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Año XVIII - Edición 322 20 de junio de 2019

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Encuentro de Derechos Humanos con Patricia Tappatá Valdez

  • Notas

En la Sala de Audiencias, el pasado 30 de mayo se realizó un encuentro de Derechos Humanos con Patricia Tappatá Valdez. Cabe destacar que la oradora invitada ha trabajado en la defensa de los derechos humanos en Perú, El Salvador y Argentina. Desde enero de 2017 es Directora del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos (UNESCO) basado en Buenos Aires. Es licenciada en Trabajo Social de la Universidad de Córdoba y realizó estudios de postgrado en Ciencias Sociales en FLACSO. Es profesora de la Maestría en Derecho Internacional de los Derechos Humanos de la Facultad. Asimismo, es socia del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), donde integró su Comisión Directiva desde el año 1995 al 2012. Además, fue cofundadora y directora de Memoria Abierta, y Directora Ejecutiva de la Comisión de la Verdad para El Salvador de las Naciones Unidas.

La expositora se analizó qué significa trabajar en derechos humanos: “Impregna totalmente la vida personal. Involucra muchos compromisos porque supone además en el ejercicio de ese trabajo muchos viajes, muchas ausencias, depende de las coyunturas, bastantes riesgos. Eso hace que quienes te acompañan en la vida queden involucrados. Me cuesta bastante disociar una historia en el trabajo por los derechos humanos de mi propia vida personal”, indicó.

En primer lugar, comentó sobre su experiencia en Perú. “Cuando me fui en abril de 1974 por intereses políticos muy rápidamente me involucré en el apoyo a los exiliados. Habían llegado al Perú muchos exiliados chilenos, de a poco, exiliados argentinos y exiliados bolivianos”, afirmó. Y agregó que “siempre estuvo muy vinculada al tema de los documentos, los papeles, los archivos. Trabajé en dos centros latinoamericanos de documentación con documentos sociales y políticos de la época hasta que me convocaron a un equipo que acaba de surgir que se llamaba Departamento de Derechos Humanos que había creado en el año 1977 la Iglesia Católica del Perú”.

En esa misma línea argumental, estableció una diferencia con respecto a qué se entiende por derechos humanos en la actualidad: “El tema de derechos humanos no tiene nada que ver con lo que hoy entendemos, aprendemos y nos enseñan sobre los derechos humanos. Los derechos humanos antes eran los civiles y políticos que estaban referidos a la tortura, a la detención arbitraria o el asesinato. Apenas se tocaba el tema de los derechos económicos, sociales y culturale, que eran más que nada una materia de debate político”.

Tappatá Valdez expresó que este cambio se da en la década del ochenta en sintonía con lo que sucedió en Chile después del golpe de Estado. “La Iglesia católica de Chile desarrolla una infraestructura muy eficaz para la defensa de los derechos humanos. Los sectores progresistas y de izquierda de Chile eran mucho más extendidos que en el resto de América Latina. (…) Ellos adoptan este nuevo pensamiento sobre los derechos humanos y comienzan a convertirse en un instrumento válido contra las dictaduras y después de lucha democrática”, puntualizó.

Luego enfatizó el sentido profundamente político del trabajo en derechos humanos. “Por un lado, los temas de derechos humanos son graves y son trascendentes, afectan a la sociedad en un sentido o en otro, y aunque no es tan fácil conseguir la adhesión a estos temas que como dije son profundamente antipáticos, cantidad de dirigentes políticos preferirían que no existieran. Dedicarse a los derechos humanos es una manera de incidir en la situación más global y también te hace necesariamente preocuparte por los temas del régimen político o por lo temas sociales”, sostuvo.

Otro rasgo que caracteriza el trabajo en derechos humanos es su carácter colectivo. “Involucra una dedicación muy fuerte a nivel individual pero no puede no ser un trabajo colectivo. Personalmente, no puedo trabajar si no es con equipos y no solo con equipos que uno puede formar en una institución, en el Estado o donde le toque trabajar. Uno puede tener un equipo de trabajo pero uno tiene que trabajar con otros porque pensar los temas de derechos humanos es bastante complejo”, señaló.
Finalmente, remarcó la importancia de tener un pensamiento propio y autónomo. En ese sentido, planteó que “hay que pasar momentos realmente complicados para poder pensar con cabeza propia. (…) Siempre le otorgué mucha importancia a la reflexión de la propia práctica, la reflexión sobre el ejercicio de los derechos humanos”.