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Año XX - Edición 360 26 de agosto de 2021

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Donde el mundo es puesto en duda. Poesía y derecho XIV: recordando a Joaquín Giannuzzi

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El pasado 23 de junio tuvo lugar la actividad "Donde el mundo es puesto en duda. Poesía y derecho XIV: recordando a Joaquín Giannuzzi", organizada por el Departamento de Ciencias Sociales (DERECHO/UBA) y el Máster en Cultura Jurídica (Universitat de Girona).

En esta ocasión, expusieron Guido Leonardo Croxatto, Andrea Gastron, Julián Axat, María Rosa Ávila y Federico Penelas. Coordinó Ricardo Rabinovich-Berkman.

Para comenzar, Ricardo Rabinovich-Berkman aludió a la importancia del ciclo. “La verdad es que en esto a Guido le agradezco muchísimo, porque la vinculación de la poesía con el derecho generó una verdadera marca registrada. Si bien todos sabemos que hay autoras y autores muy destacados que han trabajado la cuestión de la relación entre lo poético y lo jurídico –el nombre de Nussbaum, por supuesto, viene inmediatamente a la cabeza–, la verdad es que los espacios de análisis de poetas y de poetisas desde la óptica del derecho son muy escasos aquellos que se han abierto en las facultades de nuestra área. Esto es algo realmente notable y por eso insistimos en mantenerlo”, sostuvo.

A su turno, Guido Croxatto comentósobre la finalidad del ciclo. “Es importante enmarcarlo porque tiene un objeto y porque hay también incluso una teoría detrás de esto. Y tal vez no queda claro. No sería poco en una facultad de Derecho recuperar a los poetas. Es su montón y es un gesto ya en sí mismo”, indicó. Y añadió que “hay tanto en la antropología filosófica, en la filosofía, y también en las políticas de derechos humanos y de la memoria, un trabajo sobre la corporalidad, sobre la palabra, sobre valor del testimonio, que tiene menos que ver con la lógica formal y la filosofía analítica que con la palabra poética. Y ahí sí, el derecho argentino ha hecho un recorrido en las últimas tres décadas que no es menor. Lo sigue haciendo. Por eso diría que este ciclo de poesía y derecho está muy atravesado por una cultura o una historia de los derechos humanos”.

En tanto, expresó que la poesía es sinónimo de desorden, de problema, de conflicto, de algo contestatario. “Nosotros queremos reivindicar esa posibilidad, de desordenar, de incomodar un poco. Un derecho que está muy abroquelado, que funciona como una gran maquinaria que respeta las formas, las formas lógicas y las formas de la burocracia. Cuando salís de la lógica y vas a la burocracia formal, respetamos un montón de formalidades, pero cumplimos muy pocos objetivos, porque el mundo es una enorme injusticia, una gran inequidad”. En ese sentido, enfatizó que “con la filosofía analítica, con la lógica formal, no nos está alcanzando para transformar desde el derecho esa realidad. (...) Creo que la poesía puede ayudar a generar más empatía, más conciencia, humanizar un poco esto”.

Por su parte, Leda Giannuzzi recordó a su padre.“Desde chica mi papá cuando hablaba de mí decía ‘esta chica se dedica a cosas serias’, yo era muy estudiosa, muy aplicada en ese sentido y además me dedicaba a la ciencia, que era un aspecto que él también siempre valoró. La ciencia formaba parte de su estructura, de su mente. De hecho, había estudiado ingeniería. Estudió también algo de arquitectura”, compartió. “La ingeniería era muy abstracta para él y se iba al bosque a leer versos. Eso es lo que él comentaba, su escape. Dejó la facultad y se dedicó de hecho a escribir. Fue periodista. Fue periodista de distintos diarios y director de la parte de redacción de Crónica”, sumó.

Luego aludió a su sentido del humor: “Nos contaba los titulares que aparecían en el diario Crónica, muchos de ellos muy graciosos, muy graciosos, que él guardaba en su cabeza. Muchas veces rompía hielo en ciertas cosas, con una broma, porque tenía mucho sentido del humor. A pesar de este escepticismo o dramatismo que se ve en su en su poesía. A pesar de ese estilo cuestionando la existencia y preguntándose por la existencia muchas veces”.

