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Año X - Edición 180 25 de agosto de 2011

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El impacto de las nuevas epidemias en la salud pública: el caso de la obesidad y los trastornos alimentarios. La situación en Argentina y Brasil

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Durante la tarde del 8 de julio se organizó en el Salón de Usos Múltiples del Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales “Ambrosio L. Gioja” una jornada que evaluó el impacto de las nuevas epidemias en la salud pública, especialmente la problemática derivada de la obesidad y los trastornos alimentarios, teniendo como objeto de análisis el reciente dictado de la ley 26.396. Fue estudiado, además de la realidad argentina, lo que ocurre en Brasil.

La primera de las oradoras fue la Dra. Marisa Aizenberg, quien antes de presentar al expositor que la seguiría aclaró que no podemos desconocer una realidad que hoy afecta a miles de hombres y mujeres en el mundo. “La obesidad es un problema que requiere de nuestra máxima atención”, agregó la directora del Observatorio de Salud de nuestra Facultad.

El Dr. Alberto Arbex, como médico endocrinólogo, eplicó desde la óptica de las Ciencias Médicas las cuestiones relacionadas con el fenómeno de la obesidad y los trastornos alimentarios en Río de Janeiro. Continuó con esta perspectiva médica el Dr. Julio C. Montero, médico nutricionista miembro de la Sociedad Argentina de Cardiología de Buenos Aires (FAC). Comentó acerca de su experiencia en el desarrollo a lo largo de los años de la problemática de la obesidad y demás trastornos. Según él, mucho ha cambiado en la opinión pública en cuanto al tratamiento de estas problemáticas. Así, confesó: “nos sentíamos no comprendidos y hoy ocurre todo lo contrario, es como Internet: todo el mundo habla de obesidad”.

Ya dentro del ámbito del saber jurídico, la Dra. María Susana Ciruzzi aportó su mirada desde la bioética, su especialidad. Pero antes de ello, se permitió destacar lo fructífero que resulta abocarnos a un análisis interdisciplinario de estas características.

Enseñó que existe un dilema poseedor de dos elementos mutuamente excluyentes. Por un lado, aquella corriente que concibe a la nutrición como un derecho humano, algo que nos obliga a discutir quién es verdaderamente responsable de su respeto y real aseguramiento. Por otro lado, cuando no se observa a la política alimentaria nutricional como una política de Estado.

Señaló Ciruzzi que la mejor política de Estado es la que se decide por la prevención. Para justificar ello recordó la frase “es la economía, estúpido” empleada reiteradamente por la sociedad norteamericana a propósito de la contienda electoral del año 1992 que enfrentó al demócrata Bill Clinton contra George H. W. Bush. Es decir, la prevención debe ser alentada no sólo por sus beneficios sociales sino que, principalmente, por los económicos, debido a que la prevención es financieramente más aconsejable para cualquier Estado.

Por otro lado, explicó que desde la bioética la obesidad podría definirse como aquello que sufre una persona no capaz de defender adecuadamente sus propios intereses. Trajo a su disertación el concepto de “capas de vulnerabilidad”, desarrollado primeramente por la investigadora independiente Florencia Luna. Dicho concepto nos permite determinar que no todo ser humano que padezca los efectos de la obesidad se encontrará en un mismo grado de vulnerabilidad. De hecho, diferente es el caso de una mujer adolescente obesa y pobre de una que, a pesar de ser obesa y adolescente, es parte de una familia acomodada que tiene acceso a un servicio de salud privada.

Su experiencia personal le ha permitido convencerse de que en los hospitales públicos en la Argentina es posible atestiguar la existencia de, al menos, dos problemáticas fundamentales de alimentación infanto-juvenil: la desnutrición infantil y la anorexia.

En cuanto a la primera, aseguró que a pesar de las cifras oficiales la misma se vuelve día a día más frecuente. Por su parte, la anorexia empieza a ser un problema no sólo para jóvenes de 15 años en adelante, sino que hay casos de niños y niñas de 10 u 11 años que sufren este trastorno. “Algo muy malo estamos haciendo los adultos cuando tenemos chicos de 10, 11 años que son anoréxicos y ni hablar de aquellos que son desnutridos”, reflexionó Ciruzzi.

Desde la óptica de la defensa al consumidor, este contexto se profundiza con la incidencia de la publicidad y la falta de un etiquetado correcto de todos los productos que incluya los valores nutricionales del mismo. No ahorró palabras para referirse al “engaño a los consumidores, en cuanto no tenemos la adecuada información” o en caso de que sí la haya a “la manipulación informativa nutricional que hace la industria farmacéutica y alimenticia”. “No teniendo información precisa es imposible que elijamos”, sentenció la expositora.

Aprovechó la ocasión para hacer alguna mención a lo que es la bioética. Calificó a esta última como aquel elemento que facilita la concreción de aportes interdisciplinarios, en donde la filosofía, el derecho y la medicina se unen en un mismo análisis. Añadió que los valores morales muchas veces inspiran a la gestación de relaciones asistenciales, siendo ello también objeto de la bioética.

Luego, efectuó una sucinta comparación entre dos modelos antagónicos. Uno de ellos es la llamada autonomía médica de los pacientes, que se contrapone a los que se conoce como principio de beneficencia, en donde reina el paternalismo, siendo el cuerpo médico el encargado de decidir por la suerte del paciente. Según Ciruzzi, las sociedades latinoamericanas, a diferencia de las anglosajonas, han históricamente tendido a ser marcadamente paternalistas en cuanto a la relación médico-paciente.

Retomando la cuestión económica, la disertante pudo anticipar que si no optamos por la prevención habrá indefectiblemente un colapso producto de que ningún sistema de salud público puede costear una masiva demanda de tratamientos no preventivos destinados a dar solución a la obesidad y a otros trastornos alimentarios.

En base a lo expresado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad debe considerarse como una enfermedad crónica pero evitable, constituyendo así una de las principales epidemias del siglo XXI. La misma requiere de tratamientos prolongados y complejos en donde muchas veces se evidencia la claudicación tanto del cuerpo médico como del propio paciente.

Por último, Ciruzzi resaltó que la obesidad es una patogenia multifactorial, en donde conviven aspectos ambientales, genéticos, sociales y culturales que necesariamente deben ser tenidos en cuenta a la hora de decidirse por el tratamiento o prevención de dicha patología. En definitiva, no estamos ante un simple problema médico, es un problema social que afecta sociedades desarrolladas y a las que no los son.

La Dra. María Susana Ciruzzi le dedicó un espacio a “la manipulación informativa nutricional que hace la industria farmacéutica y alimenticia”.