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Año IX - Edición 163 17 de junio de 2010

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El rol de la Universidad en torno a la cuestión punitiva

  • Notas

La Asociación Docente de la Universidad de Buenos Aires (ADUBA) invitó a disertar el 1 de junio pasado al Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y Director del Departamento de Derecho Penal y Criminología de nuestra Facultad, Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni. Las palabras de bienvenida fueron pronunciadas por el Secretario General de ADUBA, Daniel Ricci.

En primer término, el Dr. Eugenio R. Zaffaroni señaló que a comienzos del siglo XX se vivía el clima del positivismo penal, del reduccionismo biológico, por el cual se explicaba el delito a través de características individuales físicas. En tal sentido, hizo mención al lombrosianismo, a la teoría spenceriana y a la darwiniana. Analizó la situación de América Latina, comentando que cuando en nuestra región terminaron las luchas fraticidas que siguieron a la emancipación, hubo un período de independencia, luego una etapa donde triunfó el modelo mercantilista y se establecieron un conjunto de Repúblicas oligárquicas con características propias, generando Constituciones republicanas copiadas de Estados Unidos pero con realidades políticas muy distintas al deber ser. Explicó que el liberalismo político de nuestros libertadores se archivó y se pasó a sostener un modelo spenceriano para que las minorías oligárquicas pudieran legitimar su poder, sosteniendo que no se puede llevar el deber ser a la realidad porque tenemos una población que necesita ser tutelada.

Hizo referencia, además, a los valores estéticos de la Europa en la última mitad del siglo XIX ya que eran épocas en las que Foucault hablaba de disciplinamiento y se volcó en estereotipos todas las características de lo malo, que hoy se pueden ver en series televisivas. “La criminalización actual se orienta fundamentalmente por estereotipos, por la cara de sospechoso”, expresó. En virtud de ello, consideró que Lombroso legó la más detallada descripción de los estereotipos criminales de la época y aclaró que así nació nuestro saber académico respecto de la cuestión criminal. Indicó entonces que se suele señalar a José Ingenieros como el padre de nuestra criminología, que era positivista, siguiendo el pensamiento de aquella época y se refirió a su obra llamada “Las razas inferiores”.

A continuación, describió que la Policía surgió en la Francia borbónica y en la Inglaterra del siglo XVIII como resultado del momento de la industrialización debido a que en las ciudades no había suficiente acumulación de capital para incorporar al sistema productivo, lo cual generó situaciones conflictivas por la concentración de enorme riqueza y miseria en un espacio limitado. Posteriormente, aludió a que los médicos psiquiatras se incorporaron a grandes procesos como peritos y cobraron prestigio, entrando en la comunicación social de la época. De allí surgió entonces el positivismo criminológico, llevado adelante fundamentalmente por médicos que proporcionaron un discurso a la medida policial, altamente racista. Remarcó que “el nazismo extremó todas estas teorías que se cubren con el barniz científico” y postuló que en la Facultad se enseñó Derecho Penal peligrosista. Sin embargo, subrayó que la criminología etiológica cambió su discurso racista después de la Segunda Guerra Mundial y destacó que en los años 60 se produjo un giro en el pensamiento sociológico de Estados Unidos, influenciado por la perspectiva del etiquetamiento, según la cual la demanda de rol requiere de determinadas respuestas adecuadas. De modo que el análisis del ejercicio del poder punitivo se percibe como un reparto de etiquetas negativas que tiene consecuencias de carácter reproductivo, observando así la selectividad del ejercicio del poder punitivo. “Todo esto provocó una reacción de indignación frente a la criminología etiológica tradicional generando desconfianza”, manifestó el disertante. Precisó entonces que a partir de los años 70 se transformó el ejercicio del poder punitivo, entrando en crisis en el momento en que lo hizo el Estado de bienestar, el cual correspondía a una ideología de repersonalización, resocialización, reeducación y reinserción. Por lo tanto, se produjo un retraimiento de la competencia jurisdiccional y un notorio avance del Ministerio Público y la acusación.

En este orden de ideas, resaltó la existencia de dos criminologías: la académica y la mediática -de los medios de comunicación-, la cual tiene un efecto práctico más importante que la primera. “En la criminología académica actualmente hay una riqueza de aspectos críticos y una mayor cuota de realismo”, opinó. Expuso además que la criminología más reciente produjo el esencialismo, la cual inventa personajes y deja de lado el sujeto concreto. Hizo referencia también a la corriente de la perspectiva del daño social, vinculada al Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Finalmente, criticó que la criminología nunca se haya ocupado del genocidio, el más grande de todos los delitos. Propuso entonces una reelaboración de la criminología cautelar, brindando prudencia en el ejercicio del poder punitivo para que no termine en una masacre. “Debe hacerse una seria crítica ideológica de discursos, que en el fondo están escondiendo verdaderas técnicas de neutralización”, concluyó.