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Año XIX - Edición 348 12 de noviembre de 2020

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El retorno a la democracia casi 40 años después. Miradas y reflexiones de estudiantes y profesores/as de entonces

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El pasado 20 de octubre se llevó adelante la jornada “El retorno a la democracia casi 40 años después''. Miradas y reflexiones de estudiantes y profesores de entonces”, que organizó el Seminario de investigación sobre “40 años de democracia en Argentina”, dirigido por Juan Carlos Frontera.

En esta oportunidad, expusieron Susana López (Universidad de Buenos Aires), Renato Rabbi-Baldi Cabanillas (Universidad de Buenos Aires) y Enrique Del Percio (Universidad de Buenos Aires - Universidad de San Isidro) .
Para comenzar, Juan Carlos Frontera sostuvo que no hay mejor manera de conmemorar los 40 años del retorno a la democracia, que es un hecho bisagra para todos los argentinos, que comenzando a evaluar y reconstruir ese momento a partir de los testigos y los actores de ese tiempo, en particular los alumnos, que hoy son profesores destacados.

Luego, el director del Departamento de Ciencias Sociales, Ricardo Rabinovich-Berkman, brindó una introducción al encuentro. “A veces a quienes investigamos temas de historia nos preguntan sobre el futuro y, en general, somos unos pésimos futurólogos (...). Los historiadores tenemos ese trabajo de cuidar las raíces, no porque nosotros sepamos cómo va a ser el árbol, porque no lo sabemos, pero sí sabemos que si las raíces se pudren el árbol se va a morir también”, manifestó y resaltó que “el material que está juntando Juan Carlos Fronteras es un material en el que van a abrevar historiadoras e historiadores en el futuro”.

A su turno, Susana López expuso: “Ingresé a la Facultad en el año 1974 y creo que pertenezco a una facultad que, por suerte, no existió antes y tampoco existió nunca después de 1983 porque hice toda mi carrera durante el proceso de la dictadura militar”. Y puntualizó: “En 1974 ingresaron 40.825 alumnos a toda la universidad. Dos años más tarde, en 1976, ingresaron 21.056. Es exactamente la mitad. Esto no fue casualidad. Era una política de estado porque papeles de los militares, entre documentos como por ejemplo las bases para la intervención de las Fuerzas Armadas en el proceso nacional, establecía que las facultades deberían ser redimensionadas y que, por supuesto, debía eliminarse el sobredimensionamiento, fundamentalmente en la Universidad de Buenos Aires”.

Asimismo, recordó que “a partir de ese momento y para todo lo que fue mi carrera porque me recibí en julio de 1983, las autoridades máximas en la Universidad eran designadas por el Ministerio de Educación que también designaba al delegado interventor que era quien, en consulta, elegía a los profesores titulares y hacía la ‘limpieza correspondiente ideológica y temática’ que fuera necesaria para sacar a los elementos nocivos o que perjudicaban a la vida universitaria”. En esta línea, sostuvo: “Lo que resultaba peligroso era el espíritu universitario, el de 1918, entonces quienes estudiamos en esa universidad nos vimos privados de ese aire que tiene la vida universitaria que básicamente tiene que ver con la libertad, con el cambio de ideas, con preguntarle al docente y discutir respetuosamente. Todo eso estuvo ausente durante mi carrera”.

Renato Rabbi-Baldi Cabanillas comenzó diciendo: “Quien no estudia la historia está condenado a repetirla y, en consecuencia, esta frase ciceroniana me parece que sirve como marco para volver, aprender, enriquecernos y procurar mejorar”.

Luego se enfocó en el ingreso a la Facultad: “El tema del ingreso claramente va asociado a la definición de una universidad. Nosotros sabemos que hay distintos modelos. Está el modelo alemán que ha sido replicado en Chile y en Brasil; un modelo estructurado sobre altas calificaciones. Y también está el modelo del ingreso libre. Ninguno de los dos modelos fue aceptado de modo genérico en la tradición universitaria argentina y en nuestro caso había un examen de ingreso riguroso que luego se tornó problemático con el advenimiento de la democracia y Alfonsín, que se había comprometido en su campaña a terminar con el ingreso, terminó con la administración Delich generando el famoso CBC”.

Por otro lado, indicó que en aquellos años reinaba la idea de la “no política”. Y planteó que ver “a la universidad como campo propicio para el debate de ideas, como arena de encuentros entre diversas opciones y miradas que no solamente gravitan sobre la universidad misma, sino sobre la sociedad y el país no era posible en aquellos años, todo eso estaba ausente y este es un aspecto medular del ser humano, que estaba notoriamente en falta”. Y explicó que en su lugar se creó un instituto de extensión universitaria en donde se daban cursos de latín, de oratoria, literatura y filosofía. “Se trató de una universidad pobre en ofertas universitarias. Sin embargo, no fue una universidad mala en el sentido de una universidad que no permitiera que pudieran gestarse algunas semillas de la sociedad que venía. Ahí se educaron hoy muy destacados profesionales, docentes, funcionarios y el presidente de la Nación”, reconoció.

Por su parte, Enrique Del Percio expresó que “cuando te prohíben la política en la secundaria y en la universidad, la política te encanta”. En esta línea, manifestó: “La identidad política como en buena parte de la conformación de cualquier identidad se conforma no solamente por lo que uno cree o piensa, sino también en función de aquellos de lo que uno se quiere distinguir y nosotros, sobre todo después de Malvinas, teníamos enfrente a la dictadura”. Y agregó: “Llenábamos el Aula Magna y no importaba de qué partido eras porque teníamos la necesidad de hablar, discutir y conversar sobre política”.

Comentó que entró a la Facultad en 1979. “Muchos de nosotros veníamos de colegios privados, de clase media, de hogares donde, en mi caso, se había celebrado el golpe de Estado como algo positivo. Tenía 14 años cuando fue el golpe de Estado por lo tanto de política lo único que entendía era lo que escuchaba en casa, en el barrio, en el colegio y todos decían que el gobierno de Isabel era lo peor que podía haber pasado (...) y no tenía duda de que el peronismo era lo peor que podía existir”, contó y agregó que “en la universidad no se hablaba de política y no teníamos redes ni espacios para enterarse nada”.

Luego sostuvo que hoy la enseñanza del derecho se piensa de otra forma. “Se le dice al estudiante que va a poder realizarse llevando un poco de justicia a una sociedad que es bastante injusta y que al estudiar y al saber derecho uno va poder ser mejor abogado, mejor juez, mejor investigador. Esto en aquel momento no estaba”, resaltó.

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