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Año VII - Edición 128 20 de agosto de 2008

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El senador uruguayo José Mujica visitó la Facultad de Derecho

  • Notas

El pasado 25 de julio se realizó una conferencia en el Salón Auditorio de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. El evento tuvo por objetivo dar por finalizada la visita del expositor, el senador uruguayo José Mujica, a nuestro país.

“No hay hombres grandes, hay  causas grandes”, manifestó Mujica, quien luego resaltó que la condición humana impone que a los hombres “se nos sale la miseria en cualquier vuelta de esquina”. En tal sentido, explicó que vale la pena ennoblecer el oficio de hombre tratando de servir a las causas grandes y profundas. De esta manera, consideró que el verdadero triunfo es vivir coherentemente con lo que uno piensa, sueña y entrega. A continuación, se disculpó por una declaración errónea que hubiera vertido horas antes a la prensa argentina y uruguaya y señaló que el involuntario equívoco de debió a que estuvo mal informado acerca de los sucesos.

“Vivimos una crisis proporcionalmente tan dura como la vuestra en 2001 y fuimos por el camino del cambio político; tratamos de sostener el gobierno y de encontrar una salida que se transformó por acumulación histórica en que nuestra fuerza política por primera vez llegara al gobierno”, agregó. Luego, opinó que es probable que los pueblos crónicamente sumidos en la pobreza, cuenten con mecanismos de resistencia y resignación; pero que aquellos que viven algún período largo relativamente en ascenso, una caída vertical del ingreso resulta insoportable.

Por otra parte, comentó que el programa implementado por el Frente Amplio desde 2004 busca sutilmente la salida democrática, gradualista y efectiva de los problemas sociales que enfrentaba Uruguay. De todas formas, remarcó que, si se comparase el programa fundacional de aquella fuerza política con el aplicado desde 2004, es posible observar cambios que, a su vez, son hijos de los cambios que se dieron en el mundo y en las circunstancias. En este sentido, aseveró que se dio prioridad a “hacer funcionar el país”, sabiendo de antemano que era menester atender de inmediato la emergencia social. La ayuda social absorbió muchos recursos y “tal vez se nos reproche haber gastado demasiado y haber cometido el error de no juntar reservas suficientemente grandes para cuando el mundo cambie”, concluyó.

Seguidamente, destacó que la peor degradación de su país en aquel entonces no estaba configurada por la pobreza, sino por la desarticulación de una sociedad en la cual el peso del problema equitativo es muy serio. “Hemos hecho un gran esfuerzo que se expresa en la reforma de la salud y otros aditamentos, que intentan resucitar un sistema de mutualismo con crisis crónica por falta de gente y de aporte; una solución social donde el Estado paga una parte esencial de esos servicios”, sostuvo. Al mismo tiempo, reconoció que todavía los más pobres no tienen otra alternativa que concurrir a los hospitales públicos, donde esperamos que, estando más aliviados, sea posible una mejor atención.

En lo atinente al manejo de la deuda pública, encomió el trabajo realizado por el equipo económico, que logró disminuir su relación proporcional con la riqueza del país en más de treinta puntos. En otro orden de ideas, deploró la dependencia energética a la que está sometida Uruguay y la calificó como “un ancla prendida del gañote que nos sepulta”. A su vez, estimó que se encuentra pendiente una reforma de la enseñanza, respecto a la cual argumentó que “la política de Estado debe inducir a que el estudiantado se queme las pestañas”. “Los estudiantes son víctimas de los pecados de mi generación y, sobre todo, de la que vino después, adicionó.

Cerca del final de su exposición, hizo una somera referencia a la “globalización que nos estruja, que nosotros no buscamos, sino que la soportamos; que tiene el lenguaje de empresas transnacionales y viene por la vía volátil del capital financiero”. Al mismo tiempo, estimó que la causa estratégica en América Latina implica dar todos los pasos que podamos para juntarnos y reclamó que no se reduzca la política a una mera cuestión económica cuantificable. “El contenido en una visión de futuro de construir paso a paso unidad entre los latinoamericanos, pese a nuestras enormes asimetrías, requiere tener el coraje de soñar y de abrir un horizonte. Debemos ir más allá y establecer lazos de mutua interdependencia que vaya asegurando círculos virtuosos para construir la unidad”, finalizó.