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Año VIII - Edición 145 02 de julio de 2009

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Derecho y Utopía

  • Notas

El pasado 5 de junio se desarrollaron las Jornadas Spes “Derecho y Utopía” en el Salón Rojo de la Facultad de Derecho. Hicieron uso de la palabra, entre otros docentes y estudiantes de nuestra casa, los Dres. Analía Guaraglia, Diego Duquelsky, Ricardo Rabinovich-Berkman, Diego Calo Maiza, Lila García, Marcelo Alegre y Héctor Negri. La coordinación del evento estuvo a cargo de la Dra. Diana Cañal.

En primer término, la Dra. Analía Guaraglia partió de la teoría de los sistemas para señalar una de sus notas principales: la idea de finalidad. Así, afirmó que aquella teoría permite observar cómo el sujeto participa del objeto, poniendo parte de sí cuando enuncia o interactúa con éste.

Seguidamente, expresó consideraciones relativas a la construcción de los conceptos de utopía y derecho. En tal sentido, estimó legítimo reflexionar acerca de la finalidad del Derecho, de nuestros graduados y de nuestros estudiantes.
También realizó un análisis relativo a la Constitución, respecto a la cual consideró que resulta un hecho revolucionario en relación con la realidad imperante. Respecto a la última reforma, ponderó los artículos 36 y 75, en sus incisos 17, 19.

Para concluir, entendió que la utopía tal vez consista en respetar el texto de la Constitución Nacional, redactada por hombres foráneos a éstas tierras, eminentemente liberal y que tradujo sin pudor alguno artículos de la máxima ley norteamericana, modificando “nosotros el pueblo”, por “nosotros los representantes”. Sin embargo, ya sea por obra de su inspiración o casualidad, estos padres de la patria sancionaron un texto que nos da la posibilidad de luchar por un país menos utópico y más real.

“Las grandes utopías aparecen en el renacimiento, que es un momento de crisis de paradigmas en el que se empieza a esbozar lo que será la ciencia moderna” declaró el Dr. Diego Duquelsky. A este último respecto, negó la posibilidad de hablar de derecho y utopía sin hacer referencia a la ciencia, la relación entre ésta y utopía es clave para entender las problemáticas.

Por otra parte, aseguró que con la imposición del modelo cientificista, de la mano del capitalismo, echó en parte por la borda las intenciones emancipadoras del renacimiento. Así, con esta suerte de “colonización del mundo de la vida por parte del sistema, las utopías decaen”. No obstante ello, recordó que, con los abusos del proyecto moderno, aparecen nuevas utopías y reconoció en el modelo marxista el primer vínculo entre Derecho y utopía. Del mismo modo, identificó la relación entre la utopía y el positivismo jurídico en sus dos vertientes: ideológica y metodológica.

Finalmente comentó la experiencia del profesor portugués Boaventura de Sousa Santos, quien se mudó en la década de 1970 a una favela de Río de Janeiro con el objetivo de estudiar su Derecho. Con sus conclusiones, agregó, se crea una utopía. Pero cuando se vuelve a estudiar esto, en la década de 1990, se comprueba que el papel de la violencia y del narcotráfico es central.

En su conclusión, abogó por rescatar algunas cosas de la utopía: su sentido crítico y la imaginación que en su formulación se exige.

A su turno, el Dr. Ricardo Rabinovich-Berkman demarcó a los efectos de su exposición un concepto restringido de utopía, surgido de la obra de Tomás Moro de 1516, respecto de la cual reseñó algunas de sus particularidades. La más notable, declaró, es el título, que siempre llamó la atención por varias razones. Del mismo modo, afirmó que muchas de las cosas plasmadas en la obra fueron abiertamente contrarrestadas en los hechos de su vida por el autor. En idéntica tesitura, reflexionó acerca de la incoherencia y manifestó que ella es propia del ser humano.

