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Año XIII - Edición 237 25 de septiembre de 2014

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Cooperativismo de trabajo y programas sociales. Nuevos desafíos para la economía social y las políticas sociales

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El 1º de septiembre se realizó un nuevo encuentro del Seminario Permanente “Derechos Sociales y Políticas Públicas” que esta vez versó sobre Cooperativismo de trabajo y programas sociales. Nuevos desafíos para la economía social y las políticas sociales”. Participaron del encuentro José Hernán Orbaiceta, José Luis Coraggio, Mirta Vuotto y Eleonora Feser.

José Luis Coraggio, profesor emérito de la Universidad Nacional de General Sarmiento, expresó que en el campo de la economía social hay una tensión entre dos concepciones entre lo que es la economía social. Una de ellas es la que prolonga las políticas sociales focalizadas -producidas por el neoliberalismo- hacia una forma que no es repartir cosas, sino procurar que la gente pueda generar su propio trabajo y así poder insertarse en el mercado que los ha estado excluyendo. “Esa visión de economía social no es ajeno al caso argentino, de hecho, cuando nace el programa de jefas y jefes, nace en respuesta a una coyuntura de exclusión masiva en esa situación”, recordó. De este modo, manifestó que este tipo de propuestas, focalizados en los sectores de mayor pobreza y con menos desarrollo de capacidad para emprender, tienen una enorme dificultad para sostenerse sobre la base de sus propios resultados. En lo que respecta al segundo concepto de economía social, Coraggio reseñó que es totalmente distinto, ya que nos estamos refiriendo al sistema económico. “Cada vez que se deja liberado el mercado, liberándolo de la intervención estatal o de las organizaciones y movimientos sociales que lo regulan o lo limitan, este mercado liberado tiende a destruir la sociedad y a fragmentarla”, opinó. Hacia el final de su ponencia, consideró que la economía siempre tiene un principio ético. En el caso de la economía social y solidaria, el principio ético que organiza y orienta las decisiones que se van tomando es el de la reproducción de la vida de todos y de la naturaleza. En cambio, el principio ético de una economía de mercado es la maximización de la utilidad de cada uno buscando su propio beneficio.

A su turno, José Hernán Orbaiceta, presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (FECOOTRA), distinguió tres grandes tipologías de cooperativa de trabajo. La primera, las industriales, sufren un proceso de explosión en el año 2001, cuando surgen alrededor de 500 cooperativas, y cuyo proceso de recuperación de empresas continúa hasta el día de hoy. “Nosotros en FECOOTRA estimamos por dato que no hay menos de 150 empresas por año que se van recuperando, fundamentalmente PyMEs”, remarcó. Así, indicó que hay muchísimos sectores industriales que se han ido desarrollando a partir de la propia experiencia de la clase obrera y el apoyo o no de los sindicatos. “Los procesos de recuperación los hemos hecho como pudimos. A pesar de que en los últimos diez años hay muchísimo apoyo para lograr uno de los factores de la producción: el capital”, evocó. En lo que respecta al cooperativismo, recordó que nadie nace siendo cooperativista y que es una construcción social, y a su vez, subrayó que cualquier tipo de cooperativa de trabajo sola y aislada no tiene destino en el mercado. Hacia el final, mencionó la segunda tipología, las cuales han sido creadas desde el Estado, impulsadas por programas nacionales, y la tercera, que es la de los jóvenes, quienes desde las universidades elijen el camino de formar una empresa de cooperativa.

Mirta Vuotto, docente de grado y posgrado de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, señaló que, desde el punto de vista de los modelos de empresas autogestionadas, el cooperativismo de trabajo es la única expresión que permite una participación en tres instancias: en la propiedad, en la gestión y, por último, en la distribución de los excedentes. Asimismo, se refirió al origen de las cooperativas de trabajo y observó: “Hay una documentación que señala que las primeras cooperativas de trabajo aparecieron en la década de 1930 en Argentina”. En cuanto al desarrollo original, Vuotto evidenció que no existe legislación específica relativa a las cooperativas de trabajo, debido a que la Ley de Cooperativas no las contenía. En este sentido, de 1930 a 1943 prevaleció la hostilidad de los gobiernos de turno con respecto a los movimientos cooperativos en general y de trabajo en particular. “A partir del movimiento del peronismo, comienzan a suscitarse medidas que empiezan a levantar obstáculos. Es decir, no son medidas específicas para promover al cooperativismo de trabajo, pero sí son medidas para facilitarles su desempeño”, analizó. Consecuentemente, la política tiene la característica de que el Estado se considera un protector del cooperativismo del trabajo y si bien no hay leyes que regulen el funcionamiento y la promoción, hay una actitud de impulsarlo pero considerando que se trata de un movimiento autónomo y que no se pretende de ninguna manera convertirlo en un engranaje burocrático. Para concluir, examinó que hasta el año 2003 prevaleció un modelo que entendía que la capacidad para generar inclusión y trabajo genuino era mejor si venía desde abajo. Por el otro lado, en el modelo actual se entiende que es posible generar condiciones para favorecer la inclusión desde arriba.

Por último, Eleonora Feser, investigadora del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, entendió que las cooperativas de un programa social son las que actualmente se llaman cooperativas 3026 (ex 2038). “Tienen la particularidad de que deben estar acompañadas por algún organismo estatal. Es decir, necesitan un aval escrito de un organismo estatal”, diferenció. De esta manera, concluyó que este tipo de cooperativas no tienen una regulación aparte que facilita el manejo, sino que tienen una resolución que establece que todos los trámites que se realicen ante el INAES van a ser gratuitos.

“Cada vez que se deja liberado el mercado, liberándolo de la intervención estatal o de las organizaciones y movimientos sociales que lo regulan o lo limitan, este mercado liberado tiende a destruir la sociedad y a fragmentarla”, opinó José Luis Coraggio.