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Año XVIII - Edición 325 05 de septiembre de 2019

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La justificación de los derechos humanos y sus críticos

  • Notas

La Maestría en Filosofía del Derecho llevó adelante la actividad “La justificación de los derechos humanos y sus críticos” el pasado 15 de agosto en el Salón Verde.

En este marco, expuso Roberto P. Saba y presentó Ricardo A. Guibourg.

Para comenzar, Roberto P. Saba realizó una breve reseña histórica de cómo surgen los derechos humanos a partir del trabajo de Norberto Bobbio. Sostuvo que se pueden reconocer tres momentos. En primer lugar, puntualizó que existió una “etapa en la que filósofos hicieron esfuerzos justificatorios de los derechos humanos para instalar la idea el ideal de los derechos humanos contra la autoridad, estamos pensando en Locke, por ejemplo. La teoría a la que recurrían tenía que ver con el iusnaturalismo y justificar la existencia de derechos en el derecho natural”. En segundo lugar, se puede precisar “una segunda etapa en la que estos derechos justificados en el iusnaturalismo son reconocidos por el derecho positivo nacional básicamente el derecho constitucional”. Y finalmente, tras la catástrofe en materia de derechos humanos que representó el Holocausto, que dio lugar a la creación de Naciones Unidas y a la Declaración Universal de Derechos, da lugar al tercer momento asociado a la universalización de la positivización de los derechos humanos.

A continuación, retomó las ideas de Carlos Nino que plantea que los derechos humanos son una de las invenciones más relevantes de la humanidad: “Un invento que tiene por objeto impedir, o por lo menos, tratar de impedir desastres como por ejemplo el que conocimos en la mitad del siglo XX, y esa función de prevención para evitar masacres por el propio ser humano”. Sin embargo, afirmó que “es muy importante este reconocimiento del derecho positivo pero que es más importante acompañarlo con la formación de una conciencia moral acerca del valor de los derechos humanos y de la aberración que significa afectarlos”.

Nino entiende que existen dos formas de construir esta conciencia moral. Por un lado, habla de “inculcar a la gente por medio de la movilización, las emociones, las intuiciones, pero lograr que haya una adhesión a este ideal de los derechos humanos a través de la propaganda”. Y por otro lado, propone generar “una conciencia moral que tenga que ver con convencer a las personas a través de razones de la importancia de respetar y no afectar los derechos humanos”.
Saba reconoce que existen una serie de cuestionamientos a esta posición y explicó tres de ellos. “Una primera crítica tiene que ver con la posición que diría esto que ustedes propone no es necesario porque el valor de los derechos humanos es un valor evidente, es algo que no requiere de justificación, no necesitamos demostrarle a la gente por qué son valiosos los derechos humanos”, señaló. Luego, explicó que “otra posible crítica tiene que ver con esta idea de que no posible justificarlos”. Y por último, aclaró un planteo vinculado a cierto escepticismo, que sostiene que “cualquier esfuerzo por justificar los derechos humanos como universales parte de una posición imperialista moralmente hablando”.

Seguidamente, destacó los planteos críticos de Eduardo Rabossi, Norberto Bobbio y Richard Rorty. En relación con el primer autor, indicó que el esfuerzo de justificación en realidad se está construyendo sobre un hecho superado. “El esfuerzo justificatorio hasta podría haber tenido sentido en un contexto histórico y cultural en el cual no eran los derechos humanos un hecho en el mundo pero desde 1945 los derechos humanos ya son parte de nuestra cultura. Aquellos que plantean la necesidad de justificarlos para poder fortalecerlos están operando sobre un contexto cultural que hoy ya no existe”, señaló. En tanto, Norberto Bobbio sostenía que “el problema de los derechos humanos es cómo protegerlos no cómo justificarlos. No cree que puedan encontrarse fundamentos últimos a los derechos humanos. La justificación última no es una condición necesaria ni suficiente para la plena realización de los derechos humanos”. Asimismo, Richard Rorty asume que el hecho de intentar vincular el ideal de los derechos humanos con alguna característica distintiva de los seres humanos se inscribe “en una tradición platónica que choca con tesis como la de Nietzsche que dice el hombre siempre va a ser cruel. No hay forma de convencer al hombre y a la mujer de no violar derechos humanos”.

A continuación, el expositor afirmó que “hoy tenemos que ver cómo hacemos que nuestra cultura, la cultura de los derechos humanos, se torne efectiva, se expanda, se fortalezca”. En este sentido, se preguntó por las implicancias de la expresión “nuestra cultura”. “Hay una certeza epistémica de cuál es la cultura en la que estamos inmersos”, aseguró. E indagó sobre la cuestión de la decisión: “El juicio moral que está detrás de la decisión de hacer efectiva esa cultura. La decisión de que esta cultura, nuestra cultura es la que debe ser promovida y fortalecida es una decisión moral, es una decisión valorativa”.

Para finalizar, señaló que “el pragmatismo y este proyecto que parte de la eficiencia y de la necesidad de expandir el status quo o de hacer real esta cultura o de aplicar los derechos y no justificarlos o bien ya tomó esa decisión moral pero no me la justificó o no entiendo cómo elige. Tampoco entiendo como uno puede adoptar una postura crítica respecto de otros proyectos si no tiene razones para defenderlos frente a los otros proyectos”.