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Año XV - Edición 269 30 de junio de 2016

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El Congreso de 1816 y los proyectos constitucionales

  • Notas

Con la organización del Departamento de Derecho Público I, el pasado 9 de junio se llevó adelante una actividad titulada El Congreso de 1816 y los proyectos constitucionales en el Salón Rojo. El encuentro fue moderado por Alberto Dalla Via y contó con las ponencias de María Sáenz Quesada, Horacio Sanguinetti e Isidoro Ruiz Moreno.

En primer término Alberto Dalla Via dio la bienvenida al evento sobre el Congreso de Tucumán, “cuyo bicentenario estamos festejando en distintos ámbitos y en distintas actividades como corresponde en nuestro país”, indicó.

A su turno, María Sáenz Quesada explicó que con motivo de los 200 años del Congreso de Tucumán se han realizado varias actividades. “Por parte de la Academia Nacional de la Historia hemos tenido unas jornadas en Buenos Aires y un congreso en Tucumán, con una gran cantidad de participantes, de temas relacionados a los renovados estudios sobre la materia y se puede decir que hoy se sigue estudiando la época, las instituciones, el comportamiento de la gente que vivió aquellos años fundacionales y que cada generación interroga nuevamente a la historia y esta responde de acuerdo también a las preocupaciones de la época siempre y cuando se haga dentro de un rigor historiográfico que es indispensable”, desarrolló. Asimismo, sostuvo que el Congreso de Tucumán tenía como primer objetivo declarar la independencia pero después tenía que dar una constitución y en esto la Constitución de 1819 resultó una constitución frustrada que no correspondió al momento histórico en que se dictó. “Había un Congreso que marchaba por una parte y, por otra parte, una situación anárquica”, especificó. Luego, señaló que las diferencias entre 1810 y 1816 son notables en lo que respecta al contexto internacional en que se desarrolló el proceso de las independencias.

Horacio Sanguinetti se enfocó en el contexto cultural que prevalecía en torno al año 1816, en donde hubo un ajuste cultural importante. Seguidamente, señaló que la cultura que se ejercía aquí era la cultura española, la cual era extensa y amplia. Pero el arte más importante que se produce es la música. En España se hizo muy poca música valiosa porque, explicó Sanguinetti, tenían una “devoción extraordinaria e insólita por la música italiana”. Sin embargo, España ha dado el género zarzuelero que es una disminución importante de la ópera y ha servido con extraordinaria calidad a la ópera italiana a través de los intérpretes. Estas proyecciones culturales se trasladaron a Argentina y se ejercían en los salones, que eran los centros culturales de la época, y en los teatros como el Teatro de la Ranchería. Luego, se refirió al Teatro Coliseo, donde se hicieron los grandes actos de la Revolución de Mayo. “La música nos dio una cultura, un gusto, que todavía perdura entre nosotros. La ópera y la música culta todavía tienen entre nosotros una enorme trascendencia. Hemos tenido teatros importantísimos a nivel mundial y seguimos teniendo algunos”, manifestó. Hacia el final, recordó una frase del libro Don Quijote de la Mancha: “Señora, donde hay música no puede haber cosa mala”.

Finalmente, Isidoro Ruiz Moreno sostuvo que “lo que estamos rememorando en esta fecha no es la independencia como muchas veces se dice y se cree, sino la declaración de independencia , porque la independencia ya existía desde 1810. Nosotros, los vecinos porteños fuimos los que rompimos con España deponiendo a la autoridad que había allí y desde mayo de 1810 tuvimos nuestros gobiernos propios”. Asimismo, expresó que “como las cosas buenas nunca vienen solas, la guerra se comienza a perder. Este era un territorio inmenso, despoblado, de gran mayoría analfabeta, sin industria, sin comercio, sin elementos de guerra y la guerra se perdía. Es un milagro (…) que se haya ganado” y añadió: “Como si esto fuera poco, había estallado también la guerra civil”. Más adelante, se preguntó para qué se declara la independencia si no hacía falta, porque ya se vivía de hecho. “Creo que fue un desafío para afuera contra España por supuesto (…) y contra otras potencias del mundo que tenían nombre y apellido”, reflexionó y entendió que también para dar una unión nacional a las provincias más disidentes que estaban en contra de la empresa común.