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Año XI - Edición 194 07 de junio de 2012

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Cuestión criminal y marxismo

  • Notas

El 21 de mayo último tuvo lugar en el Salón Auditorium de la Facultad las jornadas sobre cuestión criminal y marxismo, organizadas por el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales-PLED, la Cátedra del Alejandro Alagia- Facultad de Derecho (UBA) y el Movimiento de Profesionales para los Pueblos.

La actividad tuvo como principal propósito debatir los aportes del marxismo, desde Marx y Engels hasta Terry Eagleton, Marshall Berman o García Linera, a fin de analizar sus aportes al estudio y el abordaje de la cuestión criminal. Se destaca que la cuestión criminal es una problemática social de gran relevancia en la que el método de análisis marxista permanece escasamente explorado. El objetivo que se ha perseguido es abrir el debate sobre las potencialidades de este abordaje, en una perspectiva de cambio y transformación social.

Primeramente, Roberto Bergalli, Profesor de Criminología de la Universidad de Barcelona y de la Universidad de Buenos Aires, manifestó que el derecho que se suele estudiar forma parte de una cultura jurídica anclada en las antípodas de las corrientes de pensamiento apegadas a las contribuciones de Karl Marx. De hecho, el pensamiento marxista formula una fuerte crítica a los sistemas jurídicos liberales y burgueses que ayer y hoy han venido siendo predominantes en los distintos rincones del mundo.

“La opinión prevaleciente es que el desviado se aparta o aleja de los valores dominantes o valores medios que en general resultan compartidos por los demás semejantes en el mismo ámbito sociocultural”, en tanto que “el control social es siempre un medio o mecanismo de transmisión o imposición de valores y modelos de comportamiento tendientes a la cohesión como expresión de una actitud organizadora de los grupos pero siempre ejercido desde posiciones de poder”, explicó Bergalli. Frente a ello, la audacia del pensamiento marxista ha consistido en difundir la hipótesis de la eliminación del derecho penal por medio de la conversión progresiva del control y la represión penal en elementos superfluos.

Lo siguió Juan Pegoraro, Profesor de Sociología del Castigo de la Universidad de Buenos Aires, quien dijo estar sorprendido por el hecho de que la sociología no haya considerado como elemento constitutivo del orden social al derecho y particularmente al delito económico. Estos delitos económicos tejen lazos que resultan determinantes en el ordenamiento, siendo estos impunes e inmunes social y penalmente. Se detuvo en lo que denominó el crimen económico organizado, esto es, la organización empresaria delictiva dedicada a negocios ilegales de una cierta complejidad política y jurídica, que tiene por resultado cuantiosas recompensas económicas. Estos últimos frecuentemente gozan de una impunidad que les permite proseguir en la consecución de fines contrarios al derecho. Los participantes -léase empresarios, financistas, expertos en inversiones, traders, banqueros, asesores jurídicos, profesionales diversos, funcionarios estatales, entre tantos otros- no necesariamente operan a través de la violencia explicita. “En este lazo social delictivo se reproducen múltiples relaciones económicas, muchas de ellas ilegales, […] formando parte también del orden social”, distinguió Pegoraro.

Para el expositor las contribuciones de pensadores de la talla de Hegel, Marx, Nietzsche y Foucault nos han iluminado de tal forma que nos han facilitado una mejor lectura del orden social en que vivimos, poniendo sobre el tapete la importancia del delito y del sistema penal en la reproducción del orden social actual. “El delito no existe sin la ley y por lo tanto sin la política penal”, declaró. En definitiva, el orden social capitalista no puede existir sin la ley. Parafraseando a Michel Foucault afirmó que si la ley estuviera presente en el fondo de uno mismo ya no sería la ley sino la suave interioridad de la conciencia.

Finalmente, Mariano Ciafardini, profesor de esta Casa, se propuso delinear algunas de los principales aportes que ofrece la perspectiva marxista para el análisis de las cuestiones criminales. “El marxismo no es sólo teoría económica, no es sólo teoría política. El marxismo es una filosofía, una concepción del mundo, de la vida, y fundamentalmente una concepción antropológica, una concepción del hombre”, definió.

El marxismo sostiene que la etapa violenta del hombre, la del hombre que explota al hombre o que ejerce una violencia intragenérica, es una etapa histórica, que ni siquiera es la más extensa. El hombre se hominizó en una sociedad no violenta, en donde no había violencia entre los hombres. El orador explicó que “esta etapa histórica en la que sí hay (violencia) será muy larga en términos relativos pero no lo es comparado con todo el proceso de la humanidad y, por lo tanto, es posible e inevitable que de alguna manera el ser humano salga de esta etapa de la violencia y vuelva a recuperar el sentido comunista primitivo, colectivo y cooperativo, pudiendo así construirse una nueva sociedad”. Por todo ello, el hombre para el marxismo no es violento por naturaleza.

Además de que la ley crea el concepto de delito y de que el sistema penal persigue selectivamente, respondiendo a los intereses del establishment y de las clases dominantes, no pude no tenerse presente que el conflicto realmente existe. “Que haya construcción social y que además la prensa utilice estos conceptos con finalidades propias de las estrategias de la derecha -de ley y orden-, no quiere decir que el conflicto abajo no exista”, reflexionó. Independientemente del modo en el que el derecho pueda pronunciarse al respecto, hoy es insoslayable que por medio de la violencia una persona le quita a otra lo que tiene. Pero esto último no sucede necesariamente desde las clases más bajas sobre las más acomodadas, sino que en sentido inverso, se instituye como una práctica ejercida por las clases dominantes sobre aquellas que se encuentran más postergadas.

“Es posible e inevitable que de alguna manera el ser humano salga de esta etapa de la violencia y vuelva a recuperar el sentido comunista primitivo, colectivo y cooperativo, pudiendo así construirse una nueva sociedad”, estimó Mariano Ciafardini.