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Año VI - Edición 112 20 de septiembre de 2007

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Conferencia - “Ciencia pública y Propiedad privada para el bien público"

  • Notas

El pasado 4 de septiembre nuestra Facultad recibió la visita de la Dra. Karen Hersey, experta en protección y transferencia de tecnología y profesora en el Franklin Pierce Law Center, quien brindó en el Salón Verde una conferencia titulada “Ciencia pública y propiedad privada para el bien público”. Además, el evento contó con la presencia de los Dres. Gustavo Schötz (Coordinador del Centro de Derechos Intelectuales) y Haydee Dávila (Docente del Programa de Actualización en Propiedad Intelectual/Industrial y Mercado dirigido por la Dra. Teodora Zamudio).

Gustavo Schötz, como anfitrión del curso que la Dra. Hersey dictó en el centro que él coordina en la Universidad Austral, tuvo a su cargo la presentación de nuestra invitada.

La Dra. Karen Hersey, que fue responsable durante más de 20 años de la oficina de propiedad intelectual del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), comenzó diciendo que cuando el investigador es estimulado por el ambiente a correr riesgos, se convierte en un emprendedor y es a partir de ello cuando se da paso a la innovación. En ese sentido, recordó que la primera oficina de transferencia tecnológica fue creada en 1935 en la Universidad de Wisconsin con el objetivo de fomentar el diálogo entre científicos y empresarios. En el año 1900 surgieron en el MIT las primeras compañías tecnológicas que fueron Gillette y la sopa Campbell. Sin embargo, no se trató de una transferencia formal de tecnología como ocurre en la actualidad sino que lo que realmente sucedió fue que los científicos concibieron ideas innovadoras a partir de sus investigaciones.

Seguidamente invocó un estudio del Banco de Boston basado en todas las compañías iniciadas por graduados del MIT en el que se llevó a cabo un minucioso análisis de la capitalización de todas esas compañías y se obtuvo como conclusión que sus capitales sumados serían equivalentes a una economía que ocuparía el puesto número 28 en el mundo, siempre y cuando se tratara de un país. De este modo, las universidades ocuparían el rol de catalizadores para las compañías tecnológicas.

Por otro lado, indicó que la principal dificultad que se le presenta a un científico que quiere iniciar su propia compañía es cultural: los investigadores no se forman para realizar negocios ya que su cultura está más ligada a estar en el laboratorio, investigar y enseñar.

“¿Qué se necesita para convertir a un investigador en innovador o emprendedor?”, se preguntó nuestra profesora invitada y comentó que se han elaborado numerosos estudios para entender este punto y lo que se ha descubierto es que existen una cantidad de factores que influyen pero que se trata fundamentalmente de una cuestión de mentalidad. “Lo que suele ocurrir es que el científico se encuentra en un ambiente que lo estimula a correr riesgos y llega a darse cuenta de que puede abocarse a una tarea empresaria” -enfatizó, y sostuvo que es necesario entender que los nuevos productos comenzaron en una investigación básica, en un investigador que concibió la innovación, que se dio cuenta que había hecho algo nuevo y que podía comercializarlo. Se trata de un cambio cultural, una visión que los científicos deben incorporar.

En otro orden de ideas, explicó que la política del MIT, desde dónde se inician unas 25 compañías por año, es que el inventor pueda tomarse una licencia de hasta dos años para iniciarla. Luego deberá decidir si prefiere seguir en la empresa o, por el contrario, volver a la investigación y al trabajo académico.

Finalmente, expresó un gran optimismo por la situación de nuestro país afirmando que “encontré un entusiasmo enorme, muchísimas ganas de trabajar y un empuje fantástico, algo muy distinto de lo que vi en otros países de la región”.

Para cerrar la conferencia, la Dra. Haydee Dávila subrayó la tarea que tanto doctrinariamente como en política universitaria se lleva a cabo desde hace ya algún tiempo en la Universidad de Buenos Aires con el apoyo del CONICET y la Agencia de Ciencia y Técnica. Esto permite reconocer y dar valor agregado a las investigaciones subsidiadas por el Estado a través de asegurar su transferencia hacia el sector privado mediante patentes y otros instrumentos del derecho industrial. En esa misma línea, destacó la labor de difusión y atención a los innovadores desde el Instituto Nacional de Propiedad Industrial que desde hace más de cuatro años viene bregando por una mayor compresión de la importancia que los derechos de propiedad intelectual tienen en el desarrollo de las investigaciones científicas y tecnológicas.

La Dra. Karen Hersey nació en Newton, Massachussets, en 1938. Se graduó como abogada en la Universidad de Boston y se especializó en derecho intelectual, patentes y transferencia de tecnología. Ha sido durante más de 20 años responsable de la oficina de propiedad intelectual del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que es considerado una catedral de la tecnología, cuyos inventos han ayudado a definir el mundo moderno tal como lo conocemos.
En la actualidad dicta cursos y conferencias y trabaja desde su propia consultora en proyectos de transferencia tecnológica de varias universidades norteamericanas.