Acto seguido, hizo hincapié en el frecuente recurso literario a la ironía, que es una característica que permanecería en el género utópico a lo largo de los siglos. Y remarcó como dato interesante que el primer utopista, Moro, haya sido abogado de profesión.

Por su parte, examinó otras obras posteriores en las que estimó observable una diferenciación entre la utopía y la llamada distopía.

De esta manera destacó a la utopía como género o recurso literario, al cual consideró como una creación de mundos inexistentes para analizar por comparación el nuestro. “Si queremos que nuestros juristas tengan la capacidad de formular pensamientos utópicos, tenemos que trabajar más la creatividad de nuestros estudiantes y profesores”, concluyó.

Más adelante, el Dr. Diego Calo Maiza intentó definir la utopía en términos de un plan o un proyecto que aparece como irrealizable en el momento de su formulación. Para completar el binomio, esbozó un concepto de Derecho y señaló que éste puede aparecer como un instrumento que permite luchar contra la injusticia, la desigualdad y la opresión. Entonces, adicionó, en un Estado de Derecho, es el Derecho el que limita al poder.

En definitiva, entendió que, sin importar desde que visión se lo defina, aparece como una herramienta, nunca como un fin en sí mismo. Por ello, aparece la utopía como la necesidad de la búsqueda de un futuro mejor, cumpliendo así una función esperanzadora. Y ubicó ligada a esta visión la defensa de un ideal igualitario que alcance a todos los habitantes del planeta; por lo que, así visto, aparece necesario repensar el Derecho, avanzando en lo que se ha dado en llamar su uso alternativo.
En último lugar, rescató una idea antedicha: “la utopía es crítica y es imaginación”.

Cerca del final de la jornada, la Dra. Lila García, a partir de un caso en que un anestesista fuera removido de su cargo por sus opiniones de índole antisemita y que el mismo presentara una denuncia ante el INADI que no fuera aceptada, presentó su ponencia relativa a la relación del fundamentalismo con las cuestiones relativas los derechos humanos.

Así distinguió, en un primer escenario la potencial discusión de la libertad de expresión y su eventual afectación de la idoneidad profesional. Asimismo, criticó la actitud del INADI “según la cual un racista no puede ser discriminado”.

“Cuando pienso en Derecho y utopía se me ocurren asimilaciones que me gustaría proponerles: el derecho democrático es utópico. Algo puede estar positivizado y, a su vez, representar un ideal”, introdujo el Dr. Marcelo Alegre.

Del mismo modo, la imaginó como la realización máxima de principios políticos más nobles. Consideró a la igualdad como el valor soberano y la relacionó con las tres grandes desigualdades que caracterizan a nuestras sociedades: la discriminación y persecución; la de la estructura social y la de la capacidad, el talento y de las características puramente accidentales. “Cuando pienso en utopía, no existen estas tres desigualdades”. En conclusión, sostuvo que los derechos humanos son un concepto infaltable dentro de una utopía.

En opinión del Dr. Héctor Negri, último expositor de la jornada, la búsqueda de donde puedan encontrarse los conceptos convocantes tiene que dirigirse hacia el mismo hombre. Así, afirmó que en Derecho que se desligara de lo que el hombre es, un error o un fracaso.

A continuación marcó tres rasgos fundamentales del hombre, en relación con el Derecho y la utopía. En primer lugar, la libertad, como la posibilidad que un hombre tiene de responder a un llamado que otro le hace. En este sentido, repasó el capítulo del Génesis donde se relata la creación del hombre, al que consideró como una maravillosa introducción a la libertad. En segundo término, expresó que el hombre es un ser “haciéndose”, no un ser terminado. En último lugar, manifestó el carácter dialogal, que implica en sí mismo el encuentro de unos y otros.

“Creo que con estos tres ingredientes se construye la inmensa utopía del Derecho”, sintetizó, para luego expresar que fijar las condiciones de diálogo es la gran esperanza del Derecho. Para finalizar, señaló que la hermandad universal es la inmensa utopía del hombre, a la cual el Derecho puede contribuir hasta cierta medida.