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Año VIII - Edición 140 23 de abril de 2009

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Conferencia “Neocorporativismo y diálogo social, la experiencia brasileña”

  • Notas

El Catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad de Pernambuco, Dr. Fabio Tulio Barroso fue invitado a nuestra Casa de estudios para exponer sobre “Neocorporativismo y diálogo social, la experiencia brasileña”, en una conferencia realizada el 13 de abril en el Aula 1 de Extensión Universitaria. El Profesor Juan Pablo Mugnolo tuvo a su cargo la presentación de disertante.

Para comenzar, el Dr. Fabio Tulio Barroso diferenció cuatro fases de la realidad sindical brasileña desde el inicio del siglo XX y analizó sus principales características. Denominó al primero de ellos como anarco-sindicalismo, situando su vigencia entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, hasta 1930 y estimó que dada la existencia de esclavos no había respeto por el ser humano y los trabajadores, por ende, eran cosas. “Con la llegada de los inmigrantes europeos política e ideológicamente organizados -sobre todo de españoles, italianos, portugueses- comenzó el movimiento político de los trabajadores y terminó la esclavitud”, expresó el conferencista agregando que ellos fueron quienes cuestionaron el modelo productivo brasileño, lo que acarreó como consecuencia la represión. Seguidamente, destacó que en Brasil se dictó la primera ley que posibilitó la creación de los sindicatos en 1903 en el campo y en 1907 en la ciudad, y para el año 1922, “los anarquistas fueron prácticamente exterminados de la coyuntura sindical brasileña”.
A continuación, se refirió a la segunda fase, denominada corporativismo estatal, como un modelo en el cual el Estado llevó para sí toda la responsabilidad y control de la actividad sindical. Por lo tanto, de acuerdo al expositor, “toda la vida del movimiento sindical debía pasar por la voluntad política del Poder Ejecutivo, del Presidente, a través del Ministerio de Trabajo”. Además, manifestó que éste fue el período más importante del sindicalismo en Brasil.

Al examinar el tercer período, iniciado en 1988 con la Constitución, mencionó que el modelo brasileño es mixto, “sui generis”, y se encuentra bajo los límites de su soberanía porque no han ratificado el Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo. El expositor argumentó que ésta es una fase de autonomía sindical, en la que no hay interferencia por la intervención del poder público en la organización sindical en forma puntual, teniendo en cuenta que existe la creación de sindicatos por los interesados profesionales y económicos, sin ser necesario solicitar autorización al Estado. Por otra parte, puntualizó que si bien esta etapa cambió algo, mantuvo el impuesto sindical con otro nombre, llamada contribución sindical, obligatoria para afiliados, trabajadores y empleadores.

Con respecto a la cuarta fase, distinguida como neocorporativismo, indicó que existe un diálogo social, aunque aclaró que “no es verdadero, no hay diálogo democrático, político o ideológico”, y consideró que ésta es la “etapa más peligrosa”. Asimismo señaló que existe una imposición de la voluntad del Estado, “quien convoca a los trabajadores y empleadores para discutir no la diferencia, sino los puntos en común”.

Por otra parte, describió el modelo sindical brasileño puntualizando que, como Brasil está dividido en Estados, se creó una Federación Nacional de Industria, de Comercio, de Transporte; y en 1983, nació la Central Única de los Trabajadores como modelo alternativo al vertical impuesto por el Estado Brasileño.

Hacia el final de su exposición, observó que a través de estas etapas lo que ha cambiado es la manera de imponerse la voluntad del Estado y que los sindicatos forman parte de la voluntad del gobierno. Por ello, opinó que no es ético el papel de los sindicatos en este momento histórico debido a que pasan a ser una vez más instrumentos de poder público de una forma no abierta a la población y siguen siendo sujetos de fragmentación de la política pública. Asimismo, estimó que “el sistema político-ideológico de Brasil es acrítico, no apolítico” y que para la transformación política y material del movimiento sindical debe existir un diálogo social.

Para concluir, aseguró que el diálogo en Brasil es “de legitimación, es neocorporativo” y consiste en una forma de implementación del Derecho del Trabajo, en el cual no hay opciones y el Estado controla todo de forma subliminal. Por lo tanto, sostuvo que la crisis del sindicalismo está más allá de la unidad o de la pluralidad: debe pensarse en un modelo sindical distinto que sea políticamente activo.