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Año XV - Edición 264 21 de abril de 2016

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Las semillas de la discordia: el rol de la Propiedad Intelectual

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El Centro de Estudios Interdisciplinarios de Derecho Industrial y Económico (CEIDIE) organizó la jornada "Las semillas de la discordia: el rol de la Propiedad Intelectual", la cual versó sobre los aspectos jurídicos de la biotecnología aplicada a la alimentación. La actividad fue moderada por Andrés Moncayo von Hase y contó con las exposiciones de Carlos Correa, Salvador Bergel, Vanesa Lowenstein, Mariano Genovesi, Sebastián Sztulwark y Aldo Casella.

Para comenzar, el moderador explicó cuál sería la modalidad de la actividad y luego cedió la palabra a Carlos Correa, Director del CEIDIE, quien, a modo de introducción, desarrolló sobre propiedad intelectual y comercio de productos agrícolas. En este marco, Correa señaló que generalmente cuando se habla de la propiedad intelectual se piensa en las patentes, en las marcas y en los diseños industriales. Sin embargo, hay otro título que también se encuadra dentro del marco industrial que se conoce a veces como derecho de obtentor o de la protección de las variedades vegetales, que tiene una gran importancia especialmente en países cuyas economías están, como en el caso argentino, fuertemente basadas en la protección agrícola. Este título puede ser asimilado en términos muy genéricos a una patente, en el sentido que confiere derechos exclusivos de explotación respecto de una materia que es definida de acuerdo con ciertos parámetros y que también deben cumplirse con ciertos requisitos para que sea accesible la protección.

Seguidamente, tomó la palabra Salvador Bergel, cuya ponencia versó sobre la problemática que se genera en el marco de la protección jurídica en materia de seres vivos y en materia de vegetales. Bergel se remitió a la opinión de la investigadora francesa Marie-Angèle Hermitte sobre la evolución del derecho de propiedad industrial en general que comenzó inicialmente como un derecho concebido para proteger creaciones en el mundo de la técnica, de la mecánica y de otros elementos; tenía una razón de ser y se conformaba a los principios básicos que se habían señalado que caracterizaban a lo que podía ser una patente. Con el tiempo se incorporó el tema de los productos químicos y farmacéuticos. Avanzado el tiempo llegó el momento de querer proteger parte de los seres vivos, lo que creó una situación inédita para el derecho de la propiedad industrial. “Hoy nos encontramos con un derecho de la propiedad intelectual en donde prácticamente todo lo que tiene algún valor económico puede ser objeto de protección por esta vía. (…) se va a avanzando cada vez más y llegamos a extremos totalmente absurdos”, opinó Bergel.

A su turno, Vanesa Lowenstein, a modo de complemento de las exposiciones de Correa y Bergel, planteó una serie de interrogantes con base en la convergencia regulatoria entre el derecho de obtentor y el sistema de patentes. Asimismo, vinculó el tema a las cuestiones relacionadas con el acceso a la alimentación, cómo la semilla se transformó en una mercancía y su rol en la cadena agroindustrial. Por otra parte, expuso que la propiedad intelectual en un inicio estaba fuera del ámbito internacional pero “luego ingresó en las negociaciones comerciales y con esto adquirió la dinámica de estas negociaciones en las cuales no solo se negocia el tema de propiedad intelectual, sino que muchas veces se negocian temas de propiedad intelectual a cambio de otros temas como acceso a mercados agrícolas, medidas sanitarias, inversiones, servicios, etc.”.

Más adelante, Mariano Genovesi expuso que en el sector semillero y de variedades en nuestro país tiene algunas características que los diferencian de algunos otros sectores industriales con relación al modelo de licenciamiento o a la utilización de la propiedad intelectual. Así, distinguió dos modelos característicos. “En el sector farmacéutico, por ejemplo, tenemos un sistema cerrado de patentes, de explotación de patentes, donde no hay licencias”, explicó. Por el contrario, “en el sector de las semillas en la relación entre titulares, los desarrolladores del germoplasma y los titulares de las patentes, hay un modelo más abierto por la necesidad de contar con las variedades locales que se ajustan a las características agronómicas de nuestro país”, diferenció.

Sebastián Sztulwark, por su parte, manifestó: “Trabajo temas de desarrollo económico, temas de cambio estructural. No trabajo directamente temas de propiedad intelectual pero estamos en un momento en donde se están discutiendo temas que pueden conectar estas cuestiones” y citó como ejemplo a la ley de semillas. “Tenemos por un lado un problema de apropiación de la renta a una innovación, que es todo un campo de nuevas tecnologías que se difundieron en los últimos veinte o treinta años en nuestro país”, explicó, y añadió: “Hasta ahora Argentina se integra básicamente como adoptante de estas tecnologías”.

Luego, Aldo Casella se centró en los nuevos contratos de Monsanto y en la cuestión del régimen propio de variedades vegetales y patentes biotecnológicas y los problemas que hemos venido afrontando respecto a esto en Argentina. “Me parece útil entrar a relatar alguno de los antecedentes para ver cómo se termina en este tema porque creo que hay mucha gente que va a estar interesada”, señaló. También explicó que los contratos en esta área en realidad son o deberían ser modelos de negocio que estructuran varias relaciones contractuales concatenadas.

Finalmente, el profesor Correa realizó un sumario de lo que se habló en toda la actividad. En el marco de la modificación de la ley de semillas, señaló que dicha modificación no está impulsada por el mercado, no porque sea anticuada y hay que actualizarla, sino que este impulso se debe a la presión que está ejerciendo una empresa y que hoy se manifiesta a través de este mecanismo contractual para aplicar en la Argentina un régimen de cobro de regalías que es claramente inconsistente con el régimen vigente.