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Año XX - Edición 360 26 de agosto de 2021

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Ayn Rand aproximaciones desde la economía la ética y el derecho

  • Notas

El pasado 30 de junio tuvo lugar la jornada "Ayn Rand: aproximaciones desde la economía, la ética y el derecho". Expusieron María Marty (presidente del Ayn Rand Center), Alejandro Argento (profesor de Análisis Económico y Financiero, UBA)y Ricardo Rabinovich-Berkman (profesor de Historia del Derecho, UBA).

Coordinó Carolina González Rodríguez (Derecho, UBA)y organizaron el Departamento de Ciencias Sociales (Derecho/UBA) y el Máster en Cultura Jurídica (Universitat de Girona).

Ricardo Rabinovich-Berkman repasó la biografía de Alisa Zinóvievna Rosenbaum, conocida como Ayn Rand. Luego se dedicó a analizar su obra literaria. “A mí, personalmente, el estilo literario de Ayn Rand en general no me gusta. Lo que sí me parece notable de Rand es su capacidad de construir finales impresionantes. O sea, los finales de sus obras literarias son cinematográficos. El final de We the living, con la sonrisa de Kyra a lo que pudo haber sido, ese final concreta todo el libro. El libro es la tragedia de vivir bajo un sistema donde no se hace lugar al individuo, donde no se hace lugar a la libertad del existente, donde no se hace lugar al proyecto existencial. Para esa misma época ya estaba escribiendo Anthem”. Y continuó: “Es un cuento largo o una novela muy chiquita. Es el ejercicio que Ayn Rand va a hacer en la distopía futurista. Este trabajo es un trabajo que se puede encontrar vinculado con las grandes distopías futuristas de la primera mitad del siglo XX”.

Tras referirse a The fountain, se enfoca en Atlas. “En este libro, Ayn Rand, para mi forma de ver, desde el punto de vista literario, escribe un ladrillo, pero desde el punto de vista filosófico es el libro en el cual ella vuelca realmente su pensamiento, fundamentalmente en el interminable discurso de John Galt, que se transmite por cadena. Y que es el discurso en el cual el pensamiento de Rand aparece. El libro encontró bastantes críticas del punto de vista literario, lo cual era de esperarse. Y en cambio, generó un interés renovado por su pensamiento que llevó a que Ayn Rand tomara dos decisiones que parecen muy interesantes. La primera, dejar de escribir literatura. Felicito a Rand por dejar decidir literatura y la segunda, pasar a la época de sus obras verdaderamente de fondo, o sea, sus ensayos filosóficos”, señaló.

Por su parte, Alejandro Argento explicó una serie de conceptos de la filosofía objetivista de Ayn Ryan asociados al análisis económico: dinero, producción, marcos regulatorios y mercados intervenidos.

En primer lugar, retoma la pregunta sobre por qué el dinero es considerado la fuente de toda la maldad en el imaginario popular. “Ayn Rand se pregunta cuál es el origen del dinero. Y lo define como un instrumento de cambio. No pudiendo existir si no existen bienes y personas que produzcan esos bienes. Entonces, definiéndolo de esta manera, le quita la carga valorativa fuerte que tiene el concepto como que la fuente de todos los males”, remarcó. “Así, el dinero es la retribución por el esfuerzo. Y solo cualquier persona con el convencimiento de que lo va a cambiar por el producto del esfuerzo de otro va a querer deshacerse de ese dinero en el pensamiento randiano. Así es que no depende el valor del dinero ni de los saqueadores ni de quienes lo reclaman con violencia, en palabras de Rand”, enfatizó.

Asimismo, expuso que “afirma que el dinero se basa en el axioma de que cada hombre es dueño de su mente y de su esfuerzo. Y aquí es donde empieza la vinculación con la virtud del egoísmo. Así, el dinero se crea por el esfuerzo de cada hombre honrado, de cada uno hasta el límite de su capacidad. Y ese hombre honrado es el que sabe que no puede consumir más de lo que produce. Fíjense el pensamiento en Rand. No está pensando en el dinero vinculado a lo que hoy podríamos denominar en forma peyorativa el uso especulativo del dinero, sino que está pensando en el dinero fruto del esfuerzo de cada uno. Así, para Rand, el concepto del dinero se asocia con el producto de la virtud. Pero per se no otorga virtud. No redime los vicios. No le otorga al hombre lo que él no merece, ni material ni espiritualmente. Lo relevante es el esfuerzo del hombre honesto para que ese dinero ayude a construir la virtud, pero no otorga por sí la virtud”.

