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Año XXIV - Edición 422 29 de mayo de 2025

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Desafíos para el Acuerdo de París frente a un contexto geopolítico emergente

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El pasado 14 de mayo, en el Salón Carlos Nino del Instituto Gioja, tuvo lugar la conferencia titulada “Desafíos para el Acuerdo de París frente a un contexto geopolítico emergente”, organizada por el Centro de Derecho Ambiental (CEDAF). El encuentro contó con la participación de tres especialistas con destacada trayectoria en materia ambiental. Expuso Juan Rodrigo Walsh, master en Derecho por la Universidad de Aberdeen y especialista en Régimen Jurídico de los Recursos Naturales por la UBA, quien se desempeñó como subsecretario de Ambiente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y actualmente es consultor de organismos internacionales. Tomó la palabra Rodrigo Rodríguez Tornquist, licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Católica Argentina, con formación de posgrado en UDESA, UNSAM y el MIT, y exsecretario de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación de la Nación. Participó también María Eugenia Testa, magíster en Política y Economía Internacionales por UDESA y directora del Círculo de Políticas Ambientales.

Al inicio, la vicedecana y profesora Silvia Nonna celebró la realización de la actividad. “Que hacen más completa la tarea académica en nuestra Facultad”, sostuvo. Remarcó el trato del tema, debido a su importancia. Seguidamente, habló Leila Devia, directora del CEDAF, que reforzó la idea del encuentro y las ideas que se comparten en ellos. “Cuando la temática está pasando por un momento bisagra”, analizó. Aludió también que es necesario buscar alternativas para que estos temas no queden en el olvido y que sigan siendo temas de agenda, porque, aclaro, sin derecho ambiental no hay supervivencia.

Por su parte, María Eugenia Testa abordó un tema que, en su opinión, está perdiendo jerarquía y espacio en el debate público: el cambio climático y el multilateralismo. Señaló que, a nivel internacional, este fenómeno puede observarse en varios países con la llegada al poder de sectores de extrema derecha o populistas, que desatienden estos dos pilares fundamentales de la agenda global. Testa subrayó la importancia del multilateralismo como herramienta clave para la cooperación entre países, y alertó sobre cómo el avance de discursos que privilegian la confrontación y la “mano dura” generan un nuevo clima de época. A modo de ejemplo, mencionó el conflicto comercial entre China y Estados Unidos y la invasión de Rusia a Ucrania, dos situaciones que, según explicó, afectan directamente los mecanismos de cooperación internacional, dando lugar a un retraimiento hacia agendas domésticas. En el caso de la Unión Europea, dijo, esto se refleja en un repliegue hacia lo regional, priorizando la seguridad por sobre la agenda ambiental. En este contexto mundial, agregó también la creciente sensación de incertidumbre, que impide una acción política efectiva y sostenida en el tiempo. Observó que, más allá del comercio y de los espacios multilaterales, se está produciendo una retirada del estado en su rol como controlador y supervisor de las políticas ambientales. Ejemplo de ello es el desmantelamiento de agencias clave para el desarrollo y funcionamiento de políticas climáticas. “La coyuntura actual nos impide avanzar con planes a largo plazo”, afirmó con preocupación, y concluyó su intervención haciendo un llamado a implementar reformas estructurales, en particular, solicitando una flexibilización en los marcos presupuestarios ambientales que permita una mayor inversión y acción sostenida frente a la crisis climática.

A continuación, Rodrigo Rodríguez Tornquist retomó el escenario planteado por María Eugenia Testa, profundizando en los desafíos que enfrenta actualmente la política ambiental. Comenzó señalando que el cambio climático ha dejado de ser un problema técnico o sectorial para convertirse en una amenaza global, una verdadera agenda de supervivencia. En relación al concepto de “largo plazo”, Tornquist invitó a repensarlo: “Me permito reformularlo, porque ante la rapidez del cambio, ese largo plazo ya no es de cincuenta años, sino de una década”. Esta reflexión surge en contraposición a las discusiones centradas en la crisis proyectada para el año 2050, la cual calificó como “optimista”, considerando el ritmo vertiginoso de los impactos ambientales actuales. Cuestionó también el retraso en los enfoques de investigación, al señalar que se ha perdido un tiempo valioso debatiendo cuestiones secundarias, sin adaptarse con la agilidad necesaria a los cambios ya en curso. En ese sentido, mencionó los incendios ocurridos en California y Hawái como ejemplos alarmantes: “Fueron el Pearl Harbor de nuestra crisis ambiental”, afirmó, en alusión al impacto disruptivo que estos eventos deberían haber tenido en la conciencia colectiva. Por otro lado, abordó la dimensión internacional del problema, describiendo un contexto marcado por la desglobalización y la fragmentación de las cadenas productivas globales, fenómenos que, según explicó, se intensificaron tras la crisis del COVID-19. También hizo referencia a las crisis económicas como factores que dificultan la acción coordinada a escala global. Como propuesta, Rodríguez Tornquist apeló a la construcción de puentes entre sectores clave, insistiendo en la necesidad de superar dicotomías estériles para avanzar hacia síntesis más eficaces. Según sus palabras, sólo mediante una integración real de saberes y voluntades se podrá alcanzar un progreso sostenible y duradero.

Por último, Juan Rodrigo Walsh centró su intervención en el cambio de época y, como consecuencia, en el cambio de las reglas del juego a nivel global. Explicó que en este nuevo escenario histórico se pierde la dimensión de lo que fue la experiencia de las guerras mundiales, y se produce un retorno, explícito o implícito, a los fundamentalismos que, en su momento, contribuyeron a originar las problemáticas. Más allá de esta contextualización general, Walsh dedicó el resto de su exposición a presentar ejemplos concretos de posibles soluciones ante los desafíos actuales. Su enfoque buscó combinar una mirada crítica del presente con una propuesta constructiva orientada a la acción, invitando a pensar alternativas viables desde una perspectiva tanto política como cultural.