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Año IV - Edición 75 29 de septiembre de 2005

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Generaciones futuras: ¿nuevo sujeto jurídico y político?

  • Notas

El derecho actual se apura en sumar fórmulas felices y, sin embargo, jamás parece preguntarse si realmente ello contribuye a la solución de los problemas. Desde la bioética hasta el derecho ambiental, se habla de la protección de los intereses de las generaciones futuras como la cruzada más loable de los últimos tiempos. Pero el profesor italiano Stefano Pratesi (Doctor en Ciencias Bioético-Jurídicas y Derechos Humanos de la Università di Leche y Profesor Titular de Antropología Jurídica de la Università di Teramo) duda de la compatibilidad de esa inclusión con la concepción tradicional que tenemos del derecho.

Es por eso que con todo acierto, la Secretaría de Investigación de nuestra Facultad invitó a este reconocido jurista para que nos ilustre sobre su último tema de estudio: Generaciones futuras: ¿nuevo sujeto jurídico y político?  La conferencia se llevó a cabo en el Salón Rojo el 1 de septiembre.

“El paradigma está cambiando”. Así comenzó Pratesi su exposición y aclaró que hablar de generaciones futuras es hablar de paradigmas puesto que ninguna de las afirmaciones que se han hecho hasta ahora, desde el contractualismo hasta el utilitarismo, sirven para solucionar la cuestión.

Las cuestiones relativas a las generaciones futuras no son nuevas en el derecho. En 1945, con la Carta de la ONU, se veló explícitamente por ellas. Posteriormente fueron incluidas en el Tratado de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes ( 1972); en la Conferencia para la Seguridad y Cooperación en Europa (1975); en la Declaración sobre el Medio Ambiente en Río de Janeiro (1992); y en la Ronda de Doha de la OMC y la Declaración de la UNESCO por la Tutela de las Generaciones Futuras (1997) .

Desde el punto de vista filosófico, Pratesi propuso partir de una visión que tuvieron Karl Popper y Konrad Lorenz: la vida siempre busca un mundo mejor, busca el desarrollo; pero en esa búsqueda se corre el riesgo de equivocarse. Entonces, cuando hablamos de estos temas, podemos afirmar que estamos avanzando hacia algo mejor. Sin embargo, también tenemos que asumir que es posible que cometamos errores en el camino.
El problema reside principalmente en que estamos hablando de gente que no está presente para darnos su opinión. Desde lo jurídico Pratesi se preguntó: ¿Puede otorgarse un derecho a un sujeto potencial?

A partir de allí, nuestro investigador invitado citó numerosas teorías jurídicas y éticas. Primero aludió a Leszek Kolakowski para quien hoy prevalece —frente al mito edípico del deber— el mito del acreedor (creditor). De esta manera, el sujeto de derecho contemporáneo es alguien que tiene un crédito hacia el futuro y ninguna deuda hacia el pasado. Ya no se está hablando tanto de deberes, sino de derechos.

Luego, trajo a colación un trabajo de Gerhart Husserl llamado Tiempo y Norma (Recht und Zeit) donde se proponen dos relaciones típicas: la del político y la del legislador. El tiempo de la administración es un tiempo corto, mientras que el tiempo del derecho es un tiempo de proyección que debe perdurar hacia el futuro. Para Pratesi, ese paradigma no existe más debido a que ahora el tiempo de la administración es el tiempo de la emergencia y el tiempo del derecho es un tiempo de corto plazo. Esto se verifica en el Protocolo de Kyoto, donde las metas normativas llegan como mucho a 30 o 40 años.

Pero Pratesi fue más atrás: “¿Hasta dónde se puede medir el progreso?”. En ese sentido observa dos discursos en boga: el del happy ending (final feliz) o el del unhappy ending (final fatal). El problema es que éstas son dos posturas fundamentalistas que se traducen en una inoperancia de la norma para controlar el paso del tiempo. “Se ha perdido el sentido del largo plazo”, nadie quiere asumir la responsabilidad que supone emprender un camino complejo.

Volviendo al tema concreto, Pratesi explicó que para los utilitaristas la generación futura tiene que ver con una compatibilidad de intereses. Pero el problema para este experto es que habría una asimetría de origen porque el segundo sujeto interesado no está para decirnos cuál es su interés. Por eso, debemos tener cuidado al asignar derechos a granel porque creamos una ficción de sujetos activos que en realidad no lo son.

Para Hans Jonas, la solución pasa por poner un límite al progreso. Ese límite es el horror, frente al cual el derecho debe plantarse (por ej. el genocidio). Sin embargo, Pratesi opinó que hoy el límite no es un punto de referencia fijo. Por ejemplo, los presidentes de los países desarrollados dicen que no pueden cumplir con los plazos estipulado para las metas ambientales. Es decir, el problema es que no está claro dónde está ese abismo o si se puede posponer.

Finalmente, citó a las teorías del bien común donde, por ejemplo, Luigi Ferrajoli diría que este se logra poniendo todas las necesidades dentro de la norma jurídica. El conflicto es que no sabemos cuáles serán las necesidades futuras. El argentino Carlos Nino propondría que la solución se dé con la participación de todos en la construcción del bien común. Pero acá, las generaciones futuras no están para participar.

Frente a este panorama desconcertante, Pratesi prefirió seguir a Michel Foucault, quien se preguntaría: ¿Existen de verdad las generaciones futuras —el idioma de las víctimas— o será sólo una creación propia de nuestras necesidades actuales?

“Hoy necesitamos proponernos preguntas. Quizá lo jurídico no pueda solucionar todo. Quizá que alguien tenga derechos no signifique necesariamente que debamos tutelarlos”. Así concluyó Stefano Pratesi su conferencia.