas presentadas por Nakamae Takahiro y añadió algunos datos interesantes, por ejemplo, actualmente en Japón se encuentra el promedio más alto de expectativa de vida (en el 2019 fue de 87 años para las mujeres y 81 años y 1/2 para los hombres).

En relación con los principales hallazgos que hizo en la primera etapa de observación, señaló: "Los veía alejados, paseando solos, realizando tareas de manera un poco más independiente (...) De vivir con una familia mayor, siendo extranjera estaba muy cerca de ellos y de su familia, veía que se perdía el contacto con los miembros de la familia más jóvenes (...) Les costaba adaptarse a esta tecnología más nueva (...) Veía que no se movían mucho, daban vueltas, pero siempre en un barrio, se quedaban siempre en los lugares que conocían". También, mencionó los tres tipos de usuarios tecnológicos en los que se encuentra el usuario avanzado, el básico y el no usuario; y señaló respecto a este último: "Es una decisión. En muchos casos los tipos de usuarios anteriores que les mencionaba también les cuesta, pero es una cuestión actitudinal de interesarse o querer acercarse a la tecnología". Este "no usuario", no fue utilizado en la investigación que llevó adelante luego, debido a que consideraba cruel "decirle a alguien cómo tiene que hacer las cosas" teniendo en cuenta que estas personas vivieron toda su vida de una manera.

Luego, relató que un año después de su llegada a Japón fue delineando sus objetivos de investigación: "Encontré una oportunidad queriendo crear una cadena de valor que partía de poder tener mejores maneras de comunicarse a través de la tecnología para poder llegar a otras personas. Este modelo incluía a personas mayores, pero también a algunas personas más jóvenes. Para esto se me ocurrió encararlo desde una red social, como una excusa para poder conectarse entre ellos, pero quería probar si con esta excusa de conectarse entre sí los podría acercar a utilizar el celular o las tecnologías para hacer otras cosas también".
A modo de análisis, comentó que lo positivo de las redes sociales se encuentra en la posibilidad de comunicación a pesar de la distancia, el bajo costo, se pueden utilizar varios medios (foto, texto, sonido) y es una forma de ser indirecto. En cuanto a los aspectos negativos de las redes sociales, mencionó que al ser un nuevo concepto puede ser difícil de entender, se necesita equipamiento (celular, computadora), se necesita motivación y que a las personas tímidas les cuesta empezar a interactuar a través de una red social.

Halló algunos problemas relacionados con la gente mayor con los dispositivos. Primero, una brecha tecnológica: "En Japón el acceso a la tecnología está mucho más al alcance de la mano (...), pero algunas personas siguen confiando como primer medio de contacto en el teléfono o el fax para comunicarse a la distancia". Segundo, la problemática del vocabulario nuevo, se toman palabras en inglés y se adaptan a la pronunciación japonesa. Por último, como punto más desafiante: la confianza, relacionada con el miedo al fraude.

Asimismo, apuntó a las soluciones que encontró frente a las problemáticas planteadas anteriormente. Frente a la brecha tecnológica: "Voy a hacer una red social que sea fácil de usar, de entender". Frente al vocabulario nuevo: "Voy a buscar palabras fáciles y que ya estén en japonés, y tratar de usar lo menos posible concepto en inglés". Frente al miedo al fraude: "La idea más novedosa era hacer una red social que estuviera centrada en un barrio particular".

Sobre el prototipo de esta aplicación a la que llamó "Manada", explicó: "Pensaba que sea la comunidad virtual del barrio, en la cual se fomentara la colaboración entre vecinos, asistiendo otros vecinos más mayores en tareas de todos los días (...) También la idea era que estos vecinos mayores más expertos puedan ayudar a otros vecinos a través de explicarles las cosas con sus propias palabras, me parecía que esto era algo fundamental". Realizó tres versiones: la primera un prototipo en papel, luego en computadora y la última fue un prototipo funcional online; todas las versiones las fue probando con un grupo de 15 personas.

Finalmente, resaltó que el único punto que no pudo solucionar fue el miedo al fraude: "Porque por más que la red social estaba planteada en un barrio cerrado (...), ellos se encontraban con que no querían hablar directamente con alguien que no conocían sobre sus problemas". Como posibles soluciones planteó que la red social sea promovida por vecinos organizados e involucrar a las escuelas y las universidades de la zona.

Comparó la situación de los adultos mayores de Japón como de Argentina y resaltó que no encontró grandes diferencias en su relación con la tecnología. Concluyó: "Aunque estemos en Japón o en Argentina no somos tan distintos, esta investigación trataba de sacar una foto del futuro, una foto de un país que tiene un porcentaje de gente mayor más grande que el que tenemos acá y que tienen algunas circunstancias un poco diferentes".

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