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Año XVI - Edición 283 04 de mayo de 2017

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Geopolítica, conflictos armados y relaciones internacionales estratégicas

  • Notas

El 17 de abril en el Salón Azul se llevó a cabo la conferencia del sociólogo francés Gerard Chaliand, autor del libro Memoria de mi Memoria. El evento fue organizado por la cátedra libre de Holocausto, Genocidios y Lucha contra la Discriminación y fue auspiciado por la Fundación Seranouch y Boghós Arzoumanian, The Aurora Humanitarian Initiative y el Museo del Holocausto de la Ciudad de Buenos Aires.

Tras la presentación del orador, a cargo de Roberto Malkassian, Gerard Chaliand indicó que el año 1979 es importante porque es cuando China elige el socialismo de mercado. “En 1979 las cosas empiezan a ser más difíciles para los europeos y en general para Occidente. En el ínterin se produce una revolución importante cuyos efectos continúan hoy: el ayatolá Jomeini toma el poder en Irán”, adicionó. La vieja disputa entre chiitas y sunitas vuelve a comenzar en forma seria y grave. Arabia Saudita, que militó hacia un islam ofensivo desde hacía diez años, no acepta la hegemonía proclamada de Irán. La rivalidad continúa hoy en día en Siria, Irak y Yemen. Otra fecha importante a partir de 1979 se vincula con la invasión a Afganistán por parte de la Unión Soviética. “El conflicto afgano no terminó, incluso ahora cuando están los norteamericanos allí”, añadió. Así, consideró que hay que guardar en la memoria estos elementos para entender el hoy. El islamismo nace realmente a mediados de los años 60 de un modo subterráneo. En esa época, el nacionalismo árabe y el socialismo parecen importantes, pero son fracasos en el plano económico e incluso desde el punto de vista militar. “El islam va a aparecer para algunos militantes como una solución”, destacó. Chaliand relató que en 1973 se produce el primer choque petrolero, el precio del petróleo aumenta cuatro veces y para Arabia Saudita es una ocasión de realizar propaganda hasta Indonesia, la cual se realiza en forma sistemática. “En 1979 los soviéticos entran en Afganistán y será una ocasión magnífica para Arabia Saudita de organizar una yihad sunita”, analizó. Afganistán es una oportunidad, además, para Estados Unidos de hacer ver a los soviéticos las dificultades que tuvo en Vietnam. El islamismo militante es ayudado por Pakistán, Arabia Saudita y los Estados Unidos. Finalizada la guerra de Afganistán, los islamistas giran en contra de Estados Unidos. “Entretanto, de modo inesperado, entre 1989 y 1991 la Unión Soviética y la Europa comunista fracasan y aparece un nuevo mundo”, manifestó. En este nuevo mundo se tiene la sensación de que Estados Unidos es una potencia absolutamente hegemónica. En septiembre de 2001 tiene lugar el ataque de los islamistas contra Nueva York y es un choque importante para Estados Unidos, “que tenían la impresión de ser un santuario. En el interior de Estados Unidos, los neoconservadores van a subir al poder y ante todo se trata de golpear a Afganistán, pero el verdadero proyecto está en otra parte: volver a modelar el gran Medio Oriente”. Esto quiere decir volver a Irak, terminar una guerra que en realidad no terminó, convencer con presión a al Asad para que deje de ayudar a Hamas y Hizbulah y en tercer lugar girar hacia Irán y contribuir a un cambio de régimen. “Este proyecto termina en un fiasco. Los sunitas no aceptan su derrota y ellos dicen en Irak representar el poder desde hacía mucho, que estaban en el poder antes de Sadam, incluso en tiempos de la monarquía, incluso en el mandato inglés y eran la verdadera clase dirigente en el país”, resaltó. Los Estados Unidos les impiden participar en el nuevo Irak y ponen en el poder personas que consideran heréticos, los chiitas, y kurdos que inclusive no son árabes. “Este es el nudo del rechazo en Irak”, remarcó. Más tarde, el orador señaló que actualmente nadie está satisfecho con el statu quo actual. “El presidente de Siria Bashar al Asad quiere todavía más, los islamistas piensan que todavía pueden maniobrar y que pueden tener ayuda económica del exterior, por lo tanto pueden continuar la lucha. De manera general, se negocia cuando se sabe no se puede obtener más a través de los combates, este no es el caso hoy”, sostuvo.