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Año X - Edición 186 17 de noviembre de 2011

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II Jornadas de Ejecución Penal

  • Notas

Con el auspicio de Editorial La Ley, durante los días 7 y 8 de noviembre se desarrolló en el Salón Verde de esta Facultad de Derecho las segundas jornadas de ejecución penal. La actividad fue organizada por Marcelo Buigo, Profesor Adjunto Regular del Departamento de Derecho Penal y Criminología y Cristina Caamaño, Directora Académica del Centro de Estudios de Ejecución Penal.

El evento se inició con algunas breves palabras introductorias a cargo de Cristina Caamaño, Marcelo Buigo y Juan Martín Mena.

Más tarde, Marcelo Muñiz, Mariano Villagra, Julio Cepeda y Marcelo Battistessa disertaron en un módulo al que se lo llamó “Trabajo en Cárceles”. A continuación, Adriana Puiggrós, Virginia Sansone y Sebastián Carrera se refirieron a la educación en las cárceles argentinas.

Durante el segundo día de la jornada, Bettina Castorino y Gustavo Letner expusieron en un panel sobre "Cárcel y género”. Asimismo, Pedro Mouratian, Gustavo Vitale, Sergio Paduczak y Alderete Lobon se abocaron a lo referido a la discriminación en cárceles. Luego, Diego García Yomha y Mario Juliano reflexionaron sobre "La ejecución de la pena privativa de libertad en el Sistema Penal Argentino. Reformas necesarias”.

Finalmente, las palabras de cierre le correspondieron a Raúl E. Zaffaroni, Profesor Titular de esta Casa, quien sostuvo: “creo que insistir en las ideologías re de resabio absolutamente positivista es absurdo”. Según Zaffaroni, es absurdo debido a que considera imposible reacondicionar a una persona que egresó de una institución total como es una cárcel. “Si quiero enseñarle a alguien a vivir en libertad, no lo puedo encerrar”, amplió. Sumado a ello, las ideologías re son concebidas por el expositor como extremadamente autoritarias, debido a que es el Estado quien obliga al sujeto a comportarse dentro de ciertos parámetros. Ello queda patente especialmente en delitos que tienen una clara motivación política o ideológica. Advirtió que pretender cambiar los valores a una persona adulta podría implicar adentrarnos en un peligroso terreno en el cual es el Estado quien se inmiscuye en algo en lo que no debería.

“La inmersión en una institución total de estas características tiene un efecto paradojal, tiene un efecto reproductor y hace muchos años que se puso de manifiesto que es condicionante de las llamadas carreras criminales, es decir, una desviación primaria genera una intervención del poder punitivo cuyos efectos negativos generan una desviación secundaria más grave”, enseñó.

Frente a este panorama, el disertante estimó que si los detenidos lo están por su vulnerabilidad debemos ensayar un tratamiento que actúe sobre este estado de vulnerabilidad. “Frente a la filosofía de sé bueno, la cual el preso le puede dar vuelta la cara preguntándose por qué tiene que ser él bueno si hay otros que son perores que él y están sueltos, la consigna sería no seas idiota”, subrayó. El Estado tiene la oportunidad de ofrecerle a quien se encuentra privado de su libertad que reduzca su nivel de vulnerabilidad, brindando el apoyo que sea necesario para que el detenido abandone su estado de desprotección.

“Muchas veces lo que se muestra como éxitos de ideologías re son justamente esto (de más arriba), oportunidades en que el sujeto ha aprovechado para subir su nivel de invulnerabilidad, tiene muy poco de re esto”, resaltó. La persona que entra a una institución siendo analfabeta y sale de ellas siendo, por ejemplo, analista en sistemas tienen una auto-percepción que es distinta a la que poseía tiempo atrás. Aquí, el Estado ofrece, no impone.

Se deberá también brindar la asistencia para que el detenido, si así lo quisiese, pueda lograr la superación del trauma que implica la prisionización, la superación de la crisis depresiva que la misma implica y la neutralización hasta donde sea posible de todos los signos de regresión que trae la inmersión en una institución total. Zaffaroni aseguró que no se trata meramente de conversar con el sujeto e intentar convencerlo. Se requiere necesariamente de una tarea de equipo y ello desde ya no es una tarea sencilla.

Las ideologías re, como resabios del positivismo, conllevan a una anomia del personal penitenciario producto de que se les encarga una tarea que es irrealizable, no saben que es lo que exactamente están haciendo, quedan desprovistas de normas y pueden, por consiguiente, aventurarse a hacer lo que les parezca. Cuando en cambio se encarga una tarea que es factible, como la opción de reducir los niveles de vulnerabilidad, el personal sale de la anomia, conoce con claridad como debe actuar. “La ideología re ha sido como resabio positivista francamente un discurso legitimante para afuera, pero creo que para adentro no ha funcionado, ha tenido efectos verdaderamente desconcertantes”, subrayó Zaffaroni.

Por otro lado, consideró que es posible reinterpretar las normas constitucionales relativas a las funciones de la pena teniendo siempre presente la voluntad de ofrecer al detenido la posibilidad de que éste reduzca sus niveles de vulnerabilidad. Es otras palabras, que la pena tenga como objeto la reducción de dichos niveles de vulnerabilidad, que son, en definitiva, los que facilitan la operatoria de selectividad estigmatizante y deteriorante del propio sistema.

“La ideología re ha sido como resabio positivista francamente un discurso legitimante para afuera, pero creo que para adentro no ha funcionado, ha tenido efectos verdaderamente desconcertantes”, subrayó Zaffaroni.