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Año XXI - Edición 375 16 de junio de 2022

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Inteligencia artificial, derecho y seguros

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El pasado 6 de junio, el Centro de Graduadas y Graduados organizó la actividad “Inteligencia artificial, derecho y seguros” a través de Zoom, cuyo expositor fue Waldo Sobrino.

Para comenzar la exposición, Waldo Sobrino definió un supuesto importante sobre el tema a tratar. “No hay alternativa de cara a la inteligencia artificial. Se va a aplicar sí o sí, nos guste o no, no hay otra posibilidad. La inteligencia artificial es valiosa y trascendente, pero detrás de todo está el ser humano y no debemos olvidarnos. Todo lo que concierne a ésta tiene que estar basado en tres pilares: el primero, la justicia. El segundo, la equidad. Y el tercero y último, la dignidad de las personas. Si el derecho y la inteligencia artificial no sirven para eso, no sirven para nada”. Y agregó que “somos privilegiados, somos la primera generación de abogados y doctrinarios que nos encontramos con esto, con la neurociencia y el metaverso. Tenemos la capacidad de analizar y estudiar, de aplicar estas cosas a lo que nos concierne”.

Seguidamente, hizo referencia a que nos encontramos, actualmente, en la Cuarta Revolución Industrial, y que la inteligencia artificial significa una marca en la historia de la evolución de la humanidad. A su vez, remarcó la relación intrínseca que surge entre el derecho y la misma, cuestión que se relaciona de forma directa con la protección que necesitamos como humanos ante esta nueva tecnología. Del mismo modo, el orador aclaró: “Esto también tiene un lado oscuro. Hoy en día, la intimidad y la privacidad no existen. No hay nada nuestro que no sepan, y de ahí el surgimiento de nuevos derechos, entre ellos, el derecho al anonimato”. A modo de ejemplo, invitó a pensar en quién tendría más poder. “¿Un rey de Francia del siglo XIV o Mark Zuckerberg? El rey de Francia controlaba todo su país, es verdad. Pero Mark, actualmente, controla el mundo entero. ¿Y hasta dónde? No hay límite. ¿Cuánto sabe de nosotros? Todo”, remarcó.

En la misma línea argumental, el expositor diferenció entre la inteligencia humana y la artificial: “¿Ustedes creen que la inteligencia artificial es inteligente? Se podría suponer que sí, pero no. No posee la inteligencia o comprensión del ser humano, simplemente realiza correlaciones, que son la junta de datos para sacar conclusiones, pero lo que no posee, es el conocimiento intrínseco u ontológico del ser humano. Estas conclusiones que efectúa la inteligencia artificial pueden ser correctas, pero también pueden fallar”. En tal sentido, un resultado interesante que surge de estas correlaciones, es que, con los algoritmos que genera, también emerge una nueva forma de discriminación. Para dar un ejemplo concreto, se refirió al sistema de inteligencia artificial de dictado de sentencias creado en los Estados Unidos, COMPAS, y lo comparó con el creado en Argentina, PROMETEA.

Por consiguiente, y hablando sobre el lado desconocido de la inteligencia artificial, el orador también hizo mención al biomejoramiento, que es la mejora de las partes genéticas a través de dispositivos tecnológicos. Enfatizó que, por un lado, tiene un aspecto positivo, ya que se pueden eliminar genes defectuosos, pero por el otro, con esta tecnología se genera otra desigualdad social y una ampliación en la injusticia propia del mundo que conocemos. 

Hacia el final de su ponencia, vinculó la inteligencia artificial con los seguros: “¿Puede aplicarse la inteligencia artificial a las normativas vigentes en materia de seguros? Sería complejo, pero sí. Hay un lado positivo para los dueños de compañías de seguros, puesto que van a poder predecir cuándo y de qué manera se van a producir los siniestros a partir de algoritmos inteligentes. Quienes no serán beneficiados en este caso porque conservan la aleatoriedad de los siniestros son los asegurados”.

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