María Martí se focalizóen la ética propuesta por Ayn Rand. “Lo que dice Ayn Rand es que el gran problema es que hemos aceptado distintas teorías éticas que justamente no ayudan al florecimiento del ser humano, sino todo lo contrario. A la larga, esa ética puesta en práctica termina destruyendo las posibilidades del ser humano. Y ella se refería, en contraposición a su ética objetivista, a tres éticas fundamentales: la teoría ética mística, la teoría ética social y la teoría ética subjetivista”, planteó. Y agregó que lo que sostiene Ayn Rand en su teoría objetivista de la ética es que la norma de valoración debe definirse por lo que requiere la naturaleza humana. “Ella a lo que dice no podemos separar o dividir lo que es la ética de la ética para quién, es decir, los valores, la ética sirven a alguien. En este caso es un ser humano. Entonces tenemos que definir qué es lo bueno y qué es lo malo justamente teniendo en cuenta lo que es la vida del ser humano como ser racional”, aseguró.

En ese sentido, indicó que “ella dice que la ética es un código de valores para guiar las selecciones y acciones del ser humano. Las selecciones y acciones que determinarán el propósito y el curso de su vida. (...) El ser humano es un ser distinto que tenemos que tener en cuenta su naturaleza para poder definir justamente lo que es bueno y lo que es malo para él. El concepto de vida, justamente, es lo que hace posible el concepto de valor: bueno, malo. Está completamente relacionado con la idea de un ser viviente”.

Otro punto que es fundamental para la ética objetivista es la posibilidad que tienen los individuos de vivir en la sociedad. “Hay acciones que son absolutamente inherentes al ser humano y el único que lo puede hacer es cada uno de nosotros, cada individuo. No existe tal cosa como una mente colectiva o un cuerpo colectivo que nos diga qué hacer o que nos diga cómo actuar o que nos diga cómo movernos. Cada ser humano tiene que mirar la realidad, mirar el contexto, ver su propia naturaleza”, subrayó y afirmó que “estas son las metas que yo quiero lograr y es así como yo tengo que actuar. Para él, la ética objetivista, la norma de valoración es la vida del hombre y el propósito ético de cada individuo es su propia vida. (...) Todo ser humano viviente es un fin en sí mismo y no el medio para el fin o bienestar de los demás”.

En la misma línea argumental, expresó que “el hombre, al no tener un código automático de supervivencia, necesita usar la razón. Eso es lo más importante que sabemos de él. Todos los productos que hoy hacen que nuestra vida sea mejor, con mayor calidad que tengamos, la tecnología que tenemos alrededor es producto de alguien que se puso a pensar, de alguien que usó la razón”. Y se preguntó sobre qué necesitan los individuos para poder actuar, para poder pensar qué es lo que necesita el ser humano. “Fundamentalmente libertad. (...) Ella se refiere a libertad como no coacción, es decir, la libertad que tiene el hombre para actuar de acuerdo a su propio criterio, para poder razonar, para poder producir. (...) La supervivencia del hombre requiere de aquellos que piensan sean libres de la interferencia de quienes no lo hacen. Una mente racional no funciona bajo compulsión ni bajo órdenes”, postuló y añadió que “el otro punto al que ella se refiere es a la vida como al valor fundamental. Queremos vivir y para vivir necesitamos llevar a cabo determinadas acciones a la libertad como precondición fundamental justamente para que podamos actuar como seres humanos, para que podamos razonar, para que podamos producir”.

A continuación, comentó sobre el concepto de propiedad. “Si un hombre no puede disponer del producto de su esfuerzo, no puede disponer de su fuerza, y si no puede disponer de su esfuerzo, en el fondo no puede disponer de su vida. La propiedad no es un concepto inventado. Porque si justamente es una necesidad que tiene el hombre de poder conservar el producto de su propio trabajo para poder consumirlo, si no tenés derecho de propiedad de alguna manera significa que no has de tener derecho a tu propia vida. Y acá si vamos bien al cruce de lo que es la ética y la política”, aseguró.

Para concluir, introdujo el concepto de derechos individuales: “El principio social básico de la ética positivista es que todo ser humano viviente es un fin en sí mismo y no un medio para el fin o bienestar de los demás. Los demás no tienen derecho a pasar esta barrera de mi libertad y de mi propiedad. Yo soy un fin en sí mismo. El otro es un fin en sí mismo”. “El ser humano debe pensar, debe actuar, debe producir, debe elegir sus acciones por sí mismo para poder vivir como ser humano, entonces debe ser libre de la interferencia de otros hombres. Y justamente este concepto de derechos individuales es el puente entre la ética y la política”, concluyó.

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