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Año XIII - Edición 243 25 de diciembre de 2014

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Democracia y Derecho Penal

  • Notas

En la jornada del 19 de noviembre la Maestría en Filosofía del Derecho continuó con su ciclo de conferencias invitando en esta ocasión al profesor Roberto Gargarella, quien disertó sobre “Democracia y Derecho Penal”. Presentó el profesor Ricardo A. Guibourg, director de la Maestría.

El profesor Roberto Gargarella comenzó su exposición comentando que el tránsito entre democracia y Derecho Penal no es muy habitual. Como trasfondo, mencionó que la práctica de nuestro país y también de otros países es muy resistente a estos puentes entre democracia y Derecho Penal por razones que no son fáciles de fundar. “La Constitución de 1994, cuando habla de temas que pueden ser tratados en procesos mayoritarios, de consultas populares, excluye explícitamente cuestiones que tienen que ver con la reforma constitucional, con temas impositivos y con cuestiones penales”, argumentó. En ese sentido, afirmó que se podría decir que esto es reflejo de la idea de que la democracia puede ingresar en muchas cuestiones pero no en esta porque es demasiado importante o riesgosa. Así, hay razones para cuestionar esta pretensión de excluir de la consideración pública colectiva ciertos temas como el penal. “Al contrario, por la particular importancia que tiene el tema (…) es que necesitamos que estas cuestiones estén abiertas a un proceso de reflexión colectiva. Pondría en duda ese presupuesto poco discutido que está detrás de actitudes que han tomado nuestros constituyentes cuando excluyeron temas de la consideración colectiva”, remarcó. En esta línea argumental, Gargarella subrayó que contra lo que parece decir el sentido común legal dominante, hay razones para afirmar que es muy importante que las cuestiones que tienen que ver con el modo en que usan los recursos económicos del Estado y el aparato coercitivo, muy especialmente en situaciones de desigualdad, sean sujetos a algún proceso de reflexión colectiva. “Como mínimo, diría que no asumamos como obvio lo contrario, que por su importancia o por lo que implica debe estar lejos de nuestras manos. No aceptaría que esto se considere como el punto de reposo de la discusión”, recalcó.

Asimismo, señaló que si se mira la doctrina penal dominante en países como Argentina, también es muy resistente frente a lo que tenga que ver con la cuestión democrática. De esta manera, la doctrina penal, de modo apresurado o poco fundado, sostiene la idea de la separabilidad necesaria. La razón que puede alegar la doctrina penal dominante tiene que ver con que, si se permite la conexión entre democracia y Derecho Penal, en materia penal va a existir un maximalismo penal, la inflación penal. “Esto es un decir. Si uno sostiene esto, tiene que dar algún apoyo empírico a lo que sostiene”, cuestionó. “El hecho de que nos parezca que prende mucho en la sociedad el discurso de las grandes penas no da un apoyo empírico para decir que democracia equivale a maximalismo penal”. A su vez, Gargarella consideró que lo que está de fondo en muchos de los pocos argumentos que hay para separar la cuestión democrática de la penal es la apelación a una conexión empírica cuando no se demuestra que esa conexión empírica sea verdadera o no hay estudios empíricos que respaldan esto. “En absoluto es obvio, en los pocos estudios empíricos que hay en la materia, que esa conexión empírica se dé de esa manera. En todo caso, lo que uno reconoce en esa afirmación es una apoyatura en una idea demasiado pobre de la democracia”, remarcó.

También entendió que muchos autores dicen que la democracia no debe ingresar en cuestiones de la llamada “esfera de lo indecidible”, cuestiones vinculadas con derechos. “Decir esto implica dejar a la sociedad fuera de toda reflexión relevante sobre lo que más importa”, enfatizó. Por otra parte, aseveró que hoy en día existe inflación penal no producto del populismo o de la intervención mayoritaria sino en todo caso del elitismo penal. No obstante, manifestó que la buena noticia es que han aparecido trabajos muy interesantes que comienzan a explorar seriamente las posibles conexiones entre democracia y Derecho Penal. “La doctrina penal contemporánea, sin estar dominada por este discurso, ha abierto una puerta importante en autores que ocupan un rol central en la discusión contemporánea, explorando este tipo de caminos en crítica a lo que era el discurso establecido en el ámbito constitucional y penal”, señaló. Además, destacó la importancia de no partir de una concepción ridícula de la democracia. “No identificar, como la mala doctrina penal lo hace, democracia con cualquier cosa”, propuso. Para definir democracia, Gargarella indicó que la entiende como vinculada a procesos de discusión inclusiva. “Yo llamaría una decisión democrática a una decisión que discutimos y acordamos entre todos”, expresó.

“La doctrina penal contemporánea, sin estar dominada por este discurso, ha abierto una puerta importante en autores que ocupan un rol central en la discusión contemporánea, explorando este tipo de caminos en crítica a lo que era el discurso establecido en el ámbito constitucional y penal”, señaló el profesor Roberto Gargarella.