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Año VI - Edición 108 28 de junio de 2007

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Conferencia sobre Pedagogía Jurídica

  • Notas

Hace aproximadamente un año, el profesor mexicano Eduardo López Betancourt visitaba nuestra Facultad para dar una conferencia sobre métodos de enseñanza jurídica y medios de evaluación. La buena repercusión de sus comentarios permitió que el pasado 11 de junio volviera nuevamente a nuestra Casa de estudios para profundizar en su especialidad a través de una conferencia titulada “Pedagogía Jurídica”.

Claro que el motivo de este retorno no es casual, si pensamos que la cuestión de la docencia y el aprendizaje ha sido una constante preocupación en la Facultad de Derecho. Ya sea a través de la carrera docente, del profesorado, o bien de revistas e investigaciones especializadas, se viene consolidando en nuestros claustros el debate sobre el problema pedagógico.

En la conferencia del profesor de la Universidad Autónoma de México, se hicieron presentes también, para aportar sus comentarios, los profesores argentinos Dres. Miguel Ángel Ciuro Caldani (Director del Departamento de Posgrado) y Abel Fleitas Ortiz de Rozas (Profesor Titular de Derecho de Familia y Sucesiones), quienes fueron precedidos por la presentación del profesor Enrique Mariscal.

“Todo planteo pedagógico debe partir desde distintas perspectivas”, comenzó diciendo el Dr. Ciuro Caldani. Destacó así que resulta importante para todo docente saber si se desenvuelve en un clima de pobreza, o de abundancia, de buena educación básica o no, de opresión o no. “Luego deben plantearse determinadas preguntas”, explicó nuestro profesor: “¿Qué entendemos por educación? ¿Quién educa? ¿Quién debe educar? ¿Quién legitima al educador? ¿Qué derecho tiene a estar delante de una clase?”.

Como respuestas, las más obvias tienden a ser las más egoístas y se basan en el saber del docente. Sin embargo, una lectura más consensual, sostendría que el educador es tal porque cuenta con el consentimiento de los alumnos para situarse delante de ellos.

Porque consienten que esté delante de los estudiantes. “Como investigador tengo una legitimación por el saber, pero como profesor existe una combinación entre el saber y el consenso” -argumentó Ciuro Caldani.

En lo que respecta a la enseñanza jurídica, los docentes suelen creerse legitimados a enseñar por el solo hecho de ser buenos abogados. “Pero con esto no alcanza”, sostuvo el director del Departamento de Posgrado, para quien es necesario que todo profesor universitario investigue y se forme en la teoría y práctica de la docencia, incorporando conocimientos de psicología y sociología.

“No hay proceso educativo, si no se reconoce al educando. Educar da jerarquía social, pero educar por ella o por el sueldo, es de mal educador”, cerró diciendo Ciuro Caldani, reiterando una vez más que “educar es un acto de amor”.

En segundo término, Abel Fleitas Ortiz de Rozas comenzó relatando sus primeros aprendizajes como docente. “Empecé a aprender como alumno, de los muy buenos profesores, de los regulares y de los malos”, dijo.

Si bien generalmente se entiende que la función del profesor es enseñar lo que otros han escrito, y la del alumno la de repetir lo que el profesor enseña, para Fleitas “el desafío es despertar el interrogante, la pregunta y la capacidad crítica”, puesto que la repetición de conceptos o definiciones matan una materia y la vuelven inerte.

“He ahí el punto de partida de la enseñanza: que la toma de conciencia de un problema sea más importante que su solución” -culminó diciendo nuestro profesor.

A continuación, tomó la palabra Eduardo López Betancourt. Al igual que sus predecesores, se propuso plantear ciertos interrogantes a modo de punto de partida: ¿Para qué enseñamos? ¿Qué tipo de abogado queremos formar? “Esta preguntas son las que nos permiten discutir acerca de los valores, que son los que diferencian a la pedagogía jurídica de cualquier otra enseñanza”, indicó el docente mexicano.

En ese sentido, sostuvo que “tenemos que formar un abogado rebelde; rebelde ante la injusticia, ante la infamia, ante la arbitrariedad, y ante la dictadura”. Sin embargo, la docencia no debe impartirse a la manera de una imposición unilateral, sino que el maestro “debe abrir una serie de opciones para que el alumno escoja y decida”.

En esa empresa, Betancourt destacó algunos principios que hacen al buen maestro: tener constancia; defender la gratuidad de la educación universitaria; conducirse con sentido igualitario; y ser tolerante con las ideas ajenas. “Siguiendo estos principios, siempre se logran buenos objetivos”, expresó.

Por otra parte, aconsejó que el docente no esté solo en el trabajo escolar. Debe privilegiarse, para él, el trabajo en equipo y, sobre todo, el intercambio interdisciplinario.
Luego de la conferencia, se abrió a debate con el público asistente.