¡Seguinos!

Año XI - Edición 203 08 de noviembre de 2012

Buscar

III Jornadas de Ejecución Penal

  • Notas

Con la organización del Centro de Estudios de Ejecución Penal, durante los días 11 y 12 de octubre se realizaron en el Aula Magna de esta casa las III Jornadas de Ejecución Penal en reconocimiento a los aportes del Profesor Eugenio Raúl Zaffaroni. A lo largo de estos dos encuentros se trataron cuestiones tales como la ejecución de la pena en las cárceles argentinas desde una perspectiva criminológica; el trabajo en las cárceles enla Argentina; la educación en las cárceles argentinas; género y discriminación en contextos de encierro; menores y ejecución de la pena; la prisión preventiva y la prisión perpetua como dos extremos de la ejecución penal; y las alternativas a la cárcel, las medidas vigentes y las posibles reformas.

Durante la presentación de las jornadas, Cristina Caamaño efectuó algunos breves comentarios en torno a las anteriores ediciones de estas jornadas. Más tarde, fue el turno de Sergio Delgado, quienconfesó su preocupación por la falta en la currícula de grado de contenidos relativos al derecho de la ejecución penal. “Si bien están los contenidos, rara vez se logran alcanzar el dictado de estos contenidos intensamente, a lo sumo en un curso de elementos es posible que se hable un poco de la libertad condicional, tal vez de la reincidencia”, explicó. Algo similar ocurre con la oferta académica que existe para aquellos ya graduados, debido a que se observa que lo referido al derecho de la ejecución penal vuelve a ser escaso también aquí. “El principal problema de derechos humanos actual enla Argentina deriva de la situación de las cárceles”, indicó Delgado. Sobre el caso particular dela Ciudad Autónoma de Buenos Aires, consideró inapropiado que una ciudad que detiene 6.000 personas anualmente pero que no cuente con un sistema penitenciario dentro de su circunscripción territorial debiendo enviarlos a otros lejanos puntos del país.

El cierre de las jornadas estuvo a cargo del profesor Eugenio R. Zaffaroni, quien señaló que a veces los homenajes se personalizan pero ninguno de nosotros es merecedor de todo lo que en algún momento puede llegar a representar. “Porque nos vamos construyendo a lo largo de la vida, a lo largo de la carrera y, en definitiva, encarnamos a muchos de los que nos fueron enseñando […] sí son muchos, yo soy un accidente más”, enfatizó. Así, se permitió mencionar a aquellos hombres y mujeres que han sido determinantes en la construcción de su formación académica. Fundamentó esta descripción al afirmar que “los homenajes no son personales, en el sentido de que a uno de le ocurrió un día algo genial, sino que nos vamos formando y debemos cosas”.

En cuanto a lo referido a la ejecución penal, explicó que en la actualidad es sabido el efecto que tienen las instituciones totales sobre las personas privadas de la libertad. Las mismas producen un efecto iatrogénico, reproduce lo que dice que está destinada a resolver y provoca una sintomatología regresiva en las personas que deben someterse a este sistema. “Sabemos perfectamente que los rituales de incorporación a la institución total son rituales que alterna gravemente la personalidad y la autopercepción de la persona sometida a ellos”, enseñó. Por otro lado, aseguró que cada vez que visita un centro de detención siente estar asistiendo a un extraño internado de niños grandes. Los detenidos, durante su estadía en estos centros, se ven obligados a asumir un rol determinado, que se aparta notablemente de las actitudes cotidianas que podría presentar por fuera de estas instituciones de encierro. Una vez obtenida la libertad resulta tarea harto compleja poder alejarse de aquel rol construido a lo largo de tantos años. “No sé si llegaré a verlo, pero estoy seguro que en este siglo la cárcel como la conocemos va a desaparecer, va a ser remplazada por otros controles de conducta”, pronosticó. Para Zaffaroni estos controles de conducta podrán efectuarse por medio de los grandes avances tecnológicos que se sucederán en los años venideros. Fue aun más específico al indicar que estos controles serán posibles por medio de “chips subcutáneos, ínfimos, casi invisibles”, pero luego alertó “el control electrónico de conducta puede presentar un panorama que es tremendamente amenazador”. Esto podría volverse aun más peligroso al momento de advertir que en la actualidad, según sostiene el orador, hay una guerra desatada entre los gobiernos del mundo y las grandes corporaciones. Se trata de una disputa entre un modelo de Estado social de derecho medianamente incorporativa y un modelo de las grandes corporaciones, un modelo excluyente, de un Estado reducido a la mera función de proveedor de represión para el mantenimiento del control.

Se refirió también a la legislación sobre la ejecución de la pena en el continente latinoamericano. Para el Ministro dela Corte Supremade Justicia, si bien en algunos casos pueden destacarse virtudes en la técnica legislativa, lo cierto es que se trata de normas programáticas, cuya realización es bastante relativa. “Es bastante relativa porque falta la infraestructura para llevar a la práctica esas leyes en casi todos nuestros países”, agregó. Se pueden ampliar los estándares de realización, pero más que nada se debe redefinir el concepto de ideologías re: resocialización, repersonalización, reinclusión, reeducación, debido a que de continuar interpretando al mismo en el sentido positivista serán empresas imposibles. Es un absurdo que se tenga que privar a una persona de su libertad en una institución total para enseñarle a vivir en libertad. No se puede enseñar a nadar sin agua, ni tampoco aprender a jugar al fútbol en un ascensor. Entendió que “el objetivo inmediato que tendríamos que obtener es una reducción de la prisionización, una radical reducción de la prisionización, no soñar con ir más lejos y tratar de cambiar la sociedad porque eso desde nuestra posición no lo vamos a hacer, la dinámica social es otra”. Esta reducción no se logra por medio de una reforma del Código Penal, producto de que la prisionización en nuestra región no está legitimada a través de disposiciones penales sino a través de disposiciones procesales.

“No sé si llegaré a verlo, pero estoy seguro que en este siglo la cárcel como la conocemos va a desaparecer, va a ser remplazada por otros controles de conducta”, advirtió el profesor emérito Eugenio Raúl Zaffaroni.