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Año XVIII - Edición 322 20 de junio de 2019

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Lanzamiento del Instituto Latinoamericano de Criminología y Desarrollo Social

  • Notas

El Departamento de Derecho Penal y Criminología lanzó el Instituto Latinoamericano de Criminología y Desarrollo Social el pasado 15 de mayo en el Salón Azul. En este marco expusieron Eugenio R. Zaffaroni, Luis María Bunge Campos, Silvina Zimermann, Valeria Barbuto, Guido Croxatto, Alberto Filippi, Valeria Vegh Weis y Daniel Rafecas

Abrió el encuentro el director del Instituto Latinoamericano de Criminología y Desarrollo Social, cuya sede central estará en Lima, Perú, Guido Croxatto. Explicó que “el objetivo del nuevo espacio, que pretende acercar la criminología a los derechos humanos, sirviendo de marco para replantear políticas públicas regionales que terminen con los dos grandes flagelos del sistema penal latinoamericano, la selectividad sobre sectores marginados y el divorcio constante entre la práctica y la teoría”. Seguidamente explicó que este Instituto nace en Perú a instancia de un consorcio de universidades públicas latinoamericanas que tienen como objetivo generar investigaciones de campo que incidan en el rediseño de políticas públicas criminales, combatiendo estereotipos con estadísticas y análisis.

Luego Luis Marie Bunge Campos, subdirector del Departamento de Derecho Penal, celebró la importancia de este nuevo Instituto latinoamericano, que vincula a las universidades con la realidad social del continente, y recordó que el 15 de mayo es el día del docente universitario en homenaje al estudiante Juan José Cabral, asesinado en 1969. Bunge aseguró que este instituto seguramente hará muchas preguntas incomodas, que como comunidad juridica tenemos la obligación de escuchar.

A su turno, Valeria Wegh Weis disertó sobre la forma en que la criminalización está divorciada del daño social, tomando como ejemplo el aborto, y mostrando que el programa de criminalización está muy alejado de un programa de derechos humanos. Mostró a su vez la transversalidad de la selectividad, que nace antes del delito y prosigue más allá de la condena, incluso en las instituciones carcelarias, donde sigue operando.

Silvina Zimerman, remarcó la importancia de atender las demandas de los pueblos originarios, criminalizados como terroristas cada vez que reclaman por sus derechos o reivindican sus recursos naturales.

Valeria Barbuto auguró una fuerte integración entre este instituto en Lima y los institutos en Derechos Humanos ya existentes en la Argentina, como el Instituto de Justicia y Derechos Humanos de la Universidad Nacional de Lanús.

Luis Alén, por su parte, rescató la importancia de que este nuevo espacio sea un instituto latinoamericano y celebró que fuera Guido Croxatto, un joven abogado que no piensa el Derecho de manera tradicional, quien haya sido designado director del instituto, mostrando que las nuevas generaciones están decididas a mantener vivo el camino de los derechos.

Alberto Fillipi rescató la importancia de volver a plantear en clave histórica las cuestiones de la Patria Grande, cuestionando los “utopismos europeos” y recordando que “todos somos mestizos”. Fillipi cerró su exposición citando el ultimo escrito de Alesandro Baratta: “Las políticas de criminalización pueden tener dos direcciones opuestas, pueden estar o bien orientadas al modelo de los derechos frente a la seguridad, o al modelo de la seguridad frente a los derechos. Pero desde un punto de vista de antropología social, la necesidad de la seguridad es una necesidad accesoria, es un derecho secundario respecto a todas las otras necesidades que podemos o debemos definir como primarias o esenciales”.
Daniel Rafecas contó “el impacto que le produce que, en una sociedad todavía dividida no por clases, sino por castas, el 5 % de la población blanca, que domina todos los resortes de poder, siga divulgando el funcionalismo alemán de Jakobs, que fue cuestionado por Rafecas. Tenemos que cambiar estas modas e ideas y para esto va a servir sin dudas este instituto”, concluyó.

Eugenio Zaffaroni manifestó que es un orgullo que este instituto surja en Perú, por iniciativa de universidades peruanas, entre ellas la hermana Universidad Mayor de San Marcos, de las más antiguas de América de Sur. Recordó cómo Rosa del Olmo y Lola Anillar de Castro introdujeron la criminología crítica en América Latina, pero afirmó que “la crítica que tenemos que hacer hoy nosotros es muy diferente”. En este sentido, indicó que “se genera un programa punitivo que termina dejando afuera los datos de la realidad social”. Estos datos, en este caso, son los datos del ejercicio del poder punitivo: “El ejercicio del poder punitivo alemán tiene un ser que se separa del deber ser, pero no en forma disparatada. Lo que queda afuera de la construcción en Alemania no es un disparate. En Alemania no hay que juntar muertos de la policía todos los fines de semana. En Alemania no tienen el 50 o 60% de presos en prisión preventiva. En Alemania no tienen sus cárceles convertidas en campos de concentración”, desarrolló y sostuvo: “El daño que este divorcio de ideas puede producir en Alemania es relativo y los jueces pueden afrontarlo. Pero cuando traemos estas construcciones a América Latina, lo que dejamos fuera del conocimiento de nuestro saber jurídico es lo esencial y más importante. Entonces ¿qué es lo que estamos haciendo importando estas doctrinas, que preparamos para operadores y jueces?”.