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Año V - Edición 97 17 de noviembre de 2006

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El Instituto Nacional Yrigoyeneano celebró el 90º aniversario de la asunción del Dr. Hipólito Irigoyen a su primera presidencia

  • Notas

El 12 de octubre de 1916, 6 meses después de la aplicación de la “Ley Sáenz Peña”, asumía por primera vez como Presidente de la República el Dr. Hipólito Yrigoyen. A 90 años de aquel histórico episodio, el Instituto Nacional Yrigoyeneano (creado oficialmente el año pasado por la Ley 26.040 con la finalidad principal de la “investigación, la enseñanza, (...) la promoción y la difusión de la personalidad del Dr. Hipólito Yrigoyen y su obra”) organizó en nuestra Facultad una conferencia en su honor, que contó con las palabras de los Dres. Víctor Hipólito Martínez (Presidente del Instituto), Osvaldo Álvarez Guerrero (Vocal Titular del Instituto) y Tulio Ortiz (Vicedecano de la Facultad).

En la apertura del acto, el Dr. Martínez recordó que la fórmula Yrigoyen-Luna se alzó en las elecciones de 1916 con el 49% de los votos emitidos, convirtiéndose Yrigoyen en “el primer presidente democrático de la República”.

Según este orador, “Yrigoyen y el radicalismo tuvieron la virtud —en aquella época— de generar un nuevo paradigma político”. La obra del gobierno yrigoyeneano podía entonces resumirse en algunos de sus logros: la reforma universitaria, la creación de YPF y la defensa del petróleo, la jornada laboral de 8 horas, las primeras leyes previsionales, la creación del banco agrario, la sanción de la ley de arrendamientos agrícolas, el ferrocarril a Huaytiquina (Salta), y el establecimiento de más de 3.000 nuevas escuelas. “Todo ello con un Congreso opositor, con sólo cuatro gobiernos provinciales de su mismo signo político, y con una prensa despiadada en continuo ataque”, reivindicó Martínez. 

Citando al escritor Eduardo Mallea, destacó que con aquel triunfo se produjo el advenimiento de un gobierno austero y popular, que respondía en gran medida a una necesidad civil de decencia contra muchos años de explotación y de fraude. Fue Nicolás Repetto, opositor de Yrigoyen y líder del socialismo argentino, quien dijo de éste con motivo de su muerte: “A Yrigoyen le ha sido dada experimentar la satisfacción más grande a la que pudo aspirar un hombre de su acción: contribuyó a derrocar el régimen de las viejas oligarquías e inauguró el primer gobierno verdaderamente democrático del país”. 

A continuación, el Dr. Tulio Ortiz dio la bienvenida a los presentes en representación de la Facultad señalando que esta Casa de Estudios siempre ha tratado de estar presente en la gestación de algunos de los sucesos más importantes de la Argentina. En este sentido, nuestro Vicedecano indicó que el hecho ocurrido en 1916 “reconoce tres antecedentes, de los cuales nuestros profesores y estudiantes fueron partícipes y actores”.  Se refirió así a los días de agosto de 1889, cuando de las filas de la Facultad de Derecho salió la Unión Cívica de la Juventud. Un año después de aquel acto fundacional, se levantaría la Revolución del Parque de julio de 1890. Ya en 1910, en la casa del Dr. Manuel Paz, se llevaría a cabo la reunión entre Yrigoyen y Sáenz Peña, que sentó las bases de la famosa ley de 1912.

Con estas palabras, quiso significar que “esta fecha que hoy conmemoramos, es parte de nuestra historia, de la cual no podemos ser ajenos”. A nivel personal, destacó dos aspectos de aquella legendaria elección. “Lo primero es que fue un paso fundamental en la consolidación del estado-nación argentino, porque integró a través del sufragio popular a la mayoría del pueblo” —sostuvo. En segundo lugar, aquella época “demostró que puede y tiene que haber políticas de Estado”, que más allá de las adversidades deben mantenerse.

Para la clausura del acto, el Dr. Álvarez Guerrero resaltó ante todo dos cuestiones particulares del acto. “Es una las pocas veces que en las facultades se habla de Yrigoyen; una personalidad que ha estado excluida prácticamente del mundo académico”, protestó y en ese sentido acusó que desde siempre tanto desde la derecha como desde la izquierda hubo opiniones contrarias y despreciativas del líder radical.

Continuando con esa tónica, Álvarez Guerrero arguyó que más allá de lo que digan los libros, “la Revolución de 1905 fue una verdadera revolución”, de la que Yrigoyen salió victorioso. 
Por otra parte, releyó a los asistentes el primer mensaje que dirigió el ex presidente al Congreso de la Nación: “La Nación ha dejado de ser gobernada para gobernarse por sí misma”. De esta manera, este disertante rescató el sentido democrático del líder. “Cuando Yrigoyen hablaba de poder, no se refería a las ambiciones desmedidas, sino al poder radical del pueblo”, arguyó Álvarez Guerrero, para quien el concepto yrigoyeneano de soberanía fue heredado de Leandro N. Alem: la soberanía es de los desposeídos, de aquellas personas a quienes se les arrancó su derecho. 

En una defensa comprometida, este orador sostuvo que el sentido revolucionario de Yrigoyen no se llegó a plasmar totalmente “por la cultura misma argentina”. De ese modo, Álvarez Guerrero culminó diciendo que “no es cierto que el radicalismo fuera de clase media”: “Era un partido del pueblo, del “gauchaje”, de los suburbios; ése era el radicalismo que me gustaría que vuelva”.