En cuanto al vínculo con su padre indicó que siempre estuvo presente y era muy afectuoso. “Fue un padre absolutamente presente, con una figura muy fuerte en la parte afectiva, más que nada en el respaldo de un padre muy presente y muy afectuoso”, manifestó. Y rememoró su identidad porteña y otros aspectos de su personalidad. “El hecho de ir al café a hablar con los amigos en el sentido de la amistad y el sentido de la conversación, el diálogo y la conversación. El don de la conversación. Y yo escuchaba horas en mi casa cuando venían a visitarlo. Los amigos hablaban de todo. Poesía, por supuesto, literatura e historia. Amante de la historia, sabía mucho de historia argentina. Conocía detalles costumbristas de ciertos personajes históricos, sobre todo argentinos. Y bueno, también le gustaba mucho la música clásica”.

Finalmente, recitó un poema que Giannuzzi le dedicó.

Julián Axat reconoció que JoaquínGiannuzzi es uno de los poetas más grandes ha dado nuestro país y ha sido injustamente olvidado en muchos de los casos ya que se trata de un poeta angular que marcó incluso a generaciones de poetas posteriores. “Hay un mundo giannuzziano en la poesía y ese mundo tiene que ver con esa grata conjunción entre intimidad y pensamiento en que la realidad es la búsqueda de lo familiar y lo cercano para dejar florecer la palabra que se abisma en el extraño, en el enigma de las cosas que hay en la realidad”, puntualizó. Y agregó: “Giannuzzi es como si fuera una suerte de entomólogo de la realidad, en esta imagen del entomólogo que recuerda a Nabokov pinchando en mariposas que cazaba contra la pared y describiéndolas”.

Seguidamente, analizó la descripción objetual en Giannuzzi. “La poesía es la que se enmarca, decía en el objetivismo, caracterizado como ese antagonismo entre el mundo interior con el poeta y la variedad de las formas que adopta la realidad en el lenguaje, en el lenguaje del poeta, en el lenguaje de la poesía que se describe en esas clasificaciones de flores, en seres animales y utensilios, paisajes. Es decir, como si fuera un paisaje no realista y descriptivo en su precisión, sino como un paisaje impresionista al estilo de Manet, no al estilo de una fotografía desvaída de la realidad”, describió. “Es un poeta sin imposturas y sin estridentismos. Un poeta que no necesita declamar a viva voz con grandes metáforas, sino que su desasosiego existencial, le da muy bien ese existencialismo, ese escepticismo sobre la realidad”, postuló.

Axat señaló que el ‘yo’ de Giannuzzi no es un ‘yo’ iluminado, es un ‘yo’ corriente: “Un ‘yo’ más mundano, un ‘yo’ más costumbrista en el sentido de lo que se refería Leda, pero no por eso no rupturista y no vanguardista. Hay un existencialismo de las descripciones cuya política es una micropolítica, un ejercicio del lenguaje de resistencia. Esto que también se emparenta con el lenguaje de los grandes objetivistas norteamericanos como es Rapan o William Carlos Williams”.

Luego afirmó que el poeta es un artesano de esa realidad y las epifanías de la realidad tienen que ver con las formas de describir los objetos y mirar el mundo desde la poesía. “El poeta trata de captar ese objeto en la catástrofe del mundo y trata de alguna manera de asirlo. Esa cosa extraña que está en la realidad que el poeta enfrenta. El ojo del poeta se enfrenta de alguna manera con su descripción. Y quizás aquí está esta relación entre el derecho y la poesía, en este distanciamiento con el mundo, que describía muy bien Guido entre el ser y el deber ser, como dicen los juristas”.

Finalmente recitó el poema Memoria del abogado.

María Rosa Ávila retomó la idea del origen poético de la justicia.“Podemos pensar que las leyes eran expresadas también a manera de un encantamiento. Entonces, había una apelación a esos recursos de rítmica y repetición para impartir la ley como si fueran especialmente importante para fortalecer la autoridad, si es que estaba debilitada por su propio ejercicio”, expresó. Y añadió que “la poesía puede actuar como una flauta mágica, infundiendo respeto y aceptación por medio del poder misterioso y mágico de la palabra. En el derecho, y especialmente en las leyes, hay una rítmica que se repite y se sostiene en los códigos, una cadencia particular que distingue a las normas, a las sentencias. Esta operación no puede ser inocente, sino es más bien un recurso de los que contribuyen a la tarea de generar legitimidad. Entonces, la ley se puede volver así una canción, un poema que produce obediencia”.

Posteriormente, sostuvo que “con el gran poeta Giannuzzi, la ley que ordena las cosas, dentro de esta realidad o dentro de esta mirada objetivista, entonces es la ley que abre su boca y es perversa por sus órganos, que de forma impresa o con una voz monocorde dice, no lo que está bien, sino que está bien lo que dice. Porque la ley dice que está bien porque lo dice. Por eso simplemente está bien”.

