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Año X - Edición 184 20 de octubre de 2011

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Charla informal de Owen Fiss con estudiantes y jóvenes graduados

  • Notas

El 7 de octubre se llevó a cabo en el Salón Verde una distendida charla de Owen Fiss (Sterling Professor Emeritus of Law de Yale University y ahora Doctor Honoris Causa por la UBA) con un grupo de estudiantes y jóvenes graduados que acudieron a la convocatoria. El encuentro se centró en torno a dos artículos de Fiss: “Human Rights in political transitions: Gettysburg to Bosnia” y “The example of (North) America”.

De manera introductoria, Fiss sintetizó algunas de las principales ideas arrojadas en estos dos artículos. Inicialmente, se refirió a lo que en Estados Unidos se conoce por “the Obama deception”, es decir, la profunda decepción que ha causado la nueva administración demócrata en gran parte de la sociedad norteamericana. Fundada en el incumplimiento de algunas de las principales promesas de campaña, dicha decepción proviene de aquellos sectores que desde el año 2008 habían depositado su confianza en una figura política que evocaba las masivas convocatorias aperturistas de Martin Luther King e, incluso, al exitoso new deal de Franklin D. Roosvelt.

“Noviembre de 2008 fue un extraordinario momento en la historia de los Estados Unidos, para una nación que había iniciado su historia de la mano de la esclavitud esa misma nación eligió un afro-americano como presidente”, explicó Fiss. Sostuvo luego que, independientemente del modo en que Obama ha desempeñado sus funciones ejecutivas, es un hito insoslayable el hecho de que un candidato negro haya podido resultar vencedor en las elecciones generales de Norte América.
Las promesas de aires de cambio exacerbaron la profunda esperanza que yacía sobre la espalda del primer presidente negro de la historia de los Estados Unidos. Este mismo proponía a su electorado en los días previos a los comicios un giro pronunciado en la mayoría de las políticas iniciadas o al menos intensificadas por la administración Bush luego del ataque perpetuado en septiembre de 2001.

En lo que parecía ser una epopeya democrática, los presuntos ánimos reformistas alentados por el suntuoso aparato propagandístico de los azules terminaron desmoronándose frente a la comprobación de que al día de hoy perduran la gran mayoría de las políticas gubernamentales que caracterizaron a la administración pasada. Sin embargo, Fiss reconoció que Obama no ha obrado bajo una modalidad que el expositor a dado en llamar “unilateralism”. No ha corrido igual suerte Bush, que en su guerra contra el terror ha institucionalizado un modo de hacer política que ha avasallado la división de poderes y especialmente el equilibrio que debe existir entre ellos. Que el Poder Ejecutivo actué unilateralmente ignorando la necesaria bendición parlamentaria ha sido una modalidad frecuente años atrás pero que, sin embargo, se ha revertido con la renovación del primer mandatario. “Los primeros cuatro años de la presidencia de Bush se ha institucionalizado el inicio de política tras política por su propia iniciativa y sin ningún tipo de soporte legislativo”, enseñó Fiss. De hecho, muchas agencias gubernamentales encargadas de la seguridad nacional emprendieron empresas que eran explícitamente contrarias al ordenamiento jurídico norteamericano y que además no contaban con el aval del Poder Legislativo. En la recta final de la administración Bush, el unilateralismo o unilateralism se atemperó para más tarde quedar extinto ya en los tiempos de Obama.

Cuando los demócratas en 2008 se hacían con el poder de un modo pocas veces visto en la historia se insistió en la necesidad de contar con una debida regulación que prohibiese la tortura. A pesar de ello, Obama no ha logrado modificar la política de extraordinary o irregular rendition, que es cuando tropas norteamericanas -sea del ejército regular o de agencias de inteligencia- capturan a sujetos que más tarde son enviados a países como Siria o Egipto en donde en paralelo a la norma son prisionizados bajo el tratamiento de la tortura y demás practicas denigrantes.

Por otro lado, Obama siguiendo con la tónica adoptada por quien lo antecedió continuó con la política de demorar indefinidamente a potenciales terroristas sin someterlos a un proceso judicial en donde estén contempladas todas las garantías que el demorado tiene reconocidas. Aun más, se alentó el uso de comisiones militares para juzgar algunos de los presuntos terroristas, algo que años atrás había sido sistemáticamente rechazado por el propio Barack Obama en su calidad de Senador. En el mismo sentido, el campo de detención erguido desde el 2002 en la Bahía de Guantánamo aun continúa operando. Obama siguiendo la postura adoptada por Bush se decidió por la imposibilidad de hacer uso de una habeas corpus a favor de alguno de los detenidos en Guantánamo. Además, Obama ha continuado con las masivas escuchas telefónicas sobre los ciudadanos norteamericanos, fenómeno tan característico de los años en los que Bush fue presidente.
Resulta curioso que mucho de lo que hoy sostiene la administración Obama fue previamente rechazado por el ahora Presidente de los Estados Unidos cuando supo ser Senador por el Estado de Illinois.

“No quiero decir que el Presidente Obama ha continuado con todas las políticas de Bush, hay diferencias, pero la impresión general que poseo es esencialmente una de continuidad”, resumió Fiss. La continuidad en la rendición extraordinaria, en el uso de las comisiones militares para juzgar presuntos terroristas, en la no admisión en uso de habeas corpus y en las escuchas telefónicas. Puntualizó Fiss que la institucionalización de estas políticas comprometen los principios básicos de la Constitución de Norte Americana y por ello genera en muchos estudios del saber jurídico un profundo sentimiento de decepción.

“No quiero decir que el Presidente Obama ha continuado con todas las políticas de Bush, hay diferencias, pero la impresión general que poseo es esencialmente una de continuidad”, resumió Owen Fiss.