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Año V - Edición 100 28 de diciembre de 2006

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Conferencia - Sistema Penal y Abolicionismo

  • Notas

Después de 20 años de su primera visita a nuestro país, el profesor holandés Louk Hulsman, especialista en derecho penal y mentor del abolicionismo, estuvo en nuestra Facultad el 27 de noviembre pasado para dar una conferencia sobre “Sistema Penal y Abolicionismo”. Invitado por el Departamento de Derecho Penal y Criminología, este docente de 83 años es Profesor Honoris Causa en la Universidad Erasmus de Rótterdam y ex Asesor Legal del Ministerio de Justicia de Holanda; entre sus obras más conocidas se encuentran Pensar en clave abolicionista (1997) y Sistema penal y seguridad ciudadana: hacia una alternativa (1984). La presentación estuvo a cargo de la Dra. Lucila Larrandart, Subdirectora del Departamento de Derecho Penal y Criminología.

“En estos últimos años no ha habido avances importantes en el abolicionismo penal”, comenzó diciendo el Dr. Hulsman. Para él, hablar de abolicionismo significa hablar estrictamente de abolicionismo de la justicia penal y no de abolicionismo del derecho penal. En ese afán distintivo, explicó que esta corriente ciertamente radical del derecho criminal tiene dos vertientes diferenciadas en la realidad sociológica. Por una parte, el abolicionismo se suma a las experiencias del movimientismo social en un seno común (el movimiento antiracial, el movimiento feminista, etc.) de modo que se vuelve poco claro en esos términos. Pero por otro lado, está lo que él llama “abolicionismo académico”, propio del discurso universitario y al que se dedicó a cuestionar a continuación por ser la expresión más cabal de lo que se dio en denominar abolicionismo en sentido estricto: “grupo que entiende que la justicia penal no es legítima”.

“Este abolicionismo académico tiene un rostro conservador y uno crítico”, precisó nuestro invitado. Para Hulsman, la raíz del problema penal parte de la formación institucional de la disciplina jurídica. La universidad es en sí una institución legitimadora de lenguaje, formadora de profesionales del derecho penal. De allí, el lado conservador del discurso académico, que repite modelos tradicionales de trabajo y de estudio. Según el profesor holandés, la academia no debe limitarse solamente a discurrir desde dentro del discurso, sino que debería ir más allá y “cuestionar las creencias en ciertas profesiones”, como la penal en este caso.

En ese sentido es que Hulsman ve en la justicia criminal un campo fértil de exploración para que los estudiantes se animen a trascender los patrones universitarios tradicionales y avizoren nuevas y originales vías de solución de los problemas sociales y de ejercicio de la defensa penal. El rol de la universidad moderna alguna vez fue y debe volver a ser “desafiar a las instituciones existentes”.

En el lenguaje tradicional de la justicia penal, el concepto central es el comportamiento erróneo de los autores y las reglas existentes para tratar con ese comportamiento. Pero para ver lo que efectivamente ocurre en la realidad, “lo que se tiene que hacer es abandonar ese idioma y utilizar un nuevo lenguaje”, propuso nuestro invitado.

Esta conclusión desde la que parte Hulsman, surge de la evidente inutilidad del sistema penal actual para trabajar con hechos que sean realmente problemáticos para la ciudadanía. “Nunca el sistema penal trabaja con estos hechos”, expresó tajante, no sólo porque actualmente se persiguen delitos que no son problemáticos para nadie salvo para el Estado (el consumo de drogas, por ej.), sino porque las propias cifras estadísticas muestran que es ínfimo el porcentaje de conductas criminalizables que se denuncian y llegan a la justicia penal.
Respecto de esto último es que nuestro profesor razona que, o bien a la ciudadanía no le sirve la justicia penal como solución, o bien ha encontrado diferentes estrategias para lidiar con estos problemas. Tan es así, que incluso la gente ha logrado en muchos aspectos prescindir de profesionales del derecho penal para resolverlos.

Independientemente de esto, para Hulsman está claro que la justicia penal tradicional no otorga ningún beneficio a las víctimas, quienes, a diferencia del derecho civil, no pueden influir en el procedimiento. “Mientras el derecho penal se ha quedado en el nivel de teología moral (una especie de castigo en versión actualizada), el derecho civil ha logrado avanzar”, poniendo el énfasis no en la culpabilidad del autor sino en la indemnización a la víctima.

Es en esta contraposición que se muestra con toda evidencia la diferente manera en que pueden enfrentarse los problemas sociales. La justicia penal tradicional ha buscado sus soluciones siempre burocráticamente y negativamente. De lo que se trata, para nuestro profesor, es de empezar a pensar a la ciudadanía –y no al Estado– como destinatario del servicio profesional y de intentar solucionar las conductas ilícitas de una manera positiva e integradora.

La conferencia continuó luego en un debate con el público.