En su presentación compartió un fragmento de una entrevista que le realizó Jorge Brega a Giannuzzi. “Un elemento típico en sus poemas, además de los objetos cotidianos, es la referencia a situaciones muy propias de nuestra época, a menudo violentas. Y él contesta: ‘Los poetas de todos los tiempos expresan el drama de la época, aunque casi nunca en forma explícita. A veces hay que leer en los intersticios del poema y ver lo que se está agitando. Para mí es una obsesión la impronta de la época en la poesía. Lo histórico, los valores de una época determinan a veces las formas artísticas’”. Y también retomó un pasaje en el que se le consulta a Giannuzzi sobre cómo se da su encuentro con la poesía: “En los últimos años de la escuela primaria, cuando me dan una composición, descubro el goce de la escritura. Ahí nace el impulso poético que no se detuvo hasta ahora. La poesía renueva permanentemente sus formas y parecería que tiene una fuente inagotable de recursos. Por eso yo defino a la poesía como una eterna juventud”.

Por último, planteó que “las y los abogados también leemos su obra para entender esta poesía que busca la universalidad en lo cotidiano y a la vez la justicia en ese lugar en el que vivimos, en el que soñamos y en el que morimos”.

Federico Penela comenzó su exposición volviendo al carácter objetivista de la obra del poeta.“Si en efecto uno lee la obra Giannuzzi y una y otra vez aparece la resistencia de los objetos. La presencia de los objetos resistiendo, imponiéndose, extrañándote. Si es una poesía donde lo objetual, las cosas, el mundo como totalidad de objetos es emblemático en su obra y el mismo Giannuzzi lo reconoce en diversas entrevistas”, subrayó y reflexionó que “nos enseña esta paradoja que la intención objetiva es exclusiva del hombre. Y es este, quien desde que se encuentra en el planeta, contaminó cualquier vestigio de un orden natural”.

En la misma línea argumental, aseveró que los objetos tienen que ser atendidos, pero en esa atención ya está la humanidad toda presente. “Como decía William James, este gran filósofo, uno de mis filósofos preferidos, el rastro de la serpiente humana se encuentra por doquier. Entonces ahí hay algo que quiero mencionar, porque hay mucha alusión en la obra que anuncia el peso a la gravedad de las cosas”, planteó. Distinguió dos formas en las que aparece la idea del peso de las cosas. “El peso del mundo al que se debe atender y que a veces la desatención hace que no veamos lo que sucede en el mundo. Y ese no ver lo que el mundo genera es una miopía existencial. Entonces, ahí el peso de las cosas es un llamado a la apertura”, destacó y señaló que “hay otra zona de la poesía de Giannuzzi, donde el peso ya no es de las cosas, ya no es del mundo, sino de ciertos productos humanos que son como mochilas que cargamos y no que no nos permiten avanzar. Es decir, aparece esta idea del peso de la tradición, de la cultura”.

Además, remarcó que en Giannuzzi existe una dimensión asociada a acercarse al peso del mundo a través de la ruptura del lenguaje. Para profundizar en este planteo introduce el concepto filosófico de injusticia hermenéutica de Miranda Flicker. “Lo divide en dos tipos. La justicia testimonial que es cuando se desacredita la voz del otro por prejuicios identitarios y la injusticia hermenéutica que acontece cuando hay individuos que padecen un determinado daño moral y no cuenta la sociedad con los recursos conceptuales adecuados como para que incluso las propias víctimas puedan conceptualizar su carácter de víctima”. En ese sentido, añadió que “la salida es acuñar nuevos conceptos que se da usualmente a través del acuñar nuevas palabras. Y eso suele darse a través de un acto poético de ruptura de las palabras, de juego con las palabras. Hay mucho en Giannuzzi de apelación a un nuevo lenguaje”.

Por último, retomó al filósofo Richard Rorty. “Dice que la evolución de la cultura se da a base de metáforas que son en principio ruidos en el lenguaje, ruidos que no nos podemos tomar como parte de nuestro lenguaje. De lo que se trata es de que esos ruidos se conviertan en metáforas muertas, que se literalicen y pasen a ser herramientas de política cultural. Y aquí, yo creo, la superación de la injusticia hermenéutica involucra este juego poético de ruidos nuevos que se literalicen y que pasen a ser parte de nuestras herramientas que la política cultural. Y déjeme decir que los abogados, los buenos abogados son maestros de la poesía, son maestros de la superación de la injusticia hermenéutica